Durante la semana pasada tuve la oportunidad de asistir al Foro de Analistas 2015 de 4G Americas organizado en Dallas, evento en el que la entidad y sus miembros nos expusieron los temas que consideran como prioritarios para las telecomunicaciones en América para los próximos años.
La quinta generación de redes móviles, la 5G, fue un tema central del foro en el que se abordaron los aspectos que deberán cumplir estas tecnologías para tener los primeros despliegues tentativamente hacia finales del 2020. Como no hay tecnologías estandarizadas como 5G, el tono en general fue de moderar las expectativas mientras 5G esté limitado al plano conceptual.
Hacia 2020 habrá un escenario más complejo con una demanda mayor de datos impulsada por el uso humano –destacando el rol del video en línea-, así como por “cosas” y máquinas. Uno de los elementos centrales de la nueva generación es de hecho el desarrollo del “Internet de las cosas”, IoT por sus siglas en inglés, por lo que la 5G no está definida por una búsqueda de mayores velocidades al transmitir datos, sino por la variedad de conexiones que habrá sobre redes móviles que contemplará smartphones, wearables, autos conectados y sensores en objetos y máquinas en el hogar, la industria y en el trabajo.
Pero antes de pasar a dimensionar la 5G, es necesario reconocer el papel de LTE como una pieza clave para el siguiente salto generacional en las redes móviles, pues va sentando las bases tecnológicas. En esto es imposible ignorar las diferencias entre América del Norte (Estados Unidos y Canadá) y América Latina, siendo que en la primera región hay una penetración LTE de casi 50 por ciento de las conexiones y en la segunda no sobrepasa el 5 por ciento.
Latinoamérica está en una fase de adopción de tecnologías denominadas como 4G, entre la que está LTE, y entre las necesidades está la adjudicación de espectro y el despliegue de las redes que den cobertura. Aun con la diferencia con respecto a Norteamérica, es notorio el potencial de LTE en la región, en donde ya se cuentan más de 12 millones de líneas y esto representa que LTE ha tenido una adopción más temprana en términos de suscripciones que tecnologías 3G y 2G, como expuso en el foro el director de 4G Americas para América Latina y el Caribe, José Otero.
Gráfico: Cortesía de 4G Americas
Un factor clave para el crecimiento de LTE en la región es la política de transición a la televisión digital terrestre (TDT) y el apagón analógico. Esto permite destinar la banda de 700 MHz a la conectividad inalámbrica, banda que tiene una mayor propagación que frecuencias sobre 1 GHz y es útil en escenarios donde se debe cubrir una extensión territorial amplia o se tiene una geografía accidentada, por ejemplo.
La reforma de telecomunicaciones del 2013 puso en la constitución la fecha límite del apagón analógico, el 31 de diciembre del 2015, una fecha contemplada ya desde las políticas TDT 2010 y 2012 en la administración del Presidente Felipe Calderón. La banda de 700 MHz está hoy prácticamente despejada de transmisiones televisivas, por lo que una modificación en la fecha del apagón no implica necesariamente el “secuestro” de estas frecuencias.
A diferencia del resto de la región, en México el “dividendo digital” será utilizado por una sola red mayorista de servicios móviles y este proyecto estaría en operación, de acuerdo con sus prebases, hasta 2018.
Pero por otro lado México es, junto con Argentina, uno de los países con más penetración de señales TDT en la población, con la diferencia que ya hay ciudades mexicanas como Monterrey o Tijuana que transmiten sólo TDT.
En otras palabras, México tiene ya camino andado hacia la transición digital que permitirá sumar la banda de 700 MHz a la conectividad móvil. Si el Congreso decide retrasar la fecha del apagón, deberá tomar en cuenta que en México, más que los plazos, el aspecto central está en el diseño de la política pública y la adaptación de mejores prácticas, entre las que destacan tener una fecha definida, así como con un cronograma que permite realizar el apagón escalonado por región y ciudad y no uno solo a nivel nacional.
Asimismo, las facultades del diseño de la política TDT quedaron en el Ejecutivo, mientras que el IFT es el organismo que autoriza el apagón analógico.
Ir en contra de estos elementos puede generar incertidumbre en el mercado mexicano y entrar en conflicto con los trabajos de la transición. Por ejemplo, la ambigüedad en la fecha final de las transmisiones generaría una asimetría entre competidores de televisión abierta, pues mientras TV Azteca y Televisa pueden seguir con transmisiones analógicas a la par de las digitales, Cadena Tres, el nuevo entrante, sólo transmitirá TDT y al tener menos cobertura su retransmisión en televisión de paga podría estar limitada.
Además, si se impone un esquema de un solo apagón nacional y se mantiene la política TDT de la SCT calendarizada por región, se alargaría el plazo de transmisiones analógicas y digitales de manera simultánea. Es decir, si en una localidad se supera el umbral legal de penetración TDT, mantener las transmisiones analógicas sería ineficiente por la poca cantidad de hogares servidos y porque esto representa un costo para los radiodifusores, como el propio presidente de Grupo Televisa, Emilio Azcárraga, ha declarado públicamente.
De materializarse un retraso en la fecha del apagón analógico, el Congreso deberá ser claro si destinará recursos adicionales para migrar a usuarios y concesionarios. Alargar la fecha del apagón no es una garantía de mayor penetración si no se destinan recursos a receptores subsidiados o una campaña de concientización. Además, deberá ser cuidadoso de no invadir facultades depositadas en el Ejecutivo y el IFT con la reforma constitucional de telecomunicaciones.
En suma, el debate sobre la TDT en México debe ir más allá de la “pantalla chica” y ver la tendencia mundial de usar el dividendo digital en la conectividad móvil.
En América Latina no se puede ignorar el esfuerzo de países como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Panamá y Puerto Rico, que han adjudicado el dividendo digital para el servicio móvil y que junto con México y otras naciones generarán un ambiente que permita tener escala para una mayor disponibilidad de dispositivos de banda ancha móvil accesibles por más segmentos de la población.
C$C-EVP