Los 193 Estados que conforman la UNESCO adoptaron la Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial (IA), que más que una declaración universal, se trata del primer marco global para generar una regulación más efectiva, basada en normas y principios, con políticas concretas para el desarrollo y uso de esta tecnología, que si bien no es legalmente vinculante sí busca que los países lo adapten a sus legislaciones.
“Estamos viendo de qué forma algunos países responden a estos retos, ver la equivalencia funcional… No vamos a decir cómo lo van a hacer, pero lo que sí vamos a decir es qué tipo de resultados deben tener esas legislaciones. Va a ser un trabajo muy rico, pero muy relevante y muy necesario”, aseveró Gabriela Ramos, directora general adjunta de la UNESCO para el sector de Ciencias Sociales y Humanas.
De acuerdo con la organización internacional se espera que la IA genere casi 4 billones de dólares de valor añadido para 2022, pero también es probable que el crecimiento impulsado sea muy desigual, ya que su concentración en pocos países de altos ingresos dejaría muy atrás a los países en desarrollo.
La ejecutiva explicó que la necesidad de contar con un marco ético, basado en los derechos humanos y que produzca resultados justos y responsables, es el origen de este documento que hace un llamado a promulgar normas y regulaciones para un desarrollo beneficioso de esta estas tecnologías.
“Además de todo este marco normativo y, digamos, sustantivo que está dando una fuerza inusitada a esta recomendación, a la UNESCO se nos ha pedido que desarrollemos dos instrumentos muy importantes para la implementación: la evaluación del impacto ético y la metodología de la evaluación de la preparación de la competencia que tienen los países”.
En rueda de prensa virtual durante el anuncio oficial de adopción, destacó que se organizará una comunidad de expertos o practitioners para tener muy en cuenta el desarrollo de capacidades, no sólo de los individuos sino también de los países en temas de instituciones y desarrollo de legislación.
El documento se centra en la gestión de los datos, por una gobernanza más fortalecida que reconoce que estos son propiedad de las personas; en la protección contra los sesgos y la discriminación; así como en mecanismos de compensación, protegiendo a las personas para que puedan obtener medidas correctivas a través de la IA, si resultan con algún daño.
“Tiene un enfoque más respetuoso de los datos, de más transparencia, pues los datos en la actualidad, datos personales o colectivos son recabados de una manera poco transparente y luego son utilizados para otro tipo de decisiones que no necesariamente están en línea con la voluntad de quienes están generando”.
Los Estados miembro contarán con capítulos de políticas concretas que se pueden implementar en materia de datos, género, desarrollo y cooperación internacional, medio ambiente y ecosistemas, salud y bienestar social, comunicación e información, educación e investigación y cultura.
Uno de los temas controvertidos en la discusión del documento fue el uso de la IA para la supervisión o vigilancia masiva -el Parlamento Europeo votó recientemente, en una resolución, a favor de prohibirla-, y que ha alertado a muchos expertos respecto a los riesgos para la privacidad o discriminación de las personas.
“Hubo muchos Estados que querían disminuir el nivel de ambición, querían borrar cuestiones como que prohíbe la supervisión masiva o la utilización de los datos”, reconoció Gabriela Ramos.
No obstante, subrayó que esta guía es uno de los instrumentos más importantes de la Conferencia General de la UNESCO y tratará de alinear los desarrollos de la IA con la ética y con los derechos humanos y “fue adoptado por aclamación, que es casi como graduarse con honores”.
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