Necesaria la ayuda de empresas de telecomunicaciones.
Las escuelas de la Ciudad de México no sólo necesitarán limpieza y protocolos sanitarios para retomar las clases presenciales, sino presupuesto para reponer equipos que han sido robados, readaptar espacios que permitan la sana distancia, garantizar que los estudiantes tengan las mismas oportunidades en un esquema híbrido en el que las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) se han vuelto indispensables y sobre todo, se tendrán que enfrentar las brechas agudizadas por la crisis sanitaria.
Los docentes y estudiantes tienen ya una fecha de regreso a las aulas, el 7 de junio; es decir, a sólo tres semanas de que concluya el ciclo escolar 2020-2021, retorno que será voluntario, escalonado y con las debidas medidas sanitarias.
Luis Humberto Fernández, titular de la Autoridad Educativa Federal de la Ciudad de México, subrayó el interés en disminuir la deserción escolar, regularizar a los estudiantes que no han adquirido los aprendizajes deseados y reforzar los conocimientos.
Sin embargo, para la Alianza Para la Educación Superior (ALPES) esta medida se tomó de manera impulsiva e impide contar con planteles en óptimas condiciones para que sus 650 mil alumnos regresen de manera segura, por lo que se esperarán hasta agosto para retomar actividades con el nuevo ciclo escolar.
En entrevista para ConsumoTIC, María Luisa Flores del Valle, presidenta de ALPES, explicó que en el caso de las instituciones afiliadas a esta asociación, integrada por 150 universidades particulares y 680 planteles en los estados de la República, debieron mantener sus instalaciones cerradas para cumplir con exigencias o serían sancionadas y por ello no están en condiciones de reabrir.
“Tenemos que tomar las medidas precautorias, señalamientos, ver cómo está toda la infraestructura, si hay que cambiar mobiliario, o mover mobiliario, que seguramente va a ser el caso, para aplicar la medida de sana distancia y esto requiere tiempo, pero sobre todo dinero, en el caso de las particulares y en el caso de las públicas”.
Además de contar con infraestructura y controles sanitarios que garanticen la salud de los jóvenes, advirtió, se sumaron tres desafíos más para las instituciones educativas: revertir el 35 por ciento de deserción en su caso, el rezago de quienes llegarán al nivel superior y aceptar que la educación pre-pandemia no va a regresar, y para ello necesitan equipo, capacitación y conectividad.
Reconoció que los maestros sin saber cómo se manejaban las plataformas empezaron a trabajar a distancia y han podido librar la batalla, lo cual no significa que se necesite más capacitación y que ésta haya sido la mejor manera de que las y los estudiantes aprendieran, pues vivieron diferentes circunstancias en su proceso de aprendizaje.
Además de padecer falta de asesoría en casa para realizar sus tareas, como carencia de internet o de computadoras, consideró que tanto niños como jóvenes pueden haber perdido habilidades como la concentración, la disciplina para tener un horario de estudio, el trabajo en equipo y hasta el interés por estudiar por el cansancio de estar ante una pantalla.
Respecto a la necesidad de habilidades digitales tanto de alumnos como docentes, afirmó que se está contemplando la forma de buscar algún tipo de alianza con empresas de telecomunicaciones, porque la tecnología y la conectividad son herramientas que llegaron para quedarse, aunque también ahondaron brechas.
“Tristemente esta pandemia hizo una división todavía más grande entre quienes tienen tecnología y conectividad, los que tomaron clases por televisión, los que tienen un solo dispositivo o quienes tienen los cuadernillos para estudiar y los que no cuentan con nada”.
En ese sentido, dijo que se verá que la pandemia, aunado a los rezagos previos que ya arrastraba el modelo educativo, traerá consecuencias muy fuertes si no regularizan a los niños y niñas de educación básica que llegarán un nivel superior tras la “cuarentena”.
“La deficiencia del modelo educativo la veníamos viviendo desde hace varios años, a la hora que evaluábamos veíamos que muchos jóvenes que llegaban a la educación superior no tenían las herramientas, las habilidades ni competencias para poder ingresar”.
Por ello, admitió que se tendrá que ver el área de oportunidad, llevar a cabo una renovación del modelo e innovar, porque están conscientes de que “nada va a ser igual y que, definitivamente, los alumnos van a tener que aprender de otras formas”.
C$T-GM