Alrededor de 11 millones de niñas no regresarán a la escuela.
Aun cuando faltan 10 años para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 y la gran mayoría de los países continúa sufriendo el impacto de la pandemia sanitaria, en América Latina y el Caribe, la educación y el cierre de la brecha digital cobra un sentido de urgencia ante la profundización de diversas brechas en la región.
En este contexto, autoridades y formuladores de políticas, así como expertos y líderes del sector educativo se reunieron de manera virtual para hablar de los retos que deberán enfrentar al pensar en un escenario post-pandemia.
Según un reporte publicado en agosto de este año por la UNESCO, 160 millones de niños de América Latina y el Caribe no han podido asistir a la escuela, pero además se profundizaron las brechas que ya existían en términos sociales y económicos.
En 21 países, el 20 por ciento de estudiantes de sectores socioeconómicos medios y altos de la población tiene en promedio cinco veces más posibilidades de terminar su formación secundaria que el 20 por ciento más pobre.
La contingencia sanitaria además puso en riesgo a 767 millones de niñas, quienes durante el confinamiento son más proclives a absorber el trabajo doméstico y a sufrir violencia intrafamiliar, y 11 millones de ellas tal vez nunca regresen a la escuela.
“La pandemia provocó una interrupción sin precedentes en la educación en nuestra región y nos ha dejado al borde de una catástrofe generacional”, afirmó Pablo Cevallos Estarellas, director de la Oficina para América Latina del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE UNESCO), entidad anfitriona del foro.
Cevallos Estarellas reconoció que si bien la crisis ha sido un catalizador para innovar en el sector educativo, con soluciones tecnológicas de educación a distancia, “la diferencia en acceso a las modalidades de enseñanza impartidas durante los cierres de las escuelas creará más desigualdades a largo plazo”.
Según el experto, este efecto paradójico de las innovaciones tecnológicas debe servir de advertencia para no perder de vista que los escenarios educativos futuros deben ser indisociables del imperativo de no dejar atrás a nadie. “Por eso, necesitamos educar más y mejor en nuestra región, porque la educación es un excelente antídoto contra la desigualdad”, concluyó.
En el foro Regional de Políticas Educativas sobre Inclusión y educación en tiempos de post-pandemia se plantearon recomendaciones fundamentales para la construcción de una educación verdaderamente inclusiva, entre ellas, reducir la brecha digital, pensando en que el regreso a las aulas, sea el modelo híbrido de aprendizaje el que predomine, como expuso Renato Opertti, de la Oficina Internacional de Educación (OIE-UNESCO).
Asimismo, es necesario profundizar en el reconocimiento de las particularidades culturales de los pueblos latinoamericanos y caribeños, y que se ofrezca a todos los estudiantes la oportunidad de aprender en su lengua nativa.
La construcción de políticas públicas que contrarresten formas de discriminación en los sistemas educativos, en la que participen varios actores, fue otra de las propuestas, sugerida por la ex ministra de educación de Ecuador, Gloria Vidal.
Otro tema fue trascender el paradigma de segregación de los sistemas educativos, incorporando la diversidad en todos sus aspectos, al igual que el de avanzar hacia sistemas educativos más resilientes, flexibles e inclusivos, que tengan la capacidad de responder a las diversas necesidades, habilidades y características de todo el estudiantado.
“En un mundo que se enfrenta cada vez más a la incertidumbre y la precariedad, la inclusión debe ser un componente central del futuro de la educación”, destacó, Manos Antoninis, director del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo de la UNESCO (GEM)”.
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