Madres, padres y cuidadores han tenido que enfrentarse a constantes disgustos, debido a que los menores de edad se la pasan conectados a dispositivos electrónicos como tabletas, smartphones, videojuegos o computadoras, y pareciera imposible hablar con ellos para explicarles los riesgos del mundo online y de los momentos de frustración que pueden surgir.
La psicóloga Jarmila Tomková, especialista en desarrollo infantil y de socialización en el ambiente del internet, explicó cómo pueden los padres establecer límites saludables y enseñar a sus hijos e hijas a manejar las tecnologías en forma segura y, a la vez, fortalecer la relación con ellos.
Entrevistada por Digipadres, iniciativa de educación de ESET, destacó que los adultos deben aprender a comunicarse y a generar confianza, esto es la base, junto con una cultura de apertura e intercambio. Pero lograr esto sin ser demasiado intrusivo o insensible es un gran reto, por ello sugirió hablar con naturalidad cuando se trate el tema de las tecnologías, como si se tratara de cualquier otro tema del que hablan de manera habitual.
“No hay que darle mucha importancia, no hay que bloquearse por intentar distinguir entre lo que ocurre online y offline. En cambio, hay que hablar sobre las tecnologías con un tono y pasión similar al que se usa para charlar con los hijos sobre otras cosas que están sucediendo en su vida o que son sorprendentes”, recomendó.
Otro de los consejos de la experta es poner límites. Y aunque algunas madres y padres tengan temor a establecerlos, la sugerencia es hacerlo, porque ayudan a sentirse seguros y a entender el mundo, y si los niños o niñas lloran su reacción no tiene que ver con que sean buenos o malos.
“Las mamás y los papás deben ser conscientes de su papel y dejar de poner a sus hijos en un pedestal. Los padres son la autoridad. Que los niños lloren o se enojen de vez en cuando es algo normal; no significa que debamos cambiar nuestro punto de vista, reglas que no sólo aplican para las tecnologías, pues se trata de criterios y de una cultura de crianza», explicó la especialista.
Entre otra de las recomendaciones, Tomková también señaló como una buena idea establecer un horario en casa en el que se defina a los infantes qué harán, en qué momento y por cuánto tiempo, incluyendo algo de tiempo libre.
Así, cuando los niños exigen jugar por más tiempo, se puede calmar su entusiasmo o enojo mediante alguna actividad que libere su estrés y baje su nivel de energía; ya que tras haber jugado durante una hora necesitarán alguna forma de ventilación física y emocional, como hacer boxeo o salir a andar en bicicleta.
En el caso de los niños enojados que no quieren dejar a un lado su dispositivo, planteó a los adultos pasar un tiempo libre con ellos, que puede ser una hora, para que se acostumbren a estar juntos mientras juegan o ven la televisión. Después de una hora, todos terminarán la actividad y podrán hablar de ello.
“Los niños criados de esta manera no lo encontrarán extraño ni lo sentirán como un castigo. Si tienden a llorar, lo cual es normal, porque las personas tienen la necesidad de frustrarse por cosas que no terminaron, trata de ir preparándolos gradualmente para el final del programa o juego”.
Sin embargo, no todo son reglas y límites, pues para generar confianza entre los niños y niñas y sus padres y madres o cuidadores tiene que existir también apertura de los adultos e intercambio.
“La oportunidad de aprender junto con el propio hijo es algo que ningún padre debe perderse. Por lo tanto, se debe ser consciente, paciente y estar dispuestos a invertir tiempo y energía en ello”.
C$T-EVP