Mientras la población del mundo envejece con un incremento en la expectativa de vida en todas las regiones y observa una caída en las tasas de fertilidad, el mercado laboral afronta la llamada “paradoja del desempeño de la edad”, donde los empleadores tienen una percepción negativa sobre el trabajo de las personas mayores a 45 años -en especial sobre su adaptación a tecnologías digitales- pero al mismo tiempo les reconocen una calidad de desempeño igual o mayor a los jóvenes.
En el estudio “La oportunidad a mitad de carrera”, elaborado por la OCDE a partir de 6 mil 029 encuestas a empleados y desempleados de distintas edades y a mil 510 empleadores de Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, República Checa, Rumania y Suecia, se alerta al mundo que seguir haciendo las cosas como siempre (concepto conocido en inglés como “Business as usual”) ya no es una opción, sobre todo cuando se observa que 40 por ciento de la población económicamente activa se ubica entre los 45 a 64 años, porcentaje que en 1990 era sólo de 28 por ciento.
“Sabíamos que el tema demográfico venía así, pero el avance de la tecnología, en especial de la Inteligencia Artificial (IA) puede haber tomado al mundo con la guardia baja” y si bien la afectación de esta nueva tecnología al mundo laboral aún no está clara, dos cosas sí son ciertas:
Los trabajadores de mayor edad tendrán que reforzar sus habilidades, en especial en materia digital; y los empleadores deberán incluir a personas mayores en su mezcla de fuerza laboral; mientras que las sociedades no deben perder más tiempo y tomar en cuenta las aportaciones que una fuerza laboral más madura pueden hacer para mejorar la productividad, señala el estudio.
En este contexto, el estudio destaca que alargar la vida laboral requerirá cambios y las personas de mayor edad deberán superar sus propios prejuicios y capacitarse mediante certificaciones industriales en las habilidades que el mercado demanda.
Por su parte, los gobiernos deben emprender políticas para impulsar el empleo de personas mayores de 45, incluyendo nuevos esquemas fiscales e impulso al emprendedurismo en estos rangos de edad, mientras los empleadores también deben superar prejuicios.
Como parte de esta paradoja, es un hecho que en los países de la OCDE, la expectativa de vida habrá crecido entre 3.4 y 10.7 años entre 2021 y 2050, con tasas de natalidad en franca caída al pasar de 3.34 hijos por cada mujer en 1960 a 1.58 en 2020, pero al mismo tiempo, persisten los prejuicios contra los trabajadores de mayor edad, quienes no tienen garantizada su estabilidad laboral, incluso aquellos con mayor nivel de estudios.
En todos los países del estudio, los perfiles de edad del empleo siguen una forma de “U” invertida; el empleo aumenta y alcanza su punto máximo en torno a los 45 años, para descender bruscamente después de los 50 años, con peores expectativas para las mujeres, aunque, como se dijo antes, ser hombre y con alta formación educativa, no es garantía.
Así, los hombres de 45 a 54 años, tienen entre 72.1 y 92.9 por ciento de posibilidades de mantenerse en su trabajo respecto a la escolaridad baja o alta; mientras que en las mujeres del mismo rango de edad, los porcentajes corresponden a 55.3 y 86.6 por ciento en escolaridad baja y alta, respectivamente.
Para los hombres de 55 a 64 años, la posibilidad de mantenerse en el empleo es de 56.9 a 79.1 por ciento según su escolaridad baja o alta, mientras la cifra en mujeres de las mismas edades, va de 39.9 a 70 por ciento en las mismas condiciones.
Mientras esto ocurre, preocupa que el desempleo de larga duración (más de un año) persiste hasta en 44 por ciento de las personas mayores a 45 años, en tanto los empresarios asumen que este grupo está integrado por personas que rechazan las nuevas tecnologías, no las quieren aprender o tardan más en adoptarlas, además de que la experiencia en el trabajo es cada vez menos valorada.
Y precisamente ahí entra la paradoja, pues los empleadores dicen que en edades entre 45 y 54 los empleados son 18 por ciento reacios a adaptarse a nuevas tecnologías y en edades de 55 a 65 la cifra llega a 25, hasta el 89 por ciento de quienes han contratado a personas de mayor edad, dicen que éstos se desempeñan igual o mejor que sus colegas más jóvenes. Además, los perciben como 86 por ciento más dispuestos a durar un largo tiempo en el trabajo y 83 más rápidos para aprender cosas.
Con todo, los procesos de contratación son cada día más impersonales (por lo general vía electrónica) y las personas mayores no confían en ellos, pues prefieren acercarse a nuevos empleos a través de relaciones personales y por lo tanto es necesario conciliar ambos mundos.
En ese sentido, la OCDE propuso a los empleadores revisar sus prácticas de reclutamiento; ajustar los procesos cuando se trate de ver a personas mayores de 45; medir el rendimiento de los mayores contra los jóvenes. A los trabajadores mayores, demostrar las habilidades que se demandan a través de certificaciones; y buscar trabajos en los canales donde se ofrecen.
A su vez, a los creadores de la política pública, se les recomienda brindar más acompañamiento a las personas mayores; darles apoyo para evitar que pasen largo tiempo sin trabajo; disminuir barreras a la movilidad geográfica; establecer programas de entrenamiento para personas mayores; revisar las regulaciones para este grupo, especialmente en materia fiscal y facilitarles el emprendedurismo.
C$T-GM