En México, donde la exposición a contenidos de diversa índole en medios y plataformas digitales es cada vez más alta y la televisión sigue captando más de 5 horas en promedio la atención de las audiencias en general, la Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) cobra una clara relevancia ante fenómenos como la desinformación, las llamadas fake news, y la necesidad de contar con una sociedad más participativa e informada.
“En el contexto actual en el que las audiencias dedican mayor tiempo al consumo de contenidos audiovisuales, la AMI cobra una mayor relevancia. Las audiencias en general pasan frente al televisor cinco horas con 39 minutos en promedio, en el primer trimestre de 2022; niñas y niños presentaron un consumo televisivo promedio de 5 horas, 22 minutos”, subrayó el comisionado del IFT, Sóstenes Díaz González.
Al inaugurar la Semana AMI 2022 del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), el funcionario recalcó que esta alfabetización se concibe como una oportunidad para el desarrollo de capacidades para relacionarse en comunidad, interactuar con cada vez más plataformas online y offline, delinear una visión crítica desde las audiencias, empoderándolas para el ejercicio de sus derechos.
“La AMI es un concepto complejo y las repercusiones van más allá de las fronteras… Aproximadamente el 60 por ciento de la población mundial y el 70 por ciento de los jóvenes utilizan Internet y, sin embargo, sigue faltando una formación a gran escala sobre la alfabetización informativa.. Trabajemos juntos para combatir la desinformación y construir confianza”, acotó Tawk Jelassi, Subdirector General de Comunicación e Información de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
El “Estudio diagnóstico de habilidades y actitudes de las audiencias respecto de los medios de comunicación y los contenidos audiovisuales transmiten”, realizado por el instituto, reveló que los usuarios consumen diversos contenidos en Smart TV, teléfonos celulares, tabletas y consolas de videojuegos.
Sin embargo, las Smart TV son relacionadas principalmente con el acceso a plataformas streaming, mientras que el celular y la tableta con la consulta de redes sociales, para comunicarse con familiares o amigos, para búsqueda de información, clases y juegos en línea.
En las audiencias de cinco a nueve años se identificó autonomía para el manejo de dispositivos, pero con necesidad de apoyo de personas mayores para verificar información fidedigna en internet; las de 10 a 14 años, mostraron capacidad para buscar y seleccionar información en internet, redes sociales y plataformas de streaming, y son más conscientes de los riesgos de la información falsa.
Entre quienes tienen entre 15 y 19 años de edad se detectaron habilidades para distinguir información falsa, a través de consultar diferentes fuentes o preguntando a amigos y familiares, aunque en esta investigación se descubrió que genera mayor confianza la información proveniente de redes sociales.
Las personas de entre 25 y 29 años se describieron poseedoras de habilidades de verificación de notas informativas, la frecuencia en que son publicadas y la fuente que las comparte.
Sin embargo, las de 35 y 39 años refirieron haberse visto en la necesidad de desarrollar habilidades digitales para adaptarse a sus múltiples esferas, como usar controles de privacidad en aplicaciones, o evitar publicaciones de sus hijas e hijos, sus casas o compartir ubicación en redes sociales.
Para las personas usuarias de 45 a 49 años fue necesario desarrollar habilidades con distintas capacitaciones, cursos o asesorías, a veces brindadas por sus propias hijas e hijos, o aprender mediante el ensayo y error; mientras que las y los adultos mayores de 60 a 64 años se percibieron capaces de discriminar información en televisión, radio e Internet, pero con habilidades limitadas en el manejo de dispositivos.
Smartphones al aula, para crear y estimular capacidad de análisis.
En el conversatorio, Guillermo Orozco Gómez, investigador del Departamento de Estudios de la Comunicación Social de la Universidad de Guadalajara (UdeG), se pronunció por no dejar a la tecnología fuera del salón de clases, aprovechar los teléfonos móviles para la educación, darle un lugar preferente a estos dispositivos a fin de que se usen para la producción generalizada de productos, aprovechando que a partir de producir se recurre a la capacidad analítica.
“Enfatizo el celular porque es lo más generalizado y lo que vivimos todos los educadores cotidianamente, pero es con todas las tecnologías, hay que usarlas, no hay que prohibirlas, pero hay que dar los criterios de uso para la creatividad… Habíamos privilegiado la escucha y la visión, ahora tenemos que privilegiar la competencia de escribir, decir las cosas como las vemos, de intercambiar opinión y crear productos”.
El experto consideró que dándole un lugar preferente al teléfono celular, no único, pero sí preferente, se puede estimular la capacidad analítica, de comunicación de los usuarios y de aprendizaje, así como intercambiar en el salón de clases el conocimiento sobre lo aprendido con esta herramienta que los educadores también deben aprender a usar.
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