Tras reiterar que 5G no es la panacea ni provocará de manera inmediata y automática la transformación digital, José Otero, vicepresidente para América Latina y el Caribe de 5G Américas, advirtió que el proceso para que las nuevas tecnologías alcancen su máximo potencial como catalizador de desarrollo, pasa por la infraestructura, disponibilidad del software, innovación, entorno económico, inversiones, políticas públicas y el marco regulatorio internacional, nacional y local.
Al presentar una ponencia sobre las implicaciones de esta tecnología en el evento 5G y Transformación Digital, el experto pidió cautela al señalar que “ninguna tecnología es una panacea; no porque coloques infraestructura para 5G se va a acabar con la brecha digital, ni se alcanzará de golpe la transformación digital; hay que saber el potencial de cada tecnología y cómo el marco legal la impulsa o la frena”, advirtió.
Por otro lado, alertó sobre el “falso sentido de urgencia que muchos evangelizadores tratan de imponer, con una narrativa de que si no lanzamos 5G inmediatamente nos vamos a ir a la prehistoria. Esto es falso y es sumamente importante comprenderlo para saber lo que sí y no aportará la tecnología”.
En ese sentido, José Otero insistió en que la infraestructura cobra un papel fundamental para el despliegue y uso de la tecnología de quinta generación. No sólo en términos de telecomunicaciones, sino en infraestructura civil como puentes, carreteras y energía eléctrica que permitan abaratar o no los despliegues, sobre todo en zonas rurales.
Por otra parte, hay que revisar la disponibilidad del software más actualizado, porque “puedo tener la mejor red del mundo, pero si sigo usando los mismos programas de hace diez años, no va a haber transformación. Pueden estar disponibles las mejores aplicaciones del mundo, pero si el ciudadano no sabe que existen y no las usa, es perder el tiempo” y por ello hace falta lanzar iniciativas de gobierno electrónico que den un uso eficiente a la tecnología y al mismo tiempo, educar al usuario para que obtenga beneficios de ello.
Debe haber innovaciones tecnológicas que incidan a nivel local, lo cual lleva al tema de lo económico, pues como región, América Latina y el Caribe está pasando por una etapa difícil y hay lugares donde definitivamente la situación económica no permite el despliegue de tecnología como es el caso de Venezuela, Honduras, actualmente Argentina o casos más complejos como Haití o Nicaragua.
Y hablando precisamente del tema económico, José Otero señaló que en ello inciden las inversiones que las empresas puedan plantear a partir de otros temas como la regulación mundial, nacional o regional que impulsa o frena el despliegue, así como las políticas públicas en materia fiscal, de pago de derechos por el espectro y de concesiones y otras figuras jurídicas para las empresas de telecomunicaciones.
Se trata, pues, de un desafío con muchas aristas y que hace prever que la transformación digital no va a ocurrir de un momento a otro, sino como parte de un proceso evolutivo más o menos complejo, relacionado con temas como la densidad y la pirámide poblacional de cada país, el entendimiento que los tomadores de decisión tengan sobre el tema (tomando en cuenta que son servidores públicos electos por la ciudadanía y que no siempre son expertos en la materia), así como el nivel de ingreso de cada país.
Por un lado, los operadores desplegarán y desarrollarán aplicaciones a partir de rentabilidad, y por eso es importante tomar en cuenta ejemplos de iniciativas público-privadas en la región, que ayudan “a ver el vaso medio lleno”, sin olvidar que los gobiernos deben encontrar la manera de expandir la cobertura, pero sobre todo la accesibilidad para los equipos y servicios.
De nada sirve que una persona tenga acceso al servicio, si no puede pagar por el equipo o por el servicio mismo y aún más es indispensable que la población tenga un conocimiento de para qué le sirve realmente estar conectado.
Recordó que actualmente, la situación macroeconómica no es la mejor en América Latina y prueba de ello es que el promedio de tiempo de uso que le dan las personas a sus celulares ha aumentado. Actualmente, en Brasil es de 43 meses, en Argentina de 36 y en México de 33 meses, y a nivel regional, este promedio se incrementó en ocho meses en los últimos cinco años.
Es decir, hay menor renovación de equipos, porque a la gente le cuesta más trabajo comprar un celular nuevo y al menos en el caso de la tecnología 5G, los aparatos siguen siendo caros y es necesario que los precios de estos dispositivos bajen, por lo menos a 75 dólares.
C$T-GM