¿Es posible crear un futuro diferente para las ciudades de América Latina y el Caribe, a partir del uso de Inteligencia Artificial? Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la respuesta es sí, aunque –al menos en el segmento de desarrollo urbano y vivienda- el éxito pasa por concebir a esta tecnología como una herramienta solo de apoyo para la toma de decisiones y el aumento de la inteligencia humana, en lugar de un sustituto de ésta.
En un texto titulado “Las promesas y riesgos de la inteligencia artificial en el desarrollo urbano de América Latina y el Caribe”, el BID indica que la creciente urbanización en la región exige respuestas inmediatas, donde una tecnología tan poderosa como la IA, puede implicar grandes cambios en beneficio de millones de habitantes.
Los usos de la Inteligencia Artificial (IA) son prácticamente infinitos y está claro que su aplicación elevaría la productividad en muchos sentidos. De hecho, el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL), perteneciente al propio BID, indica que el empleo masivo de esta tecnología podría traer como consecuencia un crecimiento del 4.0 por ciento en el Producto Interno Bruto (PIB) regional.
Pero para que esto suceda, lo primero es resolver las brechas de conectividad que padece la región, sobre todo cuando se comparan las ciudades con las áreas rurales e incluso en las propias urbes, pues hay sitios donde la conectividad es deficiente o en definitiva no existe.
En el caso de México, la Encuesta Nacional de sobre Disponibilidad y uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2022, indica que el porcentaje de usuarios de internet en las zonas urbanas del país es de 83.8 por ciento, mientras en el ámbito rural la cifra llegó a 62.3 por ciento, lo que supone todavía una brecha por cerrar.
En el mismo sentido, el BID calcula que los países de América Latina y el Caribe en su conjunto, requieren una inversión de 68 mil 500 millones de dólares para “cerrar la brecha de conectividad digital que separa a los centros urbanos de las zonas rurales y las comunidades marginadas”.
De ese total, “el 59 por ciento (40 mil 415 millones) debería destinarse a mejorar la conectividad de las zonas urbanas y el 41 por ciento restante para las zonas rurales”; esto es, se requieren cuantiosas inversiones para que haya las condiciones indispensables para aplicar inteligencia artificial en los proyectos urbanos y falta financiar esas cantidades.
Por otra parte, la condición prevaleciente en la región demuestra que “Los sistemas limitados de recopilación de datos, su fragmentación y los problemas de privacidad dificultan la utilización eficaz de la IA en el ámbito del desarrollo urbano y vivienda. Por ello, deben mejorarse los sistemas de recopilación y gestión de datos, promover su intercambio y la colaboración entre diferentes usuarios, garantizando su uso ético y responsable”.
Con todo, se observan grandes oportunidades como el uso de Machine learning para estudiar aspectos como los patrones de uso de suelo, información demográfica y tendencias en el mercado inmobiliario para identificar potenciales áreas de desarrollo de vivienda de interés social e incluso en el sector de la construcción, la IA se puede optimizar los procesos de construcción, reduciendo gastos y mejorando los plazos de ejecución de obras.
Por otra parte, se pueden aplicar soluciones a la planificación urbana y a mejorar las políticas públicas para transformar las urbes en ciudades inteligentes, a partir de evidencias recopiladas con Big Data.
Sin embargo, hace falta personal capacitado y establecer programas de constante capacitación para dotar a los profesionales, responsables políticos, planificadores urbanos y público en general de los conocimientos y habilidades necesarios para utilizar y gestionar eficazmente tecnologías de IA.
Y si bien la vivienda y el desarrollo urbano son grandes áreas de oportunidad para mejorar las ciudades, la condición para que una urbe sea realmente inteligente, es que maneje bajo esos mismos parámetros otros aspectos como la gestión del agua, el tránsito vehicular, los residuos, el transporte público, la seguridad y la gestión de la energía, por sólo citar algunos.
Para todo ello se requiere una conectividad de muy alta calidad, con latencias muy cercanas a cero, que sólo se pueden conseguir con redes de 5G interconectadas y de alta eficiencia.
Al respecto, Karl Van Heeswijk, experto en telecomunicaciones del centro de investigación Wrey Castle del Reino Unido, en una reciente videoconferencia convocada por The Competitive Intelligence Unit (The CIU), señaló que la ultrabaja latencia es indispensable para las ciudades inteligentes.
Por ejemplo, los vehículos autónomos exigen garantizar que prácticamente la latencia no exista, pues los ocupantes estarán ocupados en cualquier cosa mientras viajan, precisamente porque se deja a la IA el trabajo.
Pero si la latencia impide al vehículo ver que el auto de enfrente prendió sus luces de frenos o bien que el semáforo está en rojo, puede haber accidentes graves. “Es decir, la latencia que se exige para una ciudad inteligente, es prácticamente cero”.
Asimismo, de acuerdo con el BID, es necesario crear marcos éticos y directrices muy estrictos para el uso de la IA, a fin de garantizar transparencia, equidad y responsabilidad en el uso y manejo de las soluciones, con un enfoque centrado en el ser humano que evite sesgos, discriminación y cierre las brechas que aún existen, en lugar de profundizarlas.
C$T-GM