Reconocido apenas hace unos tres años, pero descrito desde 1974, el Burnout representa una amenaza para la productividad de las empresas, aunque el sector tecnológico tampoco es la excepción, es así que 42 por ciento de sus empleados experimentan cansancio emocional, lo que apunta a una crisis de agotamiento entre los trabajadores de este mercado.
De hecho, uno de cada cinco profesionales del sector tecnológico, manifestó su deseo de abandonar la empresa en que labora dentro de los próximos seis meses, debido principalmente a la falta de bienestar mental, según cifras de la plataforma Yerbo, especializada en bienestar laboral.
En opinión de Carlos Sponton, Head of Science de la firma, esto tiene un alto costo que no se da en otras industrias: muchos desarrolladores de software pueden, en un corto lapso y con un alto nivel de cansancio, pensar en buscar otro trabajo.
“Existen otros costos ocultos como que este profesional deja de producir con el mismo énfasis y energía con los que hacía antes su trabajo, simplemente porque se va quedando sin ganas ni fuerza, y entonces la calidad de su labor también se deteriora”, explicó el directivo en entrevista para ConsumoTIC.
Otra consecuencia es la reputación organizacional, toda vez que al medir la satisfacción de los empleados, estos pueden convertirse en promotores pasivos o detractores de una compañía al hacer o no recomendaciones a un colega para ir a trabajar a determinada empresa.
Al reaccionar como detractor, puntualizó, no lo hace porque quiere, sino porque ya está tan agotado que entra en un proceso de emociones negativas respecto a la empresa; esos son indicadores clave, por eso es importante hacer una medición frecuente de las impresiones del colaborador.
Destacó que en el área tecnológica, los líderes de equipos tienen el Burnout más alto que el resto del equipo, derivado de toda la transformación que trajo consigo el trabajo remoto con la sobrecarga de tareas; “esa sensación de ineficacia, de no alcanzar los objetivos y de tener que estar aprendiendo permanentemente fue más alta en aquellos que coordinan un equipo de trabajo”.
Tecnoestrés y embajadores digitales, oportunidad para las organizaciones
A decir del especialista, uno de los factores que quema mucho las reservas emocionales es la sensación de ineficacia con el uso de nuevas tecnologías, lo que se conoce como tecnoestrés y aún dentro de los trabajadores tecnológicos, 51 por ciento de estos profesionales siente que está logrando menos de lo que debería.
“El 33 por ciento de las personas que trabajan en tecnología se sienten ineficientes aún usando las mejores tecnologías, lo que se suma a la ansiedad y angustia que produce una adicción muy marcada de estas herramientas si no se gestionan bien”, apuntó.
En este rubro mencionó que a nivel generacional, los Baby Boomers (personas nacidas entre 1946 y 1964) sienten mucha ansiedad por el uso de las nuevas tecnologías, aunque algunas empresas han logrado obtener un aprendizaje inverso, es decir, que las nuevas generaciones enseñen a las viejas; que los nativos digitales enseñen a los inmigrantes digitales a entrar en el nuevo mundo, lo cual es una ventaja y una oportunidad.
“Esas organizaciones que han usado a los nativos digitales, en el buen sentido de la palabra, como coach de los inmigrantes digitales han logrado que una gran parte de los trabajadores se vuelvan a reinsertar, y a ellos se les conoce como embajadores digitales, una figura que están usando muchas empresas para solucionar este problema del estrés por las tecnologías”, subrayó.
Un factor más que genera estrés en el trabajador tecnológico, enlistó, es el miedo a la obsolescencia y tiene qué ver con la idea de que lo aprendido ya no sirve ante el acelerado y constante cambio en materia tecnológica, no obstante, funciona para gestionar en el mundo el aprendizaje permanente.
Hablemos también de brecha de género y el futuro inmediato
Entre los hallazgos del estudio Burnout Index de Yerbo, destaca que las mujeres tienden a obtener una puntuación más alta: 46 por ciento se sienten agotadas, sin energía física y emocional después de una jornada laboral, en comparación con 38 por ciento de los hombres que informaron lo mismo.
Esto está en línea con estudios anteriores, incluido un informe reciente de Girls in Tech que encontró que el 79 por ciento de las madres que trabajan se sienten agotadas.
“Con el trabajo remoto o Home Office, durante el confinamiento y en el caso de las mujeres existe un rol casi permanente de trabajo; las mujeres se sienten tan cansadas que no pueden hacer otra cosa después de trabajar y entonces se han perdido esos espacios, de charlar con otros, de fomentar amistades o disfrutar otras tareas con sus hijos; usan el poco tiempo que tienen libre con lo último que les queda de esa barrita energética, pero no hay un disfrute ni alegría, sino que lo hacen cumpliendo ese rol y sintiéndose agotadas”, alertó.
Finalmente, Sponton anticipó que la próxima pandemia a nivel mundial y México no escapará de ello, será la salud mental, pero las empresas mejor libradas serán las que encuentren una vuelta tecnológica que implique el cuidado integral de sus trabajadores, entre ellos, los desarrolladores de software y en general, empleados relacionados con la tecnología.
Empleados quemados a nivel nacional
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dan cuenta de que en México 75 por ciento de las personas laboralmente activas padecen los efectos del síndrome Burnout, mientras que el más reciente Termómetro Laboral de OCC Mundial apunta que 48 por ciento de los trabajadores mexicanos ha experimentado falta de motivación en su puesto; 38 por ciento padece de agotamiento total y 11 por ciento le falta creatividad.
Al respecto, la académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, Juana Patlán Pérez, acotó que el Burnout es un síndrome de tipo psicológico caracterizado por aspectos como el agotamiento, la despersonalización y la ineficacia, lo cual tiene un efecto tanto en las empresas como en el propio trabajador.
“En las empresas podemos identificar una baja producción, un bajo rendimiento, ínfimo desempeño, alta rotación, ausentismo; puede haber no sólo baja productividad e incluso puede haber errores, omisiones. Esto derivado del síndrome es que el trabajador hace que cumple con lo más que puede, pero como ya está agotado, su desempeño y su rendimiento se reducirá poco a poco”, añadió.
Pero más allá de las afectaciones a las organizaciones, las consecuencias para el trabajador abarcan desde problemas de salud laboral como trastornos del sueño, dolor de espalda, musculares, desórdenes gastrointestinales, depresión y ansiedad, advirtió la especialista.
Los efectos, de acuerdo con Patlán Pérez, se reflejarán en el núcleo social, familiar, porque esa respuesta de agotamiento repercutirá mucho en su relación interpersonal con todos con los que lo rodean.
Aunque no lo ve como un problema de salud pública, sí lo percibe así en materia de salud laboral, toda vez que calcula hasta en 80 por ciento el estrés de los trabajadores, pero depende del giro de empresa y ocupación, porque no es igual para todos.
“No es el mismo estrés para un profesor que imparte clases que para un cirujano que opera, ahí vamos a ver diferencias, hay que tomar en cuenta la ocupación o sector del trabajador; la minería es distinta al sector educativo, por ejemplo. El nivel de presión varía acorde a la industria, por eso es importante no generalizar”, dijo.
Inciden también características individuales que van desde la edad, el estado civil y escolaridad, porque a mayor nivel de escolaridad, generalmente se desarrollan habilidades para mejorar el desempeño.
Sobre las medidas que podrían implementar las organizaciones en pro del bienestar laboral y para evitar el Burnout, recalcó que se debe abordar de manera integral con capacitación constante para los colaboradores, equilibrar y revisar las cargas de trabajo, así como reconocer su labor con recompensas que promuevan valores de equidad.
“Otra es la gestión del tiempo, porque en la cultura del mexicano es hacer el trabajo y entregarlo un día antes de la fecha estipulada e impulsar habilidades para organizar el trabajo que pareciera obvio, pero no lo es. Se trata de saber organizar”.
Estas estrategias, concluyó la especialista, no requieren de mucha inversión, pero son elementales para una mejor distribución del trabajo, como servicios de salud ocupacional que puede atender casos particulares, lo que puede abonar a una cultura laboral más equilibrada y equitativa.
C$T-GM