La denominada emisión de Moneda Digital de un Banco Central (CBDC, por sus siglas en inglés), es un paso que se vislumbra inevitable, aun en un país como México donde el efectivo es el medio de pago preferido; sin embargo, el uso generalizado del “cripto peso” estará estrechamente relacionado con la privacidad, ciberseguridad, la brecha digital y la confiabilidad que deberá brindar el modelo y la plataforma tecnológica que se adopte.
“México lo tiene que hacer por cuestiones de interoperabilidad con otros sistemas financieros… si lo está diciendo el mercado, los socios internacionales, que probablemente sea una buena idea crear una CBDC, que no lo veo tanto como un desafío directamente a otros criptoactivos, sino, como la adopción de la tecnología para llevar a las monedas a la cuarta revolución industrial”, explicó Israel Cedillo Lazcano, doctor en Derecho.
Las Central Bank Digital Currency (CBDC) están diseñadas para usarse de la misma manera que el efectivo y al igual que las monedas y billetes que sirven para comprar y vender bienes y servicios, están respaldadas por el banco central de cada país.
“De lo que estamos hablando es la adopción de una nueva tecnología para emitir un medio de pago y en ese sentido, desde una perspectiva de neutralidad tecnológica, no tenemos nada nuevo. Lo interesante es qué efectos va a tener y esto va a depender mucho del modelo que se adopte”.
Para crear una CBDC, dijo, no se trata sólo de crear un Blockchain y la unidad referencial o el medio de pago soberano empezará a especular en automático, sino que se tiene que verificar el diseño y cómo es que podría ser interoperable con otros criptoactivos, tanto públicos como privados.
El especialista, quien es profesor del Departamento de Derecho de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP) y colabora en un proyecto sobre el diseño de esta CBDC con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), señaló que uno de los modelos es que el usuario tenga acceso directo la cartera del Banco Central, pero se ha comprobado que éste no funciona bien.
El otro, que los bancos comerciales tengan acceso directo al ledger o cartera del Banco Central o como refiere la norma europea Payment Service Directive (PSD2), que algunas Fintech e intermediarios no bancarios pudiesen acceder junto con los bancos comerciales y el usuario gire órdenes de pago, como se hace actualmente con SPEI, Visa o Mastercard.
Por otro lado, comentó que la entrada de una CBDC puede ser abordada desde dos perspectivas, no necesariamente negativas: que entre como otro jugador o como jugador preponderante, sin descartar a los otros que ya existen, porque al final de cuentas los criptoactivos preexistentes no son sustitutos tal cual de la moneda o de otros instrumentos dinerarios, sino son elementos complementarios.
Si bien para el especialista tener un sistema interoperable con varios criptoactivos sería una opción muy interesante, como han experimentado naciones como Escocia, reconoció que sería poco viable; lo que sí se podría tener en México es un “cripto peso”, dar tolerancia a medios de pago con criptoactivos, pero reconocidos sólo como eso y no como dinero.
“En el caso de México hay varias cuestiones que uno tiene que considerar, de entrada la brecha digital; es muy bonito decir que los Bitcoins, los cripto activos o incluso una CBDC serán de acceso general, cuando en realidad ¿cuántas personas tienen Bitcoins, XRP, Ether en sus carteras, la gente que al menos tiene acceso a un dispositivo móvil y a una conexión de internet y que tiene dinero para acceder a este tipo de soluciones financieras?”.
En entrevista para ConsumoTIC, Cedillo Lazcano aclaró que legalmente la propuesta para que el Banco de México (Banxico) emita una moneda digital no tiene muchos obstáculos, pero se tendría que saber cómo se actuará en materia de administración de riesgos operacionales.
“Por ejemplo, quién va a proveer la tecnología para crear el CBDC. No creo que el Banxico tenga un equipo de criptógrafos trabajando en el desarrollo de un Blockchain para soportar al cripto peso; entonces, quién va a proveer la infraestructura, si tienen los derechos de propiedad intelectual sobre esa tecnología y verificar como Banco Central que pueda ejercer el control sobre el criptoactivo y no que esté sujeto a la voluntad de un tercero”.
Pero mientras el Banco Central tendría un efecto importante y más rápido con un manejo de una política monetaria más eficiente y con mayor control y transparencia del monitoreo de los agregados monetarios, para el usuario el cambio sería gradual.
“Tenemos una población que tiene una memoria bastante larga, bien fundada por supuesto, de las crisis bancarias de los años 80, 90; en las convenciones bancarias desde hace años siempre es el mismo discurso, de que se fomentará la bancarización y la inclusión financiera, y hay una aversión hacia este tipo de innovaciones, porque la gente piensa en los riesgos, no las entiende y prefiere guardar el dinero bajo el colchón”.
Incluso, durante la crisis sanitaria que aceleró el uso de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y el e-commerce, las personas continuaron usando los pagos en efectivo, aún cuando muchos utilizaron aplicaciones digitales para diversos servicios.
“El uso de efectivo no disminuyó como mucha gente pensaba o apostaba y mucho de esto tiene que ver con la confianza. Mucha gente no utiliza medios de pago electrónicos por temor a hackeos. Sí hubo un incremento en el comercio electrónico, lo que no se traduce necesariamente en el uso de dinero electrónico, porque hay riesgos asociados a la privacidad, a la ciberseguridad, que muchos prefieren evitar”.
Es por ello, que aunado a la brecha digital, para el experto el otro de los grandes desafíos es la confianza; si se asumiera que toda la población pudiese tener un dispositivo que soporte la wallet del Banxico y tuviera acceso directo, ¿cómo la haces confiar en que esta solución tecnológica es superior a la de los pesos que tienen bajo el colchón?.
Otro de los aspectos que afirmó preocupa tanto a los entusiastas de la tecnología como al usuario promedio es que el Estado pudiera monitorearlos todo el tiempo al crear un panóptico digital, y podrían no estar equivocados del todo, por lo que se deberá garantizar el nivel de anonimato similar al que provee, por ejemplo, un billete o una moneda.
“Esto no quiere decir por supuesto que no se va a tomar ventaja de la tecnología para impedir cuestiones como el lavado de dinero, pero se debe garantizar en términos generales que las personas que van a usar criptoactivos deben poder estar seguros de que el Estado va a respetar su autodeterminación informativa”.
Es por ello que aunque se tiene que dar este paso, se debe analizar muy bien si esta tecnología puede beneficiar a los consumidores y los efectos que va a tener esta innovación no solamente en el ledger del Banco Central si no en los bancos comerciales y en las empresas.
C$T-GM