La reciente convergencia de las tecnologías digitales que ha permeado en la mayoría de los sectores productivos y en las actividades gubernamentales, ha generado una enorme cantidad de innovaciones capaces de incidir en la productividad y crecimiento económico de la mayor parte de las naciones de Latinoamérica, de acuerdo con el reporte Visión 2025, reinvertir en las Américas: una década de oportunidades, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Interamericana de Inversiones.
“El uso de plataformas digitales en línea podría aumentar el PIB mundial gracias a una mayor productividad, el aumento del empleo y una mayor participación en el mercado laboral, al grado de que para 2025, hasta 540 millones de personas podrían beneficiarse de las plataformas de intermediación laboral en línea”, estima.
En su apartado Oportunidades para América Latina y el Caribe en la próxima década, el BID sostiene que un aumento del 10 por ciento en la penetración de la banda ancha se correlaciona con un aumento del 3.0 por ciento del PIB per cápita y del 2.0 por ciento en la productividad, como lo refiere la plataforma DigiLAC.
Los procedimientos de gobierno en línea suponen en promedio 5.0 por ciento del costo que revisten los procedimientos presenciales por escrito, lo que da lugar a una mayor eficiencia y ahorros en la gestión pública y la prestación de servicios, ya que los gobiernos de la región gestionan más de 2 mil procedimientos.
En términos generales, el gobierno digital puede reforzar la capacidad de las administraciones públicas y, por ende, la calidad, el acceso y la prestación de los servicios públicos, abunda el estudio.
“Si la economía digital se fiscaliza adecuadamente, el sector podría generar una recaudación pública creciente y se podría poner a las empresas digitales y analógicas y a los proveedores de servicios digitales nacionales e internacionales en igualdad de condiciones”.
No obstante, según el BID la economía digital es incipiente en América Latina y el Caribe y para asegurar la prosperidad de la región a mediano y largo plazo, los países deben estar atentos a las oportunidades y riesgos asociados con las tecnologías disruptivas.
Por ello, y si logran adaptarse y sacar partido de los efectos transformadores de esas tecnologías, las economías se beneficiarán de dividendos a largo plazo en términos de crecimiento, innovación e inclusión social.
“Es fundamental que los gobiernos conciban programas específicos y complementarios que respalden la digitalización para aprovechar su potencial social, económico y productivo, aumentar la resiliencia del sector productivo y desarrollar las competencias que los trabajadores precisen a mediano plazo”, enfatizó el BID.
Asimismo, el documento sostiene que la digitalización también puede impulsar el crecimiento y la innovación a través de la llamada economía “naranja” o “creativa”.
Una mayor digitalización conjugada con la iniciativa empresarial crea las condiciones necesarias para una pujante industria creativa y ese tipo de industrias han aprovechado el número creciente de usuarios de internet, ya que ese medio facilita la conciliación de la oferta y la demanda a menor costo.
Además, la innovación es una piedra angular de la economía naranja que se sirve de las nuevas cadenas de valor basadas en contenidos. Estas inversiones pueden crear una mayor demanda de tecnología puntera, nuevas oportunidades de empleo para pequeñas empresas que explotan el patrimonio cultural de los países y economías basadas en productos artesanales.
Como resulta cada vez más evidente, la posibilidad de los sectores público y privado de prosperar en este nuevo contexto dependerá de su capacidad para adoptar estas nuevas tecnologías digitales, que pueden fomentar oportunidades mejores y más equitativas para los ciudadanos (empleo y acceso a servicios como la educación y la salud), un sector privado más productivo, innovador y resiliente y gobiernos más eficaces, eficientes y transparentes.
“Servirse de las tecnologías digitales es fundamental para ampliar el empleo y el crecimiento y mejorar la inclusión social. El Grupo BID puede ayudar a los países a desarrollar un ecosistema digital propicio que atienda varios aspectos clave”.
Entre ellos, mencionó aumentar la inversión, especialmente en conectividad e infraestructura; diseñar marcos normativos adecuados; invertir en capital humano; ajustar los sistemas y procesos de adquisiciones y contrataciones públicas; aprovechar las tecnologías disruptivas y respaldar nuevas empresas innovadoras.
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