Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre los derechos de las audiencias y el amparo otorgado a la Asociación Mexicana de Defensorías de las Audiencias (AMDA) que le concedió la Corte.
No digo que esté mal, pero hay que aprovechar los reflectores al tema de derechos de audiencias para hablar sobre los derechos de las audiencias infantiles.
Y es que vale la pena recordar que las niñas y los niños simple y sencillamente están desprotegidos desde hace varios años ya en cuanto a sus derechos como televidentes.
Para empezar basta ver las estadísticas del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) que recientemente revelaron cómo el tipo de programa favorito de los niños son las telenovelas.
El reporte sobre consumo televisivo infantil que abarcó entre marzo del 2020 y febrero del 2021, señala que 219 mil niñas y niños vieron telenovelas, comparados con los 131 mil del mismo periodo del año anterior.
El segundo género más visto por las audiencias infantiles fue el «dramatizado unitario» con 208 mil 913 de los niños consultados y que es otro contenido para adultos, mientras que las caricaturas ocuparon el tercer lugar con 94 mil 868 niñas y niños que fueron parte de la encuesta.
No hay que olvidar que otro estudio del IFT, uno de 2018, reveló que la Rosa de Guadalupe fue el programa más visto por las audiencias infantiles en la televisión abierta.
Pero, ¿cuál es la razón por la que las niñas y niños no ven contenido apto para sus edades y prefieren programas de adultos?
La respuesta es sencilla: las niñas y los niños no reciben contenidos de calidad aptos para su edad, porque le garantizo que si a la misma hora en que se transmite la Rosa de Guadalupe hubiera un programa atractivo para las audiencias infantiles, definitivamente preferirían el que es apto para su edad.
Las televisoras comerciales de señal abierta se han olvidado de generar contenido atractivo, pero también es reflejo de la crisis por la que atraviesan pues también es verdad que han perdido publicidad frente a las nuevas plataformas de streaming.
Sin embargo, ésta no debería ser una justificación ya que no olvidemos que desde la Secretaría de Gobernación cambiaron los horarios de clasificación en 2018 y permitieron que el horario infantil concluyera a las 16:00 horas, aunque todos sabemos que las niñas y los niños no se van a dormir o apagan el televisor a esa hora. Ese cambio permitió que las televisoras pudieran vender espacios publicitarios como el de alimentos chatarra, no apto para los infantes, además de colocar programación para edades superiores.
Del lado de los concesionarios públicos el tema también es presupuestal, pues difícilmente tienen los recursos para hacer producciones de calidad que atraigan la atención de las audiencias infantiles, en tanto, las niñas y los niños siguen consumiendo contenidos violentos, con consumo de drogas y más.
Después de todo, y a pesar de que las niñas y los niños tienen garantías constitucionales, son los más afectados pues permanecen en el olvido, por lo menos respecto a sus derechos en términos de consumo de contenidos audiovisuales en la televisión abierta y la radio comercial.
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