La convergencia entre la energía eléctrica y la digitalización, aunada a la nueva cada vez más dinámica economía digital, abre la oportunidad de definir un nuevo concepto: la Red Eléctrica Inteligente (REI), a la que se suma la nueva tendencia de descentralización y aumento de los denominados prosumidores.
De acuerdo con el reporte de Infraestructura en el Desarrollo de América Latina (Ideal) 2021 del CAF, la digitalización en el sector eléctrico ya está transformando el funcionamiento de los sistemas a través de la automatización y la comunicación entre los distintos segmentos de la cadena de producción.
Una REI, precisó, es la superposición de una red física de electricidad con un sistema de información que enlaza los equipos y los componentes tradicionales con infraestructura de medición avanzada.
Las redes inteligentes permiten mejorar la confiabilidad, seguridad y eficiencia (tanto económica como energética) del sistema eléctrico, así como facilitar el manejo de los activos de la red, la integración del sistema con fuentes de energías renovables y el desarrollo de la comunicación en tiempo real entre los consumidores y las empresas.
La estructura de esa red se puede dividir en cuatro entidades: recolectores de datos internos (sensores en la red y medidores inteligentes); las empresas proveedoras de servicios eléctricos y centros de control; los generadores eléctricos, y las fuentes de información externas.
La generación incluye operadores de energía convencional y de fuentes renovables. El componente de transmisión y distribución consiste en subestaciones y centros de control conectados con sensores, en los que interviene fibra óptica, conexión inalámbrica e Internet de las Cosas (IoT).
El centro de control de una REI incluye interconectores, medidores y elementos técnicos que son manejados con los procesos automatizados y el software. El componente de consumidores incorpora la generación con renovables, autos eléctricos y medidores inteligentes y estos, a su vez, son interfaces que permiten manejar artefactos y activos inteligentes de los usuarios.
Aunque la digitalización en el sector eléctrico está transformando el funcionamiento de los sistemas a través de la automatización y la comunicación, el impacto más importante de la digitalización no se encuentra en las mejoras que aporta al funcionamiento actual del sector, sino en los cambios provocados en su organización industrial, específicamente en la configuración de los mercados eléctricos y la forma en que se llevan a cabo las transacciones.
La tendencia de electrificación puede ser clave para alcanzar las metas de descarbonización requeridas para satisfacer los objetivos climáticos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero la nueva tendencia hacia la descentralización de los patrones de producción y consumo puede ser llevada incluso a nivel de usuarios finales.
“Otra tendencia reciente en el sector es la descentralización de ciertas actividades a nivel de usuarios finales, permitiéndoles un rol más activo en el sector, innovando en generación y almacenamiento distribuido, y en respuesta de la demanda”.
De acuerdo con el reporte de CAF, el complemento en este escenario son las energías renovables no convencionales (ERNC), que incluyen las fuentes eólica y solar, la biomasa, el biogás y pequeñas generadoras hidroeléctricas.
Si bien no se ha desarrollado la generación a pequeña escala a costos competitivos, el estudio revela que la participación de estas nuevas fuentes de energía ha crecido rápidamente en algunos países de la región.
“Si los vehículos eléctricos se masifican, los hogares podrían también prestar servicios de almacenamiento, en lo que se denomina servicios bidireccionales de vehículo a red (vehicle-to-grid o, por sus siglas en inglés V2G)”.
En la energía eléctrica, detalló, se precisará invertir en medidores y sensores inteligentes, conmutadores avanzados, nuevo software y refuerzos de la red eléctrica tradicional. El avance de la generación distribuida planteó la necesidad de instalar redes bidireccionales y equipos inteligentes de medición que permitan a los clientes vender su energía en el mercado.
En ese sentido, el CAF considera como un desafío, además de las inversiones, la inclusión en los marcos regulatorios de nuevos agentes que no existían antes en el mercado, y que por el momento ha sido limitada, que en el sector eléctrico se conocen como prosumidores, es decir consumidores-productores.
“Los beneficios de la REI alcanzarían su potencial con una separación de la distribución y la comercialización”, lo que permitirá a las comercializadoras ofrecer distintos planes de tarifas (con la posibilidad de tarifas dinámicas) y competir para incorporar a clientes.
C$T-GM