En los próximos cuatro años, las agencias gubernamentales en México vivirán una intensa transformación digital de los servicios que habitualmente ofrecen a la sociedad, y desde este mismo año se estima que al menos 45 por ciento de los gobiernos en sus tres órdenes estarán procesando servicios a la ciudadanía en tiempo real, lo que exigirá la puesta en marcha de amplios procesos de automatización.
Luego de prolongadas condiciones de confinamiento, el país enfrenta una nueva realidad, por lo que las instituciones privadas y sobre todo las gubernamentales, deben considerar que la resiliencia digital en un mundo conectado dejó de ser una opción para convertirse en una estrategia que debe observar todo tipo de organización, aseguró Claudia Medina, Gerente de Soluciones Empresariales de IDC México.
Al participar en la 16 edición de la Cumbre de Gobierno y Tecnología de IDC, la especialista indicó que el uso de la tecnología estará presente sustentando todas las iniciativas de desarrollo que pongan en marcha las instituciones públicas, que deben ser capaces de abrazar cambios tecnológicos e instrumentarlos de la manera más eficiente.
En sus predicciones 2022-2026, la especialista destacó que este año 55 por ciento de los gobiernos estarán ya trabajando sus servicios en la nube; el 2022, se estima que 60 por ciento de las agencias gubernamentales ejercerán tecnologías habilitadas por Inteligencia Artificial (IA) para capacitar a sus funcionarios, además que los presupuestos públicos necesitarán de proveedurías con costos flexibles y rentables.
“Estamos estimando que hacia finales de 2022, más o menos 20 por ciento de los datos federales se recopilarán y procesarán fuera de los centros de datos tradicionales, lo que aumentará la velocidad de procesamiento y los tiempos de respuesta que puedan dar para algunos trámites y servicios que brinda el gobierno, por lo que será importante incorporar tecnologías como la denominada Edge”.
Hacia 2024, en “aras de garantizar la continuidad de la operación” se estima que 30 por ciento de los gobiernos invertirán en espacios de trabajo digitales e inteligentes para habilitar estrategias de trabajo híbrido; mientras que en 2025, alrededor de 65 por ciento de las instituciones protegerán la seguridad y privacidad de sus activos digitales, utilizando análisis predictivo para identificar, contener, medir y abordar riesgos de seguridad.
La resiliencia digital dejará de ser temporal, será una constante en todas las instituciones, pues deberán responder a eventos disruptivos en forma rápida, remediar debilidades evidenciadas durante la crisis; expandir y optimizar los recursos canalizados a la transformación digital, lo que exigirá decisiones rápidas, así como la estabilización de procesos y costos.
Como sucede en otros sectores habrá entidades públicas que ya estén montadas en una operación innovadora, éstas deben incorporar la resiliencia digital como un principio fundamental para prosperar frente a los eventos disruptivos, pero como un concepto permanente, no sólo para sortear esta crisis, sino para enfrentar cualquier futuro evento.
Medina explicó que dentro de este concepto de resiliencia digital hay elementos imprescindibles de abordar: la fuerza de trabajo que debe operar acorde y a gusto con los cambios gestionados y con habilidades digitales suficientes; el ciudadano necesitará sentirse integrado e impactado de forma positiva con los cambios logrados.
La confianza y la reputación de las instituciones será otro elemento indispensable de cuidar, para garantizar credibilidad ante los ciudadanos; la revisión y rediseño de todo proceso incluso considerar aquellos que se deben recortar, y no menos importante contar con una planificación de las finanzas y presupuestos suficientes para abordar los procesos de transformación digital.
Finalmente habló del papel destacado y capacidades que deberá tener el responsable de las TI de cada institución, quienes deberán estar conectados con todos los liderazgos de las diferentes áreas de la dependencia, así como con el ecosistema de la administración pública, para garantizar una interconexión, disponibilidad y fijar un rumbo claro de los alcances que se pretendan lograr.

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