En sectores con una gran proporción de trabajadores poco cualificados y sin titulación formal, como la industria manufacturera y la agricultura, los puestos de trabajo podrían automatizarse más fácilmente, sin embargo, este proceso agravaría la desigualdad de ingresos, desempleo y economía informal registradas en América Latina.
En Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Perú, la proporción de empleados en estos sectores oscila entre el 30 y el 40 por ciento con respecto al total de la población ocupada, de acuerdo con el estudio Preparando a los adultos para el futuro: el aprendizaje en América Latina de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Alerta sobre la escasa participación de los adultos en actividades formativas, lo que podría empeorar las cifras del mercado laboral a largo plazo en los países latinoamericanos, especialmente en el caso de las personas poco cualificadas, aquellas de más edad, mujeres, trabajadores del sector informal y los empleados de las Pymes.
“Los adultos tienen que poder reciclarse y mejorar sus competencias, especialmente los que tienen profesiones con una alta probabilidad de automatización. En América Latina, esta amenaza es especialmente real para los adultos con menos estudios, pues la probabilidad de automatización de sus puestos es tres veces mayor que la de las personas con estudios superiores, señala Mark Pearson, director adjunto de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la OCDE.
Por ello y como acciones clave, el organismo multilateral sugiere ofrecer un enfoque integrado, especialmente para los grupos vulnerables y diversificar los canales utilizados para ofrecer formación a los adultos.
Cifras de la Evaluación de Competencias de Adultos (PIAAC), revelan que en Chile, Ecuador, México y Perú, en promedio, hasta el 60 por ciento de los adultos tiene niveles bajos de comprensión de lectura y de capacidad de cálculo.
Al indicar la necesidad de ofrecer orientación profesional a todos los adultos como segunda acción a emprender, la OCDE llamó a reforzar la orientación profesional para recuperarse de la crisis sanitaria por COVID-19 y acompañar a las personas mayores en un mercado laboral que ha cambiado.
Una encuesta incluida en el estudio apunta que 37 por ciento de los adultos no veía la necesidad de hablar con un orientador profesional y entre quienes no lo habían hecho en los últimos cinco años, un tercio aseguraba que no sabía que existían esos servicios.
Por ello, el organismo recomienda aplicar medidas de divulgación proactivas y mostrar todas las opciones de orientación disponibles en un único lugar, ya que una vez que las personas deciden dejarse asesorar sobre las oportunidades de formación, tienen que poder encontrar la información adecuada fácilmente.
“Los portales centralizados, sobradamente conocidos, son una buena solución, ya que hacen las veces de ventanilla única para ofrecer información sobre el mercado laboral, evaluar las capacidades y preferencias de los candidatos, y dirigir hacia los servicios disponibles según las necesidades”, abunda el documento de la OCDE.
Como tercera sugerencia, menciona establecer sistemas de garantía de calidad en formación para adultos, así como un marco para la certificación de las competencias adquiridas de manera informal.
Ello porque muy pocos países latinoamericanos cuentan con un sistema riguroso para garantizar la calidad de la educación y la formación para adultos, por lo que la oferta existente es muy heterogénea.
A este factor se suma que el aprendizaje informal en el entorno laboral está muy extendido, pero la mayoría de los países no tienen normas claras para su certificación, lo que limita la visibilidad y la portabilidad de las competencias de los adultos.
Como cuarta acción, el organismo aconseja evaluar las necesidades de competencias actuales y emergentes del mercado laboral para considerarlo en el contenido de la formación propuesta, así como encauzar las opciones de formación de los individuos y de los proveedores hacia las competencias demandadas.
Lo anterior porque, a decir la OCDE, la educación y la formación no están bien conectadas con las necesidades del mercado laboral, y un porcentaje relativamente alto de la población carece de competencias básicas.
La quinta acción se refiere a agilizar la gobernanza de la formación para adultos y el financiamiento asociado, para lo cual la organización llama a desarrollar y adoptar una estrategia de competencias nacional, ya que la mayoría de los países de América Latina no cuentan con un enfoque unificado para el desarrollo de las competencias de los adultos.
En este sentido, la OCDE se pronuncia también por diseñar incentivos financieros eficaces para particulares y empresas, toda vez que el costo es el mayor obstáculo para que los adultos se formen, además de que la inversión de los empresarios resulta insuficiente.
“Los incentivos financieros eficaces pueden contribuir a reducir el costo de la formación para adultos, impulsar la participación y aumentar la inversión en formación por parte de los empresarios”, puntualiza el estudio.
C$T-GM