La problemática que representa la desconexión digital que viven las comunidades más remotas, así como la población más vulnerable del país, es un tema diagnosticado desde hace algunos años, sin embargo, la pandemia evidenció la urgencia de crear programas de inclusión digital, así como el desarrollo de habilidades digitales, con la finalidad de no abrir nuevas brechas a las ya existentes, como son educación y salud.
Hasta ahora los esfuerzos de gobiernos locales y federales han resultado insuficientes para lograr rutas de inclusión exitosas entre la población más desprotegida, lo que explica lo oportunas que resultan iniciativas surgidas en el sector privado que buscan contribuir a la integración digital de estos grupos, y sobre todo que la tecnología se convierta en la posibilidad de lograr su integración a la economía digital y con ello mejorar su calidad de vida.
La más reciente Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), mostró que 81.6 por ciento de la población urbana es usuaria de internet, mientras que en las zonas rurales esto sucede solo entre el 56.5 por ciento, además de tenerse que son las personas jóvenes de 18 a 24 años, quienes tienen mayor participación en el uso de la red (90.5 por ciento).
El uso de telefonía celular en los últimos años presentó un mayor uso, de acuerdo con la ENDUTIH, las entidades federativas con mayor número de personas usuarias con respecto a su población total, están ubicadas en la Ciudad de México (88.4 por ciento), Sinaloa (86.5 por ciento) y Baja California Sur (86.3 por ciento); en contraste, la entidades con los valores más bajos fueron: Chiapas (55.6 por ciento), Oaxaca (63.8 por ciento) y Guerrero (67.3 por ciento).
Durante el confinamiento sanitario, la problemática de la desconexión digital fue manifiesta en las comunidades de artesanas y artesanos del país, que a pesar de tener capacidades y habilidades para respaldar sus necesidades básicas, el aislamiento los sumió en un periodo crítico y evidenció la carencia de programas de inclusión tecnológica que les permitiera atender sus particulares necesidades.
Incluso, luego de la fase crítica que generó la pandemia, fue evidente que el sector artesanal del país no contaba con programas diseñados que les permitiera fortalecer su actividad, y que a través de su propia capacitación y trabajo, pudieran hacer visible su producción y fueran ellos mismos quienes impulsaran y generarán el reconocimiento de sus tradiciones y cultura.
Bajo este contexto, la organización Desarrollo Rural Sustentable LU’UM y la empresa de telecomunicaciones AT&T México, decidieron sumar esfuerzos y establecer una alianza para que mujeres artesanas con la ayuda de la tecnología, emprendieran acciones de capacitación e inclusión digital, y a partir de esas soluciones pudieran lograr una transformación social.
«La tecnología como un mecanismo para que las propias mujeres a partir de la capacitación lograda y del aprendizaje obtenido pudieran manejar herramientas digitales, lo que les apoyara a generar su propia transformación al interior de sus comunidades», explicó Ángel Cruz Hernández, director de la organización Desarrollo Rural Sustentable LU’UM.</blockquote/>.
Una vez alcanzado este objetivo, la tarea ha sido hacer visible su trabajo y lograr el reconocimiento que este tiene en otros ámbitos. Al difundir su expresión artesanal de manera más amplia y efectiva, también resaltar la importancia que tiene su trabajo en sus propias comunidades.
El Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART), que cuenta con un fideicomiso público del gobierno federal, recientemente realizó un diagnóstico y obtuvo conclusiones relevantes sobre la situación que generó la pandemia entre los artesanos.
“El sector artesanal del país no cuenta con plataformas tecnológicas que les brinde la visibilización suficiente para tener acceso a canales y puntos de venta directos, tanto en lo digital como en puntos físicos (mucho menos hacia el mercado exterior), ni tampoco con un programa de formación”, explicó el directivo.
El estudio realizado también permitió observar que este sector carece de un programa que atienda las particularidades que tiene cada comunidad, cada grupo o incluso lo que surgió en las distintas regiones que hay en el país.
Por ello, se planeó que a partir de una formación integral y de convertir la tecnología en una herramienta de transformación, se busca ofrecer capacitación al sector, en tal forma que puedan tener ingresos constantes y justos, para que las artesanas mejoren su calidad de vida.
Es imprescindible tener programas que respeten su cultura, tradiciones y cosmovisión, y que al capacitarse puedan integrar su actividad artesanal, aprovechando las ventajas que ofrece la tecnología, bajo esa premisa fue como se estableció una alianza con AT&T México, para impulsar el “Desarrollo Rural Sustentable”.
Lo que se busca es el desarrollo integral de las mujeres artesanas, así como de productores y comunidades agrícolas, de comunidades indígenas de difícil acceso, grupos que son abundantes en México.
Cruz Hernández explicó que la organización LU’UM es una asociación civil creada desde 2009 preocupada por los altos niveles de marginación y vulnerabilidad de las comunidades rurales en México.
El trabajo de esta organización ha logrado generar un balance entre la transformación positiva de las comunidades y la participación de la sociedad civil a través de practicas de comercio justo, así como del reconocimiento del patrimonio cultural y el respeto por las personas y su entorno.
Antes de la pandemia, en México el trabajo artesanal lo realizaban más de 8 millones de personas, teniendo que las mujeres llegan a representar casi el 29 por ciento; en 2019 el sector de la cultura generó 724 mil 453 millones de pesos corrientes, de los cuales las artesanías aportaron 138 mil 291 millones de pesos, lo que representó el 19.1 por ciento de la aportación total que genera el sector cultural, de acuerdo con el INEGI y la Cuenta Satélite del Turismo.
En octubre de 2022 México ocupaba el tercer lugar en el mundo en la manufactura de productos artesanales, siendo el sustento de más de 8 millones de artesanos; y de acuerdo con información de la Cuenta Satélite del Turismo de México, la producción de artesanías en todo el país significó casi el 4.6 por ciento del PIB Turístico, así como la operación de 21 mil 115 unidades económicas dedicadas a esta actividad.
C$T-EVP