Este año, la conmemoración del Día Mundial de Internet o de la Sociedad de la Información y las Telecomunicaciones introdujo la visión de la Agenda Conectar 2030, pero ocurre en un momento de expectativas sobre la continuidad por Internet de las actividades de la sociedad durante la pandemia del COVID-19.
Para el 17 de mayo, cuando se celebró esa fecha, los casos confirmados de COVID-19 ya eran de casi 50 mil (el modelo centinela de vigilancia epidemiológica ya los estimaba en cientos de miles desde inicios de mayo) y seguían incrementándose. En ese contexto, el gobierno mexicano prepara la desescalada de algunas restricciones para reiniciar algunas actividades. Este regreso seguirá siendo un periodo de incertidumbre, difícilmente una “nueva normalidad”, por la amenaza de nuevos brotes o un regreso a medidas de distanciamiento más restrictivas en un momento en el que todavía no hay vacuna contra el nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
Ante las medidas de distanciamiento se busca estudiar, trabajar, comunicarse o comprar por Internet, pero no son opciones para todos. Existen alumnos con equipamiento o acceso insuficiente para continuar clases por Internet y en abril se habían perdido en México medio millón de empleos (y no todos trabajos pueden realizarse sobre Internet). El Día Mundial de Internet obliga, sobre todo ahora, a pensar en las asimetrías en el acceso a tecnologías, brechas económicas, de habilidades y oportunidades.
La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2019 (ENDUTIH) del INEGI estima que, al tercer trimestre de 2019, un 70 por ciento de la población mexicana de 6 años en adelante utilizaba Internet. Utilizando los datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) para comparar a México internacionalmente, se observa que el país en 2018 tenía una penetración de usuarios de Internet en la población de 66 por ciento, la misma de América Latina y el Caribe, superior al estimado global (50 por ciento) y varias regiones, pero debajo de América del Norte (sin México) o Europa – Asia Central.
La comparación con regiones en agregado es más abstracta, pero sirve para ilustrar el crecimiento continuo de los usuarios de Internet en casi 20 años. Se pasó de penetraciones de usuarios de 10 por ciento o menos a 50 por ciento o más en países como México.
Internet ya no está limitado al acceso por medios fijos y es muy probable que el crecimiento refleje la adopción de tecnologías de banda ancha móvil, particularmente en la última década. Continuando con los datos de la UIT, México tenía en 2018 aproximadamente 95 suscripciones móviles y 15 de Internet fijo por cada 100 habitantes (para marzo de 2020, Telconomía las estima en 98 y 15, respectivamente). Esos niveles están muy cerca del agregado global y de América Latina y el Caribe.
Si bien los datos utilizados para suscripciones móviles no distinguen entre voz y datos, la banda ancha móvil tiene cada vez más penetración en las líneas. Al comparar a México en función de estos servicios, aparece que Brasil, Ecuador, Dominica y Santa Lucía son aparentemente sus “vecinos” más cercanos en la región. También está muy cerca de los niveles agregados a nivel global y en América Latina y el Caribe.
México tiene menos penetración por habitante de suscripciones móviles que Colombia, Guatemala o Perú, pero los supera en el segmento fijo. Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay lo superan en ambos ejes. Estas comparaciones son meramente un punto de partida. Para cada país es importante considerar sus asimetrías y posibles razones, sobre todo para entender mejor el potencial y limitaciones de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) durante la pandemia de COVID-19.
Puede ser contraproducente generalizar acerca de la capacidad de todos para trabajar o estudiar por Internet. Sobre cómo llega México a este contexto de distanciamiento necesario, Telconomía ha estimado con base en la ENDUTIH 2019 que la población que tiene equipamiento TIC básico para teletrabajo o teleeducación (al menos computadora/tablet e Internet disponible en el hogar) rondaba los 33.3 millones o el 29 por ciento de la población de 6 años en adelante. De esa cantidad, el 80 por ciento ya reportaba uso de las TIC para trabajar, labores escolares o capacitaciones.
Esa cifra no es estática. La proporción puede ser menor si se considera que hay casos con equipo o acceso insuficiente o mayor si algunos pudieron mejorarlo recientemente. Esos 33.3 millones o 29 por ciento de la población no representan a un solo perfil de usuario que ya hace o puede hacer cualquier actividad. De este grupo, casi el 30 por ciento lo absorben usuarios de la Generación Z o “centennials” que estudian o estudian y se capacitan.
Esa generación de usuarios (la más joven) son el grupo que estaría predominantemente orientado a actividades de la escuela, mientras que las generaciones X y Y (millennials) serían las de más peso en actividades de trabajo o una combinación de trabajo con capacitación y estudio.
Lo importante de estas estimaciones no son las “cifras duras”, sino la intuición: aunque la penetración de Internet sea relativamente alta, no necesariamente lo es la preparación para trasladar las actividades presenciales a Internet. Además de diferencias en el acceso a Internet, se deben considerar asimetrías en uso o disponibilidad de dispositivos, software, plataformas y habilidades.
C$T-EVP