En materia de educación, llegó la hora de dejar atrás la “adolescencia” tecnológica, pues desde hace al menos 10 años, las empresas siguen ofreciendo lo mismo a las escuelas, lo que significa que para llegar a la etapa adulta en esta área, es necesaria la alfabetización digital de la plantilla docente y que la sociedad asuma a la escuela como un núcleo central de su desarrollo.
Hasta ahora, las soluciones tecnológicas para las instituciones educativas, persisten en la misma lógica de ofrecerles lo que creen que les puede funcionar; el resultado es que en términos generales les ofrecen Apps, sistemas de gestión, soluciones de evaluación o, en el mejor de los casos “productos generales pensados para el sector empresarial, que luego se adecuan a las escuelas”.
En ese sentido, Miguel Sedoff, ministro de Educación, Ciencia y Tecnología de la provincia de Misiones, Argentina, señaló que “si no somos capaces como sociedades de entender la dinámica de la educación, es imposible que la educación siga el ritmo del cambio tecnológico y por lo tanto, seguiremos estancados en esas soluciones que nos mantienen en la adolescencia tecnológica”.
En entrevista con ConsumoTIC en el contexto de la tercera edición del e-Tech Evolving Education, el funcionario explicó que existe una dinámica distinta entre las empresas de tecnología y la educación: mientras las empresas se dedican a innovar, la escuela, en general, no lo hace y por eso, para alcanzar la “adultez” es indispensable involucrar a los maestros.
“La adultez tiene que ver con que el sistema educativo sea capaz de reflexionar qué necesita y pedir o exigir o adoptar lo que le sirva, no lo que la empresa le quiera vender”, pero también es necesario trabajar de cerca con los maestros, pues todavía existen docentes que no saben enviar un archivo adjunto por correo electrónico y por lo tanto no se les puede exigir que manejen aplicaciones sofisticadas.
Este es un trabajo que se debe llevar a cabo en comunidad, porque no debemos olvidar que, como núcleo central de la sociedad, la escuela está integrada por una comunidad en la que deben participar las autoridades educativas, los directivos de las escuelas y los alumnos, maestros y padres de familia.
Así pues, la tecnología en apoyo a la educación se debe de adoptar conforme se vayan detectando las necesidades reales, sin olvidar que la adopción tecnológica no es necesariamente lineal ni masiva; lo que es más, en algunos sitios es marginal y si por ejemplo, alguna solución de este tipo se aplica en 10 escuelas, de un universo de 5 mil, prácticamente no servirá de nada.
Desde su experiencia en gestión pública (en noviembre cumplirá cuatro años en el cargo de Ministro de Educación), Miguel Sedoff recordó que la función de los ministerios de educación “no es entregar computadoras al maestro y decirle: ‘haz lo que puedas’ y no sabemos qué hicieron con ella”, lo cual por desgracia es una dinámica muy común en América Latina.
Por el contrario, es fundamental formar a los docentes en habilidades tecnológicas y explicarles por qué y sobre todo para qué se aplica determinada tecnología, siempre con la certeza de que el profesor ha recibido la capacitación necesaria para dominar la tecnología que usará para su práctica docente.
Y es que sostuvo que la educación le da sentido a la vida y de hecho muchos jóvenes dejan la escuela porque no le encuentran sentido. En América Latina en general, el abandono escolar presenta tasas altísimas y debemos recordar que cada alumno que abandona las aulas, afecta a la sociedad en su conjunto, porque “luego tenemos que aplicar remedios para dotar a los muchachos de las habilidades que debían haber adquirido en las aulas”.
De ahí que los responsables de las políticas públicas de educación en todos los niveles, no deben caer en la tentación de “hacer política barata”, por ejemplo, de comprar computadoras y entregar a los maestros para salir en la foto y luego olvidarse de complementar con la formación, para sacar el mejor provecho del aparato y conseguir con ello un cambio curricular, de no ser así, “estaríamos tirando la plata”.
No olvidemos, dijo, que la diferencia la hace el maestro, porque la educativa es una relación humana, pero el docente necesita el apoyo de los padres y madres de familia, como se demostró en la pandemia, donde los mayores abandonos escolares se presentaron en familias donde los adultos no podían ayudar a los hijos con la escuela por estar trabajando o definitivamente por falta de habilidades digitales.
“Somos un equipo de tres factores (maestros, alumnos y padres de familia) que tienen que trabajar juntos” y por el momento lo urgente es resolver los déficits de la educación, como lo muestra el informe “La situación de la pobreza del aprendizaje mundial 2022” del Banco Mundial, donde señala que el 80 por ciento de los niños y niñas de primaria en América Latina y El Caribe, son incapaces de comprender un texto simple.
En ese contexto, no podemos pretender que las infancias adopten la tecnología, la robótica o el pensamiento computacional, si no saben explicar con sus propias palabras un texto que acaban de leer, o si no pueden comprender una ironía o estructurar un argumento. Estas son habilidades básicas de la escuela que son fundamentales, incluso antes de la adopción de la tecnología, pero que pueden adquirirse más fácilmente si se usan herramientas tecnológicas.
C$T-GM