De momento, y pese a lo mucho que se exagera sobre cómo la Inteligencia Artificial (IA) transformará a la educación, de momento las ventajas no están nada claras y hay muy pocas evaluaciones independientes, asegura Wayne Holmes, consultor de Investigación y Profesor de la University College London.
“La IA es bastante mediocre, al menos en sus versiones actuales que no ayudan a los jóvenes a desarrollar habilidades. Se centra más bien en las matemáticas o la física, cosas que están claramente definidas, materias donde la IA puede decir si algo es correcto o incorrecto, o cosas así”.
A decir del catedrático, en materia de educación, la IA es una materia pendiente, aunque las autoridades de todo el mundo se lanzan de cabeza a comprar sistemas y se gastan mucho dinero; hay pocas pruebas de su eficacia.
Durante el conversatorio “Cómo alcanzar la excelencia y la equidad en Educación en un mundo impulsado por los datos”, Holmes señaló que percibe a la IA en educación desde tres niveles: por un lado está el aprendizaje con IA, el uso de herramientas como apoyo a la docencia, éstas a su vez se pueden dividir entre las que se orientan al sistema, a alumnado o al profesorado.
El siguiente ámbito, dijo, es el aprendizaje acerca de la IA: aprender cómo funciona, cómo crearla, “no me refiero solo a las universidades, sino en dar estas oportunidades a los niños, en su trayectoria formativa”. Y el tercer nivel tiene que ver con prepararse para vivir en un mundo cada vez más dominado por esta tecnología.
En ese contexto, Robert Hawkins, director global de Tecnología e Innovación Educativa, Banco Mundial, planteó cinco preguntas previas al uso de edtech (tecnología educativa): ¿qué cambios quieres que produzca tu inversión?, ¿cómo cambiarán las habilidades del alumnado?, ¿qué dinámica entre profesores y alumnos esperas conseguir?, ¿cómo enriquecerá esa inversión el plan de estudios?
Expuso que una gran concreción en cuanto a los resultados educativos y al cambio en el aula es lo que lleva a invertir en edtech (tecnología educativa) y no en tecnología, ese es el primer principio.
“El segundo es que si te centras en los más desfavorecidos, en los menos conectados, y desarrollas soluciones para llegar a esas personas, a esas escuelas, profesores y alumnos, puedes luego ampliar la escala a las zonas de un país socioeconómicamente más ricas. Es un trabajo hacia afuera y hacia adentro”, refirió.
Este principio también incluye la idea del diseño centrado en la persona y los ministros de Educación deben entender bien cómo las inversiones afectan y obedecen a las necesidades de profesores y alumnos, señaló durante el conversatorio, parte de EnlightED, la conferencia mundial sobre educación.
El tercer principio es “Empodera a los docentes”. Al final, la educación es un compromiso social, en cuyo centro están los docentes, debemos encontrar formas de brindarles apoyo para que hagan lo que saben hacer: estimular al alumnado y ayudarle con sus problemas. Hay que intentar que la tecnología permita a los docentes hacer su trabajo más eficazmente.
“En el cuarto se debe reconocer que la edtech tiene múltiples dimensiones: no se pueden comprar tablets y esperar a que hagan su magia, y de la misma forma, se deben identificar las fuentes de conocimiento del país y fomentar que los ministerios de educación se involucren con esas fuentes de innovación, ya sean Universidades, proveedores de servicios del sector privado, ONG´s u otras instancias del gobierno”.
Finalmente apuntó al quinto principio: basarse en datos, ya que hay grandes oportunidades para usar los datos más eficazmente, no solo para medir el impacto en el sistema, sino para analizar los resultados del aprendizaje.
“Decía que los aspectos importantes de la excelencia son difíciles de medir pero sí tenemos la oportunidad de medir algunas de estas destrezas del Siglo XXI, por ejemplo”.
Además la idea de usar los datos y la evidencia a nivel global ayuda a los ministerios a no reinventar la rueda, a involucrarse en ese gran ecosistema a nivel global y a tener un enfoque innovador y a que el ministerio de educación sea una organización de aprendizaje y que esté siempre probando nuevos procedimientos y recopilando datos sobre ellos, sugirió Hawkins.
C$T-GM