La pobreza, la ineficiencia de los sistemas de salud, educación de baja calidad o poca pertinencia, las dificultades de acceso al empleo de calidad, la discriminación laboral y la exclusión financiera son algunos de los factores que limitan el desarrollo social y económico de México, de acuerdo con el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
“En el caso de la educación, al menos 21 por ciento de la desigualdad de los padres se ha transmitido a los hijos. Si bien otras circunstancias entran en juego para generar desigualdad de resultados en las nuevas generaciones, además del esfuerzo de cada individuo, es muy considerable la desigualdad de oportunidades que enfrentan y que se atribuye a los orígenes familiares. De ahí una buena parte de la persistencia de la desigualdad”.
En el estudio denominado “El México del 2018: Movilidad Social para el bienestar”, el CEEY señaló que la desigualdad, la pobreza, la corrupción y en particular, la baja movilidad social intergeneracional permanecen aún como grandes pendientes dentro de la agenda pública.
La movilidad social, en general, se refiere a los cambios que experimentan los miembros de una sociedad en su condición socioeconómica.
“Para el Centro de Estudios Espinosa Yglesias la baja movilidad social intergeneracional revela una profunda desigualdad en las oportunidades de acceso a los medios que permiten superar las condiciones socioeconómicas de origen”.
Es decir, que el nivel socioeconómico del hogar donde se nace determina en buena medida el nivel de vida futuro, independientemente del mérito o esfuerzo. Y para revertir esta situación, expuso, se requiere contar con igualdad de oportunidades ya sea de acceso a la protección social, a la educación de calidad, al mercado laboral y al crédito.
La educación, destacó en el documento, es una de las dimensiones que sirve para entender los mecanismos de movilidad social, pues a diferencia de quienes tienen padres y madres que cuentan con estudios profesionales, las personas cuyos padres y madres tienen niveles bajos de educación no logran alcanzar, en promedio, una formación más allá de nivel secundaria.
“Aquella se identifica como un motor de movilidad ascendente, siempre y cuando pueda traducirse en mayor bienestar derivado de los logros de la persona en el mercado laboral. Sin embargo, el grado de logro educativo en México está supeditado a la condición de origen socioeconómico”.
En el estudio, advirtió que el Sistema Educativo Nacional cuenta con mayor población en el nivel primaria; sin embargo, la población que más ha crecido en la escuela pública corresponde a los niveles de educación media y media superior.
“Los primeros años en el sistema escolar reducen la desigualdad en el desempeño escolar en la generación de los hijos en relación con la de los padres, principalmente vía la escuela pública. Sin embargo, a partir de los 12 años de edad esta movilidad educativa se cae”.
En ese sentido, la propuesta del centro se resume en cinco puntos, uno de ellos relativo a la educación, para mejorar significativamente la cobertura, la calidad y la pertinencia de la educación media y media superior.
También, para la unificación y universalización del sistema de protección social, lo que incluye reformas en los sistemas de salud, de pensiones y de seguridad social. De una reforma fiscal que lleve a la eliminación de la informalidad en la actividad productiva y a una mayor recaudación de impuestos.
El CEEY consideró que las políticas públicas deben promover un mercado laboral flexible, pero a la vez seguro. Además, hay que eliminar la discriminación hacia grupos vulnerables.
Asimismo, ampliar la penetración y competitividad del sistema financiero, ya que esto promoverá que más personas tengan acceso a la protección financiera a través del ahorro, del crédito y de los seguros.
“El CEEY considera que la movilidad social no se ha tomado en cuenta lo suficiente por nuestros gobernantes. Incorporar como eje rector de las políticas públicas generaría un país más justo, eficiente y armonioso”.
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