Aunque en 2016, la Red Compartida se concibió para aumentar la cobertura de los servicios de telecomunicaciones, promover precios competitivos y elevar la calidad a estándares internacionales, la ausencia de una estrategia digital de Estado hace aún más complejo el cumplimiento de estos objetivos.
En opinión de Alexander Elbittar, director del Programa Interdisciplinario de Regulación y Competencia Económica (PIRCE) del CIDE, el proyecto operado por Altán Redes requiere de un replanteamiento de su misión para sortear los desafíos de la brecha digital en términos de oferta, pero también de adopción.
“Por eso es que hay que volver al principio, cuál es el objetivo de Altán Redes, ¿dar conectividad o crear competencia? Si a partir de cumplir lo primero se logra lo segundo, está bien, pero no se puede atender ambos objetivos simultáneamente”.
Para el especialista, la naturaleza de una Asociación Público-Privada (APP), como en la que se basa el proyecto de la Red Compartida, es fundamental la existencia de una estrategia de Estado y es ahí, donde se encuentra el principal problema: «No tenemos política ni estrategia digital, es más, ni siquiera tenemos ya una subsecretaría de comunicaciones”.
Desde la perspectiva del especialista, cuando un gobierno tiene una estrategia digital bien definida es posible establecer objetivos realistas de conectividad apoyándose en la inversión que la iniciativa privada realiza, tal y como se hace con la infraestructura carretera, donde caminos y autopistas se despliegan con base en un plan de gobierno.
“En este caso también hablamos de carreteras, son digitales, pero al final es infraestructura pública financiada, pero se requiere un plan de digitalización que aún no hemos visto, tanto de oferta como de adopción”.
Desde su concepción, el proyecto de la Red Compartida integraba elementos que permitían anticipar su complejidad, empezando por el otorgamiento de los 90 MHz en la banda de 700 MHz para masificar servicios y el nivel de inversión a largo plazo que una tarea de esas dimensiones requiere.
“Esta red, tal como fue diseñada originalmente apuntaba a dos objetivos de manera simultánea, por una parte dar universalidad a la conectividad, y por otra crear condiciones de competencia, es decir, competirle al preponderante. Tratar de lograr estos dos puntos de manera simultánea con un solo instrumento, se veía y se ve muy difícil”.
Los desafíos en materia de conectividad que enfrenta México se dan en un contexto en que una importante parte de la población no solamente carece de la posibilidad de internet, sino que entre quienes ya están en el ámbito digital, no realizan un uso productivo de la tecnología.
“En México no sólo hay un problema de oferta, sino también de adopción. El 70 por ciento de las personas conectadas usan internet para redes sociales y otras formas de entretenimiento, no para realizar pagos, trámites o educación, hay mucho por hacer ahí”.
C$T-GM