El 17 de mayo se conmemora el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, que en algunos países se promueve como “Día de Internet”. Para México, este 2016 presenta un panorama más optimista en la penetración de Internet en la población, pero a la vez plantea una pregunta para el futuro: cómo impulsar a Internet como una plataforma común en una sociedad parcialmente conectada.
El “Día de Internet” brinda la oportunidad para poner en perspectiva la magnitud de la brecha digital, pero también es una oportunidad para posturas más frívolas centradas en repetir estadísticas o que existe una relación positiva entre acceso a Internet y crecimiento económico.
Es común encontrar referencias a estudios acerca de la magnitud del impacto de la penetración de banda ancha en el Producto Interno Bruto (PIB), pero se olvida que el objetivo de estos trabajos no es encontrar una “cifra mágica”, sino analizar la naturaleza de la relación entre adopción de tecnología y desempeño económico.
La revisión de estos estudios indica que en algunos casos se han identificado relaciones entre aumento en el acceso a Internet y crecimiento económico que no son estadísticamente significativas, es decir, el grado de adopción de banda ancha no explica completamente incrementos en el PIB. Otros estudios han encontrado que los efectos positivos ocurren sólo cuando existen ciertos niveles de penetración de Internet o desarrollos en infraestructura no relacionada directamente con redes.
Incluso persiste el debate sobre si la banda ancha fija es la tecnología que incentiva cambios positivos, o bien, si es la combinación de Tecnologías de la Comunicación y la Información (TIC) que explica mejor el crecimiento observado en el PIB.
La banda ancha móvil es una tecnología cuyo impacto es todavía un tema de análisis, pues si bien se ha encontrado evidencia que indica un efecto positivo en economías en desarrollo, también se han presentado casos en el que el acceso móvil por sí mismo no se traduce en aplicaciones productivas o en el que representa un acceso complementario.
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestran que entre 2014 y 2015 el número de usuarios de Internet en la población mayor a 6 años de edad se incrementó en un 31.6 por ciento. Este es el “salto” interanual más pronunciado entre 2004 y 2015.
Concretamente, estas cifras indican que el 57.4 por ciento de la población mayor a 6 años usa Internet. Esta cifra superó los pronósticos de empresas y organizaciones que siguen la evolución del acceso en el país. Por ejemplo, la cifra del INEGI estuvo por encima del margen alto de la proyección de Telconomia como muestra el siguiente gráfico:
R3D
La perspectiva para 2016 y 2017 es que la tasa de penetración se aproxime al 66 por ciento de la población, sobre todo por el crecimiento de la banda ancha móvil.
La evolución del acceso y las conclusiones de estudios sobre banda ancha y desarrollo ponen en perspectiva elementos para el panorama mexicano.
Por ejemplo, la infraestructura sigue siendo un tema esencial, pues para poder fomentar y soportar más accesos de Internet se requieren redes robustas y listas para mayores cantidades de tráfico.
Además, esta infraestructura debe modernizarse en zonas con alta densidad de conexiones (ciudades), pero también se busca su expansión hacia zonas semi urbanas y rurales en donde el gran reto es incentivar la cobertura de servicio cuando dichos mercados pueden presentar una brecha de demanda.
En México es difícil concebir que habrá una sola tecnología que se comporte como la “bala de plata” para reducir la brecha del acceso. En su lugar, un entorno que fomente un entorno de TIC más diverso puede potenciar la penetración de Internet, sobre todo si esta variedad se refleja también en el espectro de precios que permita que más población los pueda adquirir.
Evidentemente ha sido un año positivo para el crecimiento de Internet, pero esto trae a la mesa la cuestión de qué visión se tiene para México como una sociedad (parcialmente) conectada, asunto que toca no sólo crecimiento económico sino derechos humanos.
La privacidad de las comunicaciones constituye uno de estos temas. Si bien la Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazó el amparo de la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), la determinación de requerir una orden judicial para tener acceso a los metadatos de comunicaciones es un avance positivo.
Pero esta consecuencia jurídica no debe eliminar el debate sobre privacidad. Los metadatos y la geolocalización no necesariamente son información “de segunda” comparada con la intervención de comunicaciones, pues la capacidad de analizar grandes cantidades de datos (Big Data) permite al gobierno o a las empresas conocer patrones, conductas y preferencias que no siempre revelan las conversaciones directamente intervenidas.
No se ha resuelto todavía la demanda de un marco jurídico que refleje la complejidad que resulta de la intersección del derecho a la privacidad, el crecimiento de las comunicaciones electrónicas y las facultades del Estado en seguridad.
Por otro lado, Internet es un tema que sigue centrado en personas, pero su futuro está en la integración de objetos con la visión de Internet de las Cosas (IoT).
El potencial de IoT requiere modernización de infraestructura y la adopción por más actores: consumidor final, gobierno e industria.
El sector público tiene la oportunidad de instrumentalizar una política IoT trayendo a la mesa a diferentes actores interesados para resolver ejes clave: infraestructura, interoperabilidad, incentivos para uso experimental.
Este “Día de Internet” en 2016 es una oportunidad para dimensionar el futuro de la sociedad de la información en México e ir más allá de la celebración de una pasarela de estadísticas descriptivas sobre que generalmente convergen en el mismo punto: el acceso ha crecido, pero la brecha persiste.
Es predecible que este 17 de mayo los anuncios repitan dicha conclusión, pero es precisamente la incertidumbre sobre la “sociedad conectada” lo que debería ser el foco: en una sociedad parcialmente conectada como la mexicana, ¿cómo convertimos a Internet en una plataforma común?
C$C-EVP