Una educación disruptiva no implica sólo romper una brecha digital, pues anque la pandemia impulsó la virtualización, de acuerdo con especialistas el reto para México y América Latina está en cambiar a sistemas que impulsen nuevas habilidades en los estudiantes, que los empoderen y los vuelvan autodidactas.
Roberto Martínez, director del centro de la OCDE en México para América Latina, reconoció que si bien la evidencia revela que la pandemia aceleró el ritmo con el que se virtualizó la educación y se adoptaron herramientas para aprender a distancia, algunas cuestiones siguen siendo las mismas, porque el proceso pedagógico enfrenta desafíos constantes.
“Los estudiantes, tienen que volverse más sofisticados en la manera en que absorben información y conocimiento; y, en ese sentido, sobre los docentes, los entrenadores o los capacitadores recae más la presión de volverse orientador, para que los estudiantes y quienes aprenden logren ser mejores en navegar en el océano de información: infodemia. Eso sí es nuevo”.
No obstante, al participar de manera presencial en el panel “Educación Disruptiva: una visión transformadora del aprendizaje y la enseñanza en América Latina”, recalcó que “nunca como ahora se han visto los límites de lo que cognitivamente podemos lograr en medio de una verdadera información e inundación de datos”.
Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), hay un conjunto de habilidades dentro del paradigma de educación disruptiva, diferentes a las habilidades cognitivas, es decir las que se ven con currícula tradicional, como las habilidades socioemocionales y otras conocidas como habilidades globales.
Por ejemplo, expuso, la responsabilidad de los estudiantes frente a los retos globales como el cambio climático; las actitudes y los valores ante otras culturas o frente a estudiantes que provienen de otros ámbitos culturales y socioeconómicos; la tolerancia, la empatía. Son nuevas habilidades que también definen el trayecto de éxito de las personas.
“Sin duda nadie estaría minimizando la importancia de la inclusión digital, efectivamente no puede quedarse nadie fuera del espacio actual que impulsa además la revolución digital, pero es importantísimo revolucionar los sistemas educativos desde ya, independientemente de la velocidad con la que avance la inclusión digital en el ámbito educativo”.
Roberto Martínez también afirmó que en la región es necesario derribar la muralla que separa a la educación curricular académica de la educación en el amplio sentido, basada en el nuevo paradigma de competencias, destrezas y habilidades, como sucede en varios países.
Es decir, que exista una currícula mínima sobre los niveles educativos, pero no una currícula exclusiva, sino con políticas que favorezcan la expansión de un ecosistema de aprendizaje donde haya múltiples instancias, plataformas, actores, oferentes de soluciones o de opciones de formación y capacitación continua de manera simultánea a la enseñanza académica curricular.
En el foro organizado por E-Tech Evolving Education, Carla Echenique, Sustainability Manager en Kidzania, criticó que en el sistema tradicional se cuestione que los alumnos y alumnas puedan ser autodidactas, cuando una educación disruptiva tiene que ser potenciada por espacios educativos extraescolares, incluyendo habilidades blandas y alejada de la memorización.
“Pensamiento crítico, habilidades socioemocionales, conciencia socioambiental; creo que esta cuestión de estar conectados requiere no sólo estar conectados al nivel de la tecnología, sino en un nivel macro, de que todo lo que podamos hacer a futuro ayude al medio ambiente y a la sociedad en la que vivimos”.
En su momento, Santiago Gutiérrez Valencia, VP México, Centro América y el Caribe de Pearson, coincidió en otorgar a los niños habilidades blandas como pensamiento crítico, para que tengan capacidad de analizar la información y sepan distinguir la desinformación, así como empoderarlos para que puedan ser autodidactas.
C$T-GM