El consumismo es una de las características que definen nuestra sociedad actual y que, sin control, puede representar un riesgo para la salud emocional de las personas. Esto ha ido en aumento con el comercio digital y el fácil acceso a productos y servicios en los últimos años, lo cual ha vuelto más fuertes los comportamientos de compras compulsivas que a su vez generan problemas financieros y emocionales en quienes los padecen.
En épocas donde el consumismo es más intenso, como las fiestas decembrinas, se puede hacer presente con más fuerza la adicción a las compras por internet, un trastorno psicológico que amenaza la estabilidad de las personas y que ha crecido de manera notable a lo largo del tiempo.
Adquirir todo tipo de productos en el momento que deseamos y de la manera que queremos es una ventaja indiscutible. Sin embargo, también es una trampa peligrosa cuando nos dejamos llevar por el impulso, la ansiedad o el aburrimiento.
Buscar en la compra una sensación de calma, placer o desahogo puede convertirse en un problema para nuestras finanzas y nuestra salud emocional, y más aún cuando esta actividad se favorece por lo rápido que es el proceso, pues con sólo un clic y sin esfuerzo una persona puede tener eso que tanto desea.
Pero, ¿en qué momento lo que parecía ser una compra por algo que creo necesitar o se me facilitaba pedir en línea, se vuelve una adicción?
La adicción a las compras por internet se define como el impulso incontrolado para realizar adquirir productos, que generalmente son innecesarios y no aportan ningún valor a quien los solicita, pero lo peor llega cuando tras recibirlo, se genera un sentimiento de culpa acompañado de preguntas como ¿por qué lo compré si realmente no lo necesitaba?
Además de mirar las cuentas bancarias, iniciar un camino de problemas financieros y entrar en un estado de estrés por no saber cómo pagar, el ciclo se repite una y otra vez sin tener el control de saber cuándo parar.
Algunos factores de riesgo para presentar este comportamiento son los siguientes:
Altos niveles de ansiedad
Estrés
Dar excesivo valor a las cosas materiales
Dificultad para regular las emociones negativas
Inconvenientes para controlar los impulsos (de compras, en este caso)
Baja autoestima
Querer aparentar éxito social
De acuerdo con datos de Statista, en 2020 el número de usuarios de e-commerce en México fue estimado en alrededor de 50.7 millones, pero hacia 2025, se estima que esta cifra se podría acercar a los 78 millones, lo cual significa una fuerte prevalencia de este problema y una alta probabilidad de que la cantidad de personas con adicción a las compras se eleve.
Pero ¿qué tiene el comercio digital que puede llevar a las personas a comprar sin control? Un factor importante es que cuando pasamos tiempo conectados a internet escapamos y huimos de la realidad, se presenta ante nosotros un escenario alterno que en ocasiones pensamos que es mejor que la que estamos viviendo, lo cual reduce por un breve instante el malestar, la ansiedad e incluso la incertidumbre que nos rodea.
Entonces comenzamos a imaginar los objetos (aunque no los podamos tocar) y en automático comenzamos a formar ideas de cómo nuestra vida mejoraría al comprarlos.
El problema, es que esas sensaciones son muy breves y pasajeras. Una vez que concluyó el proceso de compra, se deja a un lado el teléfono o la computadora, la vida regresa a ser lo que era 5 minutos antes, y es ahí cuando llega el momento de “darse cuenta”, porque ya hay un nuevo cargo en la tarjeta.
Además, las compras en línea incentivan una reducción de las habilidades sociales y el sedentarismo, pues no es necesario salir de casa, ni tener contacto con la gente, y que todo puede llegar de manera rápida y fácil: Con sólo un clic.
Esa necesidad de aislamiento motiva muchas veces la tendencia a hacer del mundo digital su refugio y su catarsis y, en ocasiones, hasta su adicción.
Y cómo no negarle al cerebro una sensación tan placentera como la liberación de dopamina: la sustancia que segrega justo al momento de hacer una compra.
Y es que la adicción aparece cuando nuestro cerebro siente la necesidad de repetir la experiencia de placer y cuando esa actividad o esa sustancia es lo único que en apariencia nos produce esa sensación, es donde se comienza a desarrollar una dependencia y la conducta comienza a repetirse una y otra vez sin control.
Sin embargo, no es sólo el efecto de la dopamina lo que lleva a un descontrol en las compras, es importante analizar lo que hay detrás de los objetos que se compran. La mayor parte de las veces, compramos deseos, los cuales surgen a partir de nuestra socialización. Nos influye el grupo al que pertenecemos, la mercadotecnia, las aspiraciones. Pensamos que lo que compramos nos dará un mejor valor como personas.
Los objetos de deseo, pueden funcionar como satisfactores que llenan huecos emocionales que quizá aparecieron en la infancia y que aportan una sensación de seguridad, que se suele trasladar hasta la edad adulta.
De hecho, aunque los objetos del deseo ya no sean los mismos de la infancia, nos reconfortan y repetimos experiencias de afecto, pero el objeto comprado pierde rápidamente su capacidad de satisfacer y el gusto dura sólo días o semanas, lo que lleva a querer repetir el ciclo del placer, comprando de nuevo.
Es importante observar que el principal factor diferenciador entre las compras que se realizan físicamente y las que se hacen en el entorno digital, es la sensación de tenerlo todo al alcance.
Las personas con comportamientos de compras compulsivas, buscan la denominada gratificación inmediata que se agranda en las tiendas online y se incentiva con la inmediatez y sencillez en la adquisición de productos.
Además, hay algo muy interesante: en el proceso de compra en línea la persona no se somete a los mismos pasos que cuando asiste a una tienda o local comercial físico, lo que impulsa que el acto de la compra sea inconsciente.
Cuando vas a comprar un par de zapatos y llegas a la caja, puedes optar por pagar en efectivo contando los billetes o pagar con tarjeta, ambas formas de pago están generando en tu cerebro que estás comprando, porque ves la cantidad a pagar, el vendedor pasa la tarjeta, te da un recibo y cuentas los billetes. Se trata de un proceso que genera conciencia de que estás comprando.
Sin embargo, cuando se hace en línea no es así. Sólo das un clic y todo el proceso anterior se pierde, ese simple acto basta para que la compra finalice, lo que diluye el “darse cuenta” de lo que se está haciendo y además, provoca que la sensación de placer sea tan inmediata y que quieras hacerlo nuevamente.
Puedes pasar horas viendo el catálogo de productos o despertarte por la mañana teniendo como primera actividad encontrar nuevamente el artículo para adquirirlo. Esto puede sonar como una actividad inofensiva o pensar que es divertido o justificar que eso que compraste realmente lo necesitabas, pero lo que se puede estar generando es un comportamiento repetitivo que después te lleve a perder el control.
La adicción a las compras por internet es algo que se puede trabajar, primero, identificando cuál es el mecanismo de la adicción y sobre todo cuál es su origen, es decir, ¿habrá algún vacío emocional que quiero llenar haciendo compras recurrentes?
Es importante también saber que ningún objeto, actividad o persona puede en sí misma ser el único factor que nos genere placer o felicidad, pues entonces se corre el riesgo de desarrollar dependencia a ello y es ahí donde se convierte en adicción ocasionando conflictos no sólo para la persona que lo vive sino para sus seres queridos.
Es cierto que hacer una compra, puede mejorar el estado de ánimo, pero no es el único recurso: hablar con alguien de lo que sientes, hacer ejercicio, tener contacto con la naturaleza, tener un pasatiempo, cantar, bailar, entre otras, son actividades que generan dopamina, es decir, la emoción de la felicidad.
Si estás pasando por una situación de adicción a las compras es importante acudir con un profesional de la salud mental. Si últimamente has gastado más de la cuenta en compras por internet es importante hacer una lista de todo aquello que sí necesitas, designar un presupuesto y antes de comprar buscar opciones y comparar precios.
Estar a un clic de prácticamente todo es benéfico en muchos aspectos, pero también perjudicial y por ello es imprescindible estar atentos y atentas a estas conductas, para que de esta forma el clic que podamos hacer sea consciente, responsable y siempre en beneficio de mejorar nuestra calidad de vida.
C$T-GM