Necesario crear conciencia sobre riesgos digitales.
El exceso de confianza y la ingenuidad son dos de los principales factores que facilitan la usurpación de identidad, un delito que crece de manera exponencial en México y cuyas consecuencias no se limitan a la esfera financiera, sino que también están relacionadas con graves daños a la imagen y reputación de las personas.
«El centro del problema se encuentra en el usuario. Particularmente los mexicanos somos muy confiados, somos un objetivo interesante para los cibercriminales porque somos ingenuos y es fácil caer en el Phishing que a través de engaños se obtiene información que posteriormente se usa para suplantar una identidad», dijo Cynthia Solís, socia del despacho Lex Inf.
Si bien cuando una persona suplanta la identidad de otra puede tener una motivación económica como realizar transacciones, obtener claves bancarias, realizar compras no autorizadas u obtener un crédito hipotecario, también puede tener el objetivo provocar daños en la reputación o imagen de la víctima.
«Por desgracia esto es una epidemia a nivel mundial, 50 por ciento de las personas en Estados Unidos han sido víctimas de un caso de suplantación de identidad; en México, sólo del año pasado a éste, de acuerdo con datos de Condusef, la suplantación de identidad ha crecido 289 por ciento, tiene una alta incidencia».
La ciberdelincuencia se aprovecha en buena medida de la curiosidad, ingenuidad y exceso de confianza de los usuarios por ejemplo a través de correos que llaman su atención con mensajes como «Aviso de deuda, pague inmediatamente» o «Esto te interesa».
Al respecto, Solís explicó que quienes ven en la usurpación de identidad un negocio ilícito rentable suelen dirigir sus ataques de acuerdo con el perfil de los usuarios para garantizar que sus mensajes sean lo suficientemente atractivos para «engancharlos» de manera más fácil y rápida.
«Los ciberdelincuentes estudian el target, por ejemplo, si buscan gente retirada y con Afores, se orientan a personas que no tienen mucho conocimiento del ámbito tecnológico; si buscan a los Millenials, pues se orientan en personas que les gusta compartir su información en redes sociales y que todo el tiempo están conectadas».
Ante ello, sería muy bueno que los usuarios se condujeran con mayor cautela para identificar mensajes, ofertas o publicaciones demasiado buenas para ser verdad o que son poco congruentes con su realidad; se tata de establecer filtros personales que les permitan encender las alertas para reconocer situaciones riesgosas.
Sin embargo, reconoció la especialista, buena parte de la solución también está en manos de los gobiernos, pues tienen en el tintero la creación de una cédula única de identificación que de manera eficiente y confiable reúna la información de los ciudadanos.
«Esto es muy importante porque hemos visto casos en donde una persona logra obtener una credencial de elector auténtica sin ser quien dijo ser, gracias a que de una u otra manera obtuvo una acta de nacimiento, un comprobante de domicilio u otro documento que le permitió identificarse y suplantar otra identidad».
Ante el incremento acelerado de casos relacionados con la suplantación de identidad, organismos como la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) y el Instituto Nacional Electoral (INE), han publicado guías prácticas para identificar este delito y evitar ser víctima.
Sin embargo, una pieza clave es crear conciencia entre los usuarios sobre el grado de responsabilidad que tienen sobres sus propios datos, y para ello, es fundamental llegar a los más jóvenes desde la educación básica.
«En los últimos 10 años la tecnología ha avanzado lo que en otro momento hubiera tardado 30 o 40 años, eso muestra cómo y por qué no estamos preparados, nos llegó la tecnología antes de entender los riesgos y por eso hay que elevar el nivel de concientización, así como hacemos recomendaciones: evita salir de noche o cuídate cuando andes en la calle, es necesario elevar las medidas de prevención en el ámbito digital».
La prevención y responsabilidad sobre la información personal, añadió, debe partir de una realidad: la usurpación de identidad no siempre inicia en el entorno digital, sino por el papel; es decir, documentos que se quedaron en un archivo muerto, terminaron en la basura o que alguien extrajo con cierta facilidad del hogar.
«Las personas suelen ser distraídas con su documentación, dejan comprobantes de pago, cuentas bancarias y otros documentos al alcance de cualquier persona, o incluso los tiran a la basura sin destruir la información personal que contienen, el problema con el papel es que se puede perder, extraer o robar de manera relativamente fácil, también se da en situaciones aparentemente inofensivas como sacar una fotocopia, pero cuántas veces verificamos que no se haya sacado una copia más que pueda ser usada para usurpar una identidad».
Si bien existe un bajo nivel de confianza en el sistema de justicia, la especialista considera que la cultura de la denuncia es fundamental para enfrentar este tipo de delitos y evitar que prevalezca la impunidad y la percepción de que no existe un castigo.
«El Ministerio Público del fuero común es la instancia para denunciar este tipo de casos porque la usurpación de identidad no es un delito reconocido a nivel federal y solamente está tipificado en estados como la Ciudad de México, el Estado de México, Jalisco, Tlaxcala, Baja California y Quintana Roo, pero es importante que se denuncie».
C$T-GM