El debate sobre la inteligencia artificial no debe centrarse en la tecnología sino en lo social y México está en el camino correcto. Tan es así, que los presidentes de las comisiones de tecnología de ambas Cámaras del Congreso de la Unión, toman parte directa en estas discusiones, donde la pregunta es, cómo hacer que este asombroso avance ayude a construir un mundo mejor y cómo lo convertimos en una solución.
Así lo señaló Gabriela Ramos, directora general adjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en México, al presentar en el Senado de la República los lineamientos aprobados por los Estados miembros para la regulación de la inteligencia artificial, para cuya aplicación a nivel nacional, hace falta un diagnóstico que la propia organización realizará en colaboración con el Congreso.
Durante una charla que ofreció como parte del encuentro titulado “Hacia un diagnóstico de la inteligencia artificial en México: implementación ética y responsable”, celebrado en la sede del Senado de la República, destacó que hasta ahora estos diagnósticos ya están en marcha en la India, Brasil, Países Bajos y 15 naciones de África, además de Chile, país que albergará en octubre una reunión global sobre la materia porque “no lo podemos hacer solos”.
Dijo que el tema trae consigno muchas desigualdades, no sólo debido a que 8.5 de cada 10 desarrollos de inteligencia artificial los hacen hombres blancos que hablan inglés, sino que las inversiones hasta el 2021 a nivel global superaban los 160 mil millones de dólares con una importante concentración por parte de Estados Unidos, con 62 mil 800 millones; China con 17 mil 200 millones y muy por detrás, el Reino Unido con 4 mil 660 millones, mientras que Israel, Alemania, Canadá, Francia, India, Australia, Corea del Sur, Singapur, España, Emiratos Árabes Unidos, Hong Kong y Portugal acumulan inversiones de entre 520 millones y 2 mil 400 millones de dólares cada uno.
Y estas inversiones derivan de que tanto los Estados nacionales como la iniciativa privada en el mundo, están adoptando con velocidad récord esta nueva tecnología y prueba de ello es que para llegar a sus primeros 100 millones de usuarios, Chat GPT lo hizo en un mes, mientras que en su momento la electricidad apenas tenía 25 por ciento de usuarios potenciales conectados, cuando ya llevaba 50 años de instalada.
En ese sentido, “el debate no se centra en si debemos regular o no, sino cómo lo hacemos” y si bien hay muchas propuestas legislativas en el mundo (México incluido), lo importante es definir qué tipo de desarrollo se requiere y cómo se aplican no ya las recomendaciones de la UNESCO, sino los estándares internacionales que los acompañan, para evitar que el tema se salga de control.
Por ejemplo, que siempre haya un ser humano a cargo de la decisión final; cómo se garantiza la prohibición de tecnologías de espionaje masivo o de perfilamiento, “porque ya no es tan importante si las empresas tienen o no datos de las personas; yo estoy más preocupada de que los tengan gobiernos autoritarios y los usen negativamente o que los empleen para efectos electorales”, advirtió la directora adjunta de la UNESCO en México.
Es claro que, al ser desarrollada de forma desigual en el mundo, esta tecnología puede profundizar gravemente múltiples brechas, empezando porque alrededor del 50 por ciento de la humanidad no tiene acceso a la conectividad, y por eso la UNESCO recomienda a los Estados miembros poner atención en políticas de datos, género, gobernanza, desarrollo y cooperación internacional, medio ambiente y ecosistemas, salud y bienestar social, comunicación e información, educación e investigación y cultura.
La pregunta central es para qué se quiere la tecnología y por eso se han desarrollado algunos principios como rendición de cuentas, sustentabilidad, no discriminación, conciencia y gobernanza de datos, pues es importante crear reglas efectivas, porque de lo contrario se pueden crear nuevas desigualdades, además de profundizar las ya existentes.
Algunas tecnologías que pueden implicar estos riesgos son la de reconocimiento facial, que puede incidir negativamente en las libertades fundamentales y afectar a poblaciones vulnerables.
También se debe discutir la transparencia de las fuentes de información, que en la inteligencia artificial generativa no queda clara y por lo tanto no podemos saber de dónde salieron los datos que nos presenta.
Como usuarios, debemos tener derecho a hacer estas preguntas y recibir respuestas puntuales, pues mientras eso no pase “no tomen como verdad lo que dicen estas inteligencias”, recomendó.
México tiene mucho qué aportar a estos diagnósticos y por lo tanto es importante la participación multisectorial, además del Congreso y pensar con claridad qué modelo funciona mejor para regularlo, porque cada secretaría de Estado tiene sus necesidades y retos, y la regulación institucional debe tomarlas en cuenta.
“La UNESCO no le va a decir a México qué tiene que hacer ni cuál modelo adoptar. Es importante la participación de la iniciativa privada, la academia, la industria y demás elementos del ecosistema”. En todo caso, lo más relevante es generar reglas claras que generen certidumbre y guía del camino que se ha de recorrer y por eso en breve se realizarán seis mesas temáticas que recogen los ejes fundamentales del debate.
C$T-GM