En el ámbito de las telecomunicaciones en México era común hablar sobre el “efecto club” en telefonía celular, pero en 2017 no deben descartarse otros efectos (indirectos) con la entrada de la Administración Trump en Estados Unidos y los propios cambios en México en materia de actividad industrial y empleo.
Las telecomunicaciones no están en el centro de las políticas del próximo presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump.
Su alcance es más bien doméstico y marginal: Sprint anunció la creación de 5 mil puestos de trabajo en Estados Unidos (Trump se adjudicó crédito tras el anuncio) y se opone (al menos en el discurso) a la fusión entre AT&T y Time Warner. Lo que sí está visiblemente en el centro es una agenda de políticas que buscan afectar a México sin mediar eufemismos.
Trump ha promovido, por ejemplo, minimizar (preferentemente eliminar) las inversiones en México de empresas manufactureras, siendo las plantas automotrices uno de los casos más evidentes. Esto ha ocurrido incluso antes de su inauguración como el presidente número 45 en Estados Unidos. Durante los primeros 100 días se plantea la renegociación o abandono del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Automáticamente se ha trazado una relación lineal entre la afectación a las inversiones de América del Norte como región en México y la capacidad de generar empleo en el país.
En México, la integración o “interdependencia” con Estados Unidos en materia de comercio se ha esgrimido como un argumento para augurar que las políticas de la Administración Trump se matizarán. Entre estos países el comercio representó 531 mil millones de dólares en 2015, una medición que racionalmente llamaría a la cautela.
Pero Trump no aparece como un político (o un riesgo) convencional.
El TLCAN, la construcción del muro (y la búsqueda de compensación mexicana) y la intención de deportaciones masivas son puntos de una agenda claramente anti mexicana. Estar sentados sobre el argumento de la “interdependencia” y subestimar la voluntad política para desintegrarla puede ser uno de los mayores riesgos que se tengan como país en 2017.
Por otro lado, en México se tienen procesos internos que también afectarán áreas como la inversión y el empleo. El aumento de los combustibles y la tarifa eléctrica provee una buena dosis de efectos lineales. Las actividades que son intensivas en consumo energético enfrentarán mayores costos operativos en tanto las tarifas no se reduzcan y se prevé un aumento en la inflación (proyectada entre el 4.0 y 5.0 por ciento, de acuerdo con varios análisis).
Además, en el contexto mexicano se contempla que el tipo de cambio frente al dólar se mantenga inestable (sobre todo durante los primeros 100 días de la Administración Trump) y el Banco de México podría mantener aumentos en las tasas de interés a lo largo de 2017.
En otras palabras, sabemos que hay una colección de factores que en 2017 afectan el panorama de la economía en general con algunas relaciones lineales (precios de combustible–precios del transporte), pero todavía no presenciamos las ramificaciones de estos efectos en áreas que pensamos que serán poco afectadas.
En materia de telecomunicaciones es esencial voltear a ver al consumidor y su relación con algunos servicios. En el segmento móvil se han visto reducciones en los precios del servicio, pero en 2016 los ingresos por equipo fueron un área importante para el sector en general.
Por ejemplo, en el tercer trimestre de 2016 (3T16) los ingresos por venta de equipo de los tres operadores combinados (AT&T, Telcel y Telefónica) crecieron nominalmente un 26.4 por ciento, con respecto al tercer trimestre de 2015 (3T15).
En tanto, las ventas por servicio móvil fueron 9.6 por ciento menores en 3T16 respecto del 3T15.
Así, aunque es probable que la penetración móvil en México no baje de las 92 líneas por cada 100 habitantes (3T16), una menor disponibilidad de ingresos para los consumidores puede significar más dificultades para la renovación de los equipos.
En México los datos móviles han ganado terreno y apuntan a consolidarse como el principal servicio de las redes celulares, pero para la explotación de este servicio el Smartphone es una pieza de equipamiento central, por lo que el precio de estas terminales es un factor a considerar.
No sólo el ingreso o el empleo pueden afectar este rubro: si las políticas proteccionistas de la Administración Trump exigen que electrónicos de consumo se mantengan en producción en Estados Unidos y no en otros países (México o no), el costo de la propiedad de estos dispositivos se incrementará.
Por otro lado, los servicios fijos se distribuyen más en torno a hogares que usuarios individuales. En este caso, la magnitud de la inflación puede ser un factor a considerar, sobre todo porque estos proveedores actualizan sus tarifas con respecto a la misma inflación y las diferencias en el tipo de cambio.
En televisión de paga, por ejemplo, los pagos en dólares por programación pueden inducir una actualización tarifaria. La telefonía fija e Internet han sido servicios que han encontrado en las modalidades de paquetes una oportunidad para crecer en el mercado masivo (siempre y cuando exista una red desplegada), por lo que en este año las condiciones de empleo e ingreso en el hogar son importantes para observar estos servicios que históricamente tienen una baja penetración en el país.
Para los operadores naturalmente hay elementos a observar tanto en materia de inversiones, sobre todo si hay insumos o servicios que se deben pagar en dólares, o que requieren deuda (en pesos o dólares), pero deben considerarse que existen planes multianuales, y que la mejora tecnológica puede permitir operaciones más eficientes.
En este sentido, para estos agentes será importante considerar variaciones en áreas como el poder adquisitivo de los hogares, conductas de adopción tecnológica, impuestos y los costos en uso de bienes públicos, gubernamentales o público privados, como el espectro radioeléctrico, edificios gubernamentales elegibles para instalar infraestructura e incluso las futuras ofertas públicas de la Red Compartida (y otros mayoristas) por el uso de su capacidad e infraestructura.
C$T-EVP