El uso intensivo del espectro radioeléctrico para las telecomunicaciones, la transmisión de electricidad a través de líneas de alta tensión y hasta los transformadores eléctricos en los postes de la calle, pueden generar contaminación por la intensidad de los campos electromagnéticos, potencialmente dañinos contra la salud humana, si las concentraciones sobrepasan ciertos límites.
Además, resguardarse en casa o en otros sitios aparentemente seguros, no resuelve el problema, pues las frecuencias que se usan están diseñadas para atravesar las paredes y dar servicio a aparatos que tenemos en el domicilio como televisores inteligentes, el módem del WiFi, la radio y el celular, así como cualquier aparato con tecnología de Internet de las Cosas (IoT), advirtió Jorge Barrera, director asociado para México de TES América.
En conferencia de prensa virtual donde explicó los alcances de la contaminación por campos electromagnéticos generados por la infraestructura digital, dijo que en general, mientras más densidad de telecomunicaciones y aparatos haya en alguna zona, más alta será la producción de ondas electromagnéticas y, por lo tanto, mayor el riesgo.
Si bien hasta ahora no existe evidencia de que este tipo de contaminación tenga efectos cancerígenos en las personas, en pruebas de laboratorio se ha demostrado que al sobrepasar los límites recomendables, en un modelo que imita la consistencia de un cuerpo humano, el agua al interior se calienta, lo que, replicado en una persona, podría significar a la larga problemas de salud.
Parte del problema es que, si bien estamos expuestos todo el tiempo a este tipo de contaminación, también llamada Radiación no Ionizante, en especial en las ciudades donde se concentra más el número de aparatos y señales, no existe un monitoreo oficial, ni medidas predeterminadas que se apliquen de manera general para atenuarlas, como sí ocurre, por ejemplo, con la contaminación del aire.
En el caso de la calidad del aire en la Ciudad de México, hay una red de estaciones de monitoreo, un criterio de cuántos IMECAS se deben rebasar y medidas emergentes (restricción en la circulación de automóviles) para echar a andar en esos casos, como forma de enfrentar el problema, pero no ocurre lo mismo con la contaminación electromagnética.
Jorge Barrera explicó que el organismo global que se encarga de establecer los parámetros en este tema, es la Comisión Internacional de Protección Contra la Radiación no Ionizante (ICNIRP, por sus siglas en inglés), que tiene como medida los voltios por metro o “voltímetros” y recomienda que las personas no se expongan a más de 28 de estas unidades, pues de lo contrario, pueden sufrir calentamiento del cuerpo, dolores de cabeza o de oídos y alteraciones nerviosas como dificultades para conciliar el sueño, aunque las afectaciones son distintas para cada persona.
Y si bien se trata de afectaciones que aparentemente no causan daños graves, permanentes o crónicos en la salud, lo preocupante es que México adolece de falta de regulación y de algún organismo que realice estas mediciones, así como de medidas que se puedan tomar para disminuir los niveles de esta contaminación, como sí ocurre con la contaminación del aire.
Cuestionado sobre la posible afectación al campo electromagnético de la Tierra que pudiera derivarse del uso exponencial espectro radioeléctrico para el servicio de la tecnología de 5G y de IoT, explicó que hasta ahora no se ha demostrado una correlación, si bien es cierto que hay un debilitamiento del campo electromagnético del planeta, que no parece estar relacionado con las telecomunicaciones.
Lo que sí es un hecho, es que cuando se llegue al pleno despliegue de 5G (México está todavía lejos de ese punto), será necesario colocar hotspots y antenas cada 100 metros o menos, lo que incrementará de manera notable este tipo de contaminación, sobre todo en las ciudades.
En ese sentido, recomendó que se hagan mediciones precisas, para saber a cuánta contaminación se está expuesto en distintos lugares y ejemplificó con algunos ejercicios que hizo la empresa a petición de las autoridades municipales en los pueblos mágicos de Valle de Bravo y Huasca de Ocampo, donde encontraron medidas de 1.2 y 1.5 voltímetros, respectivamente, lo que demuestra que están holgadamente dentro de la norma.
Y si bien este tipo de contaminación no se ve ni se siente, existen recomendaciones más o menos obvias y conocidas, como evitar las llamadas por celular “pegado a la oreja” por largo tiempo y en su lugar, utilizar audífonos o “manos libres”, además de apagar o alejar aparatos como el módem de WiFi, para que, al menos, no estén en la habitación donde uno duerme.
C$T-GM