Dos décadas atrás, un grupo de estudiantes de ingeniería en mecatrónica que en las aulas escucharon por primer vez, algo que sonaba como a “robótica aeroespacial”, emprendieron un camino que se vislumbraba cuesta arriba: llevar la ciencia y la tecnología a las escuelas. Era la “prehistoria” y nadie se atrevía siquiera pensar en enseñar a niños y niñas a construir robots. Hoy, RobotiX y todo lo que ha construido, ya penetró en el ánimo y las mentes de alumnos de mil 160 escuelas en todo México.
“RobotiX acaba de cumplir 17 años, y el próximo año será mayor de edad… Al día de hoy nuestra red ya tiene presencia en mil 160 escuelas del país, estoy hablando de que en pocos años, aproximadamente cinco o seis, con una pandemia en medio, hemos pasado de becar 68 a mil 160 escuelas, y lograr este año impactar a más de 5 mil alumnos”, precisó Roberto Saint Martin, director General de RobotiX.
Entrevistado por ConsumoTIC, comentó que a lo largo de casi dos décadas ese grupo de entusiastas jóvenes logró trascender de una asociación de estudiantes de ingeniería a construir toda una organización y la Fundación RobotiX, que ha fijado alianzas con donantes y gobiernos estatales, lo que ha permitido que 829 escuelas reciban en forma gratuita cursos de robótica, ciencia y tecnología.
“Hoy tenemos presencia en escuelas públicas de 22 Estados, trabajamos mucho con la Secretaría de Educación en los estados, para quienes implementamos programas de streaming y robóticas en forma curricular, es decir, para toda alumna y alumno, en algunos casos de preescolar, así como de primaria y secundaria”.
Para Saint Martin, la historia de la organización que dirige ha sido retadora y disruptiva en muchos sentidos, pues su arranque formal se dio en lo que fuera “la prehistoria de la robótica”, cuando plantear siquiera integrar talleres de robótica como actividad extracurricular, era impensable.
Enseñar robótica se entendía más como una especialidad del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN, de nivel maestría, o doctorado, pero a nivel primaria, era “una locura” y como actividad extracurricular, las opciones estaban más en la enseñanza de pintura, karate, ballet, club de lectura, cine, música, pero de robótica, ni hablar. No obstante el primer curso de verano impartido fue recibido con gran entusiasmo entre niños y niñas, pues la robótica era como ir a la Luna.
“La idea fue muy exitosa, y nosotros con el sueño de la carrera, empezamos a dar clases en escuelas privadas, así se formalizó la creación de RobotiX en 2006, empezamos a crecer como espuma, sin embargo, esta propuesta todavía en las primeras escuelas, las directoras se nos quedaban viendo con cara de bueno y estos locos ¿de qué están hablando?”
Durante ochos años (2006-2014) prevaleció el reto de cómo lograr que las escuelas primarias públicas se abrieran a la oportunidad de enseñar y aprender muchas cosas, “porque hay que admitir que se tuvo que aprender a generar clases divertidas, pues no era lo mismo enseñar a universitarios que a chicas y chicos de enseñanza primaria.
Con el apoyo de expertos de la Universidad Pedagógica, “como Yanira”, se creó un modelo lúdico, un esquema educativo con ideas ¡super disruptivas!, lo que permitió iniciar cursos de verano, en los cuales cada día se brindaba una experiencia diferente a los niños: el espacio, los piratas, talleres mecánicos, temas todos donde la robótica encajaba de maravilla.
Lo disruptivo también llegó, cuando los padres y madres cuestionaron a los equipos de RobotiX: “¿oye, mi hijo cambió, qué le hiciste?, ahora se conduce con más seguridad, ahora me está dando clases, todo el tiempo quiere charlar, y en la escuela le va mejor en matemáticas”, cuestiones que al principio «no estábamos seguros de que fuéramos nosotros».
Sin embargo, la experiencia mostró que crear robótica, además de mover ciertas habilidades en los niños y niñas, también desarrollaban seguridad emocional muy importante, algo que se fortaleció aún más cuando alumnos de RobotiX participaron en competencias de robótica, con resultados exitosos, tanto a nivel regional, nacional e incluso en eventos internacionales.
“En 2014, tuvimos alumnos que viajaron a la NASA a una competencia de robótica internacional y ganaron el segundo lugar, una justa que cambió la trayectoria de RobotiX, sobre todo un año después, cuando se repitió la experiencia, pero obteniendo el primer lugar ¿cuál era el siguiente reto?, sin duda, llevar estas oportunidades a escuelas públicas».
Ante la evidente falta de presupuesto en las instituciones educativas públicas, RobotiX desde 2018, mediante alianzas con donadores y gobiernos estatales o la LEGO Foundation que maneja a nivel mundial el denominado First Lego League, ha sido posible becar Centros comunitarios, centros educativos y escuelas, para poder llevar programas, principalmente de la categoría de primaria.
Con empresas socialmente responsables como Telefónica Movistar a través de su Fundación Telefónica, se ha logrado impulsar programas STEM a las primeras escuelas, incluso realizar estudios, como el elaborado por el CIDE, que ha permitido medir resultados y mostrar cómo políticas públicas pueden tener mejores impactos en el sector educativo.
Al observar en el espejo retrovisor la trayectoria de un proyecto que ha pasado por mucho en sus primeros 17 años, Roberto Saint Martin reconoce que uno de los aspectos más gratificantes ha sido observar la sonrisa de una niña o un niño cuando descubren algo nuevo, pero también ser testigo de cómo el conocimiento resulta mucho más significativo cuando favorece a las comunidades de las infancias, pues cuando éste nace del interés de cada persona, es posible apartarse del modelo memorístico basado en sólo abrir un libro de texto.
C$T-GM