En América Latina, donde la pobreza y la desigualdad son barreras que históricamente han limitado el despliegue de las redes de telecomunicaciones, la quinta generación no puede verse como la panacea que cerrará de una vez y para siempre la brecha digital.
Quien afirme que en el corto plazo, 5G terminará con las carencias en materia de conectividad y digitalización, sobre todo en las zonas rurales, “no ha hecho las cuentas, porque en este momento es demasiado costosa para ser vista como una alternativa viable”, afirmó José Otero, vicepresidente de 5G Américas para América Latina y el Caribe.
Al presentar un análisis sobre el primer semestre del año, el especialista destacó que las condiciones socioeconómicas de la región, son sólo una parte del desafío, que también debe ir acompañado de los esfuerzos de los Estados nacionales para disminuir la pobreza, mejorar servicios de salud, educación e infraestructura como un conjunto para resolver el tema del bienestar entre las familias.
Recordó que a finales de los 90 se hablaba del poder transformador de 3G como hoy se habla de 5G, pero no se han tomado en cuenta una serie de condiciones que se deben conjuntar para que el mercado funcione, para que se puedan hacer las inversiones, las personas puedan pagar los servicios, además de que las reglas de los operadores y las autoridades, faciliten y generen condiciones que incentiven realmente a los operadores.
“La persona que afirme que 5G es la tecnología que a corto plazo nos va a permitir achicar la brecha digital sobre todo en zonas rurales, no ha hecho las cuentas para ver cuán viable es ese 5G como solución a la brecha digital”, insistió José Otero, al indicar que, por el contrario, se debe hablar de “brechas digitales” en plural.
Y es que, subrayó, no todo se limita a la existencia de la tecnología, sino que también hay temas de cobertura, acceso a dispositivos, infraestructura, software y varias iniciativas, no sólo de operadores, sino también de los gobiernos.
Por otro lado, es necesario tener en cuenta que hay una gran asimetría de las necesidades por atender y lo que se puede ofrecer de manera asequible para que las personas puedan acceder a servicios de conectividad.
A ello se debe sumar que existe un falso sentido de urgencia, donde se hace creer que, si no lanzamos 5G en seis meses, vamos a la prehistoria. “¡Esto no es cierto! Y no es indispensable u obligado lanzar 5G a nivel nacional. Se puede lanzar en ciertos sectores para atender ciertas demandas, porque la demanda es asimétrica”, precisó.
Además, persisten otros desafíos como la sobre expectativa de lo que podríamos esperar de manera inmediata de esta tecnología. Eso ya pasó con 3G en su momento y vimos que tampoco fue un tema inmediato ni “mágico”, porque estuvo ligado a otros factores como el despliegue de tecnología, la normatividad y las capacidades del mercado para pagar por ella, por mencionar algunos.
También se deben considerar otros desafíos importantes en la región como un mercado potencial que no está bien definido; regulaciones obsoletas que en algunos casos no han cambiado desde los años 90 del siglo pasado, para un mercado que sí se ha transformado mucho.
Persisten políticas públicas que pueden inhibir el crecimiento, “como el caso paradigmático de México”, donde hay un costo irracional del espectro; así como la disponibilidad de dispositivos en una región con 200 millones de personas en pobreza, y donde más de 80 millones en pobreza extrema, según cifras de la CEPAL, lo que complica aún que la gente pueda comprar dispositivos con capacidad 5G.
Otros desafíos que se deben tener en cuenta son la falta de infraestructura; la seguridad, porque en varias partes de América Latina, “si los encargados de colocar una antena no van acompañados por el Ejército, simplemente no la pueden colocar” y por lo tanto se debe analizar cada región o municipio para establecer plazos que correspondan con la realidad.
Por último, se debe tomar en cuenta el factor humano, es decir, si el mercado cuenta con las personas suficientes que puedan justificar la colocación de redes, el desarrollo de software y el impulso de toda lo necesario en el mundo virtual para que 5G sea una realidad.
José Otero recordó que en toda la región hay avances dispares y condiciones particulares qué tomar en cuenta, además, pensando que los operadores de telecomunicaciones no ofrecen todos los servicios que 5G promete como aplicaciones de machine learning, internet de las cosas, blockchain y computación en la nube, por ejemplo.
En cuanto sean accesibles traerán consigo mucho desarrollo, pero mientras tanto, se deben generar los modelos de negocio que lo hagan viable.
En conclusión, insistió en que la tecnología 5G no es la panacea y todavía faltan esfuerzos para que incida a favor de las personas en temas de salud, educación, agricultura, finanzas, manufactura, energía, ciudades inteligentes, etcétera, si bien algunas de las soluciones pueden encontrarse en recetas nada novedosas como la compartición de infraestructura, los operadores móviles virtuales, las redes virtuales o la consolidación paulatina de los mercados.
C$T-GM