Con motivo del festejo del Día del Niño en México y en medio de cifras positivas de crecimiento en la adopción de la tecnología por parte de la población infantil, es importante no solo destacar las grandes oportunidades de desarrollo que esto representa, sino también los riesgos y modificación en la interacción social e incluso familiar, además de los preocupantes riesgos que representa internet si no se toman las precauciones debidas.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y con base a encuestas nacionales, en México el 25 por ciento de las y los adolescentes de entre 12 y 17 años han sufrido alguna forma de ciberacoso; además de que se reconoce que, durante el confinamiento derivado de la pandemia, hubo un incremento considerable de delitos digitales, violencia en la red y tráfico de pornografía infantil.
De acuerdo con investigaciones de The Competitive Intelligence Unit (CIU), la niñez mexicana, desde temprana edad, ya se encuentra inmersa en un entorno tecnológico, en el que el acceso a estas herramientas no solo es cada vez más notable, sino que también es cada vez más necesario para su desarrollo integral.
En México, de un total de 131.1 millones de personas, una proporción de aproximadamente del 10 por ciento tienen edades entre 6 y 11 años de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), a la mitad de 2023.
Un 63.8 por ciento de los niños y las niñas de entre 6 y 11 años cuentan con acceso a internet, esta razón es 15 puntos porcentuales superior en su comparativo con 2019. Asimismo, 53 por ciento son usuarios regulares de videojuegos, precisamente atribuible a que 59.2 por ciento disponen de un teléfono celular con plenas capacidades de juego.
Ciertamente cada vez más menores de edad dedican una parte importante de su tiempo para estar conectados a internet ya sea en busca de información, realizar sus actividades educativas, para entretenimiento o bien como vía de comunicación.
Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el acoso infantil como uno de los mayores problemas de salud pública en la actualidad.
La OMS considera que “es un fenómeno que puede acarrear graves consecuencias educativas, físicas y de salud mental, tanto en la infancia como durante la adolescencia. Los menores que son víctimas de acoso tienen más probabilidades de faltar a clases, obtienen resultados inferiores en los exámenes y pueden sufrir ansiedad, temores y tensión emocional, insomnio y dolores psicosomáticos”.
Pese a que organizaciones internacionales y nacionales y expertos en la materia advierten la necesidad de supervisión, vigilancia y de tomar medidas de precaución, se reconoce que en un muy bajo porcentaje de los padres se cumple con las recomendaciones. Las cifras saltan de manera importante dependiendo de la fuente.
Sin embargo, si bien es verdad que desde hace algunos años se habló de la llegada de ciudadano digital, del huérfano digital y de la mamá electrónica, también es cierto que, en la actualidad, muchos padres han descuidado a sus hijos por atender el celular o bien por este dispositivo y otros como la tablet son usados para mantener “entretenidos” a los menores de cinco años. Es común ver en restaurantes cómo se usan los equipos con películas o videojuegos para que el niño se mantenga en un lugar y, por ejemplo, acepte el alimento.
Las organizaciones y expertos coinciden que tal fenómeno advierte el quiebre de la integración familiar, pero no solo eso: “las consecuencias del abuso del móvil en niños pequeños son diversas y se manifiestan en muchos aspectos de su desarrollo físico, mental y emocional. Alteración del desarrollo cerebral. Mayormente en niños menores de dos años, cuyas conexiones neuronales están aún en formación. Alteraciones en el sueño”, indica la Unicef.
El uso de los dispositivos electrónicos por los niños y niñas durante largas horas cada día, perjudica su desarrollo normal y les ocasiona problemas de conducta, trastorno de sueño e incluso problemas de depresión infantil y ansiedad, con riesgo de generar adicción en casos extremos.
Agrega que “Las TIC han amplificado algunos de los peligros tradicionales de la infancia: una vez confinado al patio de la escuela, el acosador puede ahora seguir a las víctimas hasta sus hogares. Pero también suponen nuevos peligros, como la ampliación del alcance de los depredadores, el fomento de la creación de materiales de abuso sexual infantil “por encargo” y la ampliación del mercado para la transmisión de abuso sexual en vivo”.
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