En México hay 450 plantas de tratamiento de agua que implicaron en su momento inversiones millonarias de recursos públicos, pero que hoy en día no están funcionando por falta de personal, desatención o desconocimiento de autoridades municipales o simplemente porque fueron construidas con la tecnología equivocada y que están contaminando aún más este recurso tan escaso en todo el país.
Así lo señaló Juan Ignacio Barragán, director de Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, al participar en la conferencia “La Siguiente Década, Disrupción del agua”, convocada por la iniciativa académica Expedition del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
En ese espacio, el funcionario señaló que, si bien los registros de precipitación pluvial en la capital de Nuevo León muestran que desde 1960 a la fecha el nivel de lluvias se mantiene más o menos regular, cada vez que hay un “valle” en las gráficas, significa una sequía, que antes podía durar hasta tres años y ahora se ha prolongado hasta cinco.
De ahí la necesidad de aplicar y desarrollar tecnología especializada para garantizar un uso más adecuado de este recurso, como se demostró en la grave crisis hídrica del año pasado y que se consiguió superar sólo gracias al apoyo de las empresas, la ciudadanía y en general de todos los sectores trabajando en conjunto.
A partir de esa experiencia, se determinó que en adelante, siempre se deberá contar con reservas de agua para la ciudad, entendiendo que el agua es una misma, sin importar si ha de destinarse a uso habitacional en la ciudad; al uso industrial o al abasto para el sector agrícola, aunque también hay agua potable, tratada, gris, negra, de reúso y otros tipos, que exigen tratos, manejo y distribución distintas.
Para contar siempre con reservas, se están empleando distintas tecnologías, a través de las cuales se pretende que hacia finales de este año, Nuevo León tenga 63 por ciento más agua potencial, de la que tenía hace un año y medio. Y estas innovaciones, deben cumplir con tres criterios de sustentabilidad: social, financiero y ambiental.
Por ello, durante esta actividad académica destinada justamente a explorar tecnologías que permitan garantizar el acceso al agua de aquí a 100 años, el funcionario explicó tres tecnologías que se están aplicando ya o se está trabajando para implementarlas en Monterrey, con el fin de garantizar el acceso a toda la población.
La primera es una red de 2 mil 500 microcircuitos, cada uno de ellos con 500 viviendas, que controlan la presión del agua en los domicilios, porque donde hay demasiada presión se desperdicia este recurso, mientras esa misma cantidad de agua desperdiciada por la excesiva presión, hace falta en otra parte.
Esta tecnología que funciona con un cerebro central basado en algoritmos, opera 24/7 y si bien no es una tecnología nueva (ya se usa en varias partes del mundo), sí es la que opera con los estándares más altos en América Latina.
La segunda es el reúso indirecto en agua potable, lo cual consiste en usar aguas de tratamiento a nivel terciario, que luego se pasan a un cuerpo de agua para usarlo como agua potable. Este tipo de tecnología ya se aplica en ciudades de Singapur, en Barcelona y, en ejemplos más cercanos, San Diego y El Paso. Se prevé que esta tecnología ya esté en uso en Nuevo León hacia finales del año 2025.
La tercera consiste en controlar el crecimiento de la ciudad a través de los llamados Distritos de Infraestructura, que analizan la gestión de todos los recursos (comenzando por el agua) en determinados sitios, bajo los criterios de sustentabilidad social, económica y ambiental, para así garantizar que ninguna expansión de la ciudad se realice si no hay agua disponible.
En su oportunidad, Ana Laura Elizondo, responsable de Proyectos de Seguridad Hídrica de la Fundación Femsa, advirtió que el problema del agua es global y suele afectar más a las poblaciones más vulnerables. De ahí que el uso de la tecnología para garantizar mejor distribución y sobre todo manejo, el fundamental.
Recordó que hasta 2020, más de 2 mil millones de personas en el mundo carecían de servicios de agua potable, es decir una de cada cuatro personas en el planeta, mientras la mitad de toda la población mundial, no tenía acceso a servicios de saneamiento adecuados. “A ese ritmo, para el año 2030, el 80 por ciento de la población mundial no tendrá acceso al agua”.
Específicamente en América Latina el problema es muy agudo por el mal manejo del recurso y su concentración en ciertas zonas. La región alberga un tercio el agua dulce del mundo y sólo el 8.2 por ciento de la población global, de lo cual podría deducirse que no hay problema de abasto, pero por un lado, la mayoría de esa agua se encuentra en la Amazonía (mucha de ella contaminada y en riesgo por la tala de las selva) y aparte se hace mal manejo de ella.
De hecho, la cobertura de agua es del 75 por ciento, lo que implica 160 millones de personas sin acceso a fuentes de agua segura, mientras que del año 2000 a la fecha, se triplicó el número de personas sin acceso a servicios de saneamiento adecuados, hasta llegar hoy en día a 430 millones de personas.
En el caso de México, se trata del segundo país en América Latina con mayor estrés hídrico, donde las zonas urbanas suelen ser ejemplo de la presión que significa el crecimiento urbano. De hecho, la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, concentra el 3.3 por ciento de la población; genera el 0.5 por ciento de PIB, pero sólo cuenta con el 0.001 por ciento del agua disponible.
A ello se debe de sumar que cada año, al menos durante los próximos 30, la demanda de agua crecerá 1.0 por ciento y hacia 2030, el 62 por ciento de las personas en México (86 millones), se concentrarán en 74 ciudades, donde la demanda de agua crecerá 31 por ciento.
En ese contexto, es indispensable la cooperación con la academia y con la ciencia, para generar soluciones que ayuden a resolver estos problemas, mientras se generan políticas públicas que combatan la desigualdad. “Estamos a tiempo para disminuir estas cifras”, señaló Ana Laura Elizondo, si bien se requiere de un trabajo conjunto de toda la sociedad.
C$T-GM