Ante los cambios acelerados de los últimos dos años, la calidad de la formación online en las universidades plantea nuevos retos que van desde el diseño de programas, homologación de conceptos, medición de resultados, hasta la adaptación a las necesidades de formación de capital humano.
“Veo súper complejo el escenario de corto plazo, poder tener un estándar que refleje realmente el valor que está teniendo la educación online… De eso sí existe conciencia, pero cuando uno conversa con distintas personas que forman parte del sistema, muchos tienen una idea fragmentada… algunos se quedaron con el funcionamiento y la educación online de hace 10 o 15 años”, sostuvo Sergio Mena.
El rector de la Universidad Gabriela Mistral afirmó que persisten algunos desafíos cuyos alcances ni siquiera se pueden percibir; por ejemplo, en las prácticas de los estudiantes, que en la modalidad tradicional se realizan mediante viajes a un lugar y hoy en día podrían hacerse en plataformas digitales.
Recalcó, sin embargo, que la calidad en educación online es un tema multifactorial, que no depende solo de la cantidad de recursos de aprendizaje o del tipo de recursos multimedia que se generen, de la cantidad de profesores, tutores o actores, la plataforma o el potencial de las herramientas que se utilicen.
“Es muy importante el diseño del programa, la trayectoria de la experiencia formativa que los estudiantes van a tener; se requiere gran cantidad de definiciones institucionales que sean consistentes con los objetivos de cada programa y lo suficientemente flexibles como para tomar las diferencias propias de cada disciplina”.
En el coloquio “Calidad en la educación online”, Daniel Contesse, Vicerrector de Innovación y Desarrollo en la Universidad del Desarrollo (UDD) de Chile consideró arriesgado apostar por algún modelo para el futuro, ya sea en línea o híbrido, pues en su opinión habrá variedad de escenarios, adaptación a distintos tipos de alumnos y programas, o de necesidades de formación de capital humano.
El valor y una de las grandes ventajas que tiene esta transformación, que consideró más cultural que digital, es pasar de entender a la educación de una manera más monolítica a una mucho más variada, donde las herramientas que existen, además de las tecnológicas las pedagógicas, así como los mecanismos para lograr objetivos, permitan hacerse cargo de realidades muy distintas y de maneras distintas.
“Las organizaciones, las instituciones de educación, así como el sistema regulatorio tienen que pensarse desde esa lógica, de favorecer la diversidad, experimentación, la prueba del ensayo para, en definitiva, lograr que estos procesos de innovación terminen desarrollando todo su potencial en los procesos formativos”.
Por ello, sostuvo en el marco del 3o. Congreso Internacional de Educación Online (CIEO), organizado por la Universidad Gabriela Mistral junto con Blackboard -ahora parte de Anthology -, también se tiene que pensar en cómo se le entregan herramientas y cómo se apoya a las instituciones, se generan las condiciones y reglas del juego que faciliten una rápida experimentación y adaptación a lo que va a ser la convergencia de la educación.
En Latinoamérica, ante esta cambiante realidad, sostuvo, “estamos surfeando la ola del cambio”, aprendiendo, un poco desestabilizados para ver “cómo nos paramos en la tabla y salimos adelante”, pero el desafío es doble, por un lado regulatorio y, por otro, que las instituciones enfrenten este proceso de manera organizada, dedicando capacidades, personas y recursos.
Para Andrés Bernasconi, presidente de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) de Chile, es muy promisorio el desarrollo de la modalidad online, que consideró como una legítima forma de educar en todos los niveles.
Tras recordar que en el 2021 se aprobaron nuevos criterios y estándares de evaluación de instituciones de educación superior y de programas de pregrado y posgrado en el país sudamericano, reconoció que se espera mucha flexibilidad para que las instituciones puedan desarrollar una oferta académica según su propio proyecto y misión.
“Son criterios genéricos y amplios que permiten al desarrollo de distintas modalidades y propuestas; sin embargo, estamos ahora justamente en un trabajo de hacer algún tipo de definición de orientaciones un poco más específicas que pudieran ser de utilidad para el desarrollo y el proceso de calidad en instituciones de educación superior”.
Aunado a ello, subrayó que desde la CNA se realiza un esfuerzo de evaluar la calidad de los proyectos nuevos de las instituciones o las innovaciones a partir de su diseño, más que con los resultados, entendiendo que van a producirlos en un futuro cercano, para no crear barreras artificiales a la innovación.
C$T-GM