A la par de la tecnología, la exploración en materia de sexualidad ha evolucionado tanto que la denominada sexnología o combinación entre sexo y tecnología, gana cada día más adeptos entre los usuarios que confían sus datos altamente personales a juguetes sexuales controlados de forma remota a través de aplicaciones.
Vibradores, dildos, collares, succionadores, entre otros dispositivos relacionados con el también llamado sextech, conforman un abanico de posibilidades cuya demanda experimentará un ascenso durante los próximos cinco años para situarse en 100 millones de aparatos conectados hacia 2025, anticipan cifras de Juniper Research.
Sin embargo, según advierte la firma de seguridad informática ESET en su reporte «La sexualidad en la era digital, vulnerabilidades en juguetes sexuales inteligentes», la posibilidad de vivir una vida sexual en medios digitales sin exponerse a riesgos como un ciberataque o vulneraciones a la confidencialidad de datos todavía se vislumbra lejos.
Y es que, además de que estos dispositivos han sido protagonistas de incontables brechas de seguridad que derivaron en la exposición de credenciales de acceso, información financiera y datos de geolocalización, incluye vectores como datos con el potencial de dañar la integridad del usuario, es decir, aquellos relacionados con su comportamiento sexual.
“En el caso de los juguetes sexuales, la sensibilidad de la información que procesan estos dispositivos resulta extremadamente crítica: nombres, preferencias y orientaciones sexuales, lista de parejas sexuales, datos de utilización del equipo, fotos y vídeos íntimos. Todas estas piezas de información pueden llevar a consecuencias desastrosas en caso de caer en las manos incorrectas”, abunda.
Esta información por demás sensible puede ser objeto en países específicos, de espionaje gubernamental o bien, revelar información íntima sobre el comportamiento sexual de un individuo y de sus parejas.
En este sentido, al considerar el material íntimo al que tienen acceso las aplicaciones que controlan estos equipos, pueden generarse nuevas formas de sextorsión, ya que estos juguetes sexuales inteligentes no están exentos de la posibilidad de ser comprometidos por ciberatacantes.
A ello se suma la posibilidad de que vulnerabilidades en aplicaciones para controlar juguetes sexuales permitan la instalación de malware en el teléfono o la modificación del firmware o programa básico que controla los circuitos electrónicos de cualquier dispositivo de los juguetes.
“Estas situaciones podrían derivar en ataques de DoS (Denegación de Servicio) que bloqueen el envío de cualquier comando, o que un dispositivo sea convertido en un instrumento capaz de realizar acciones maliciosas y propagar malware o, incluso, que sea deliberadamente modificado para causar daños físicos al usuario; por ejemplo, recalentándose y explotando”, explica ESET.
Más allá de la novedad, la noción de cibercrimen adopta un nuevo semblante desde la perspectiva de la invasión a la privacidad, el abuso de poder, y la falta de consentimiento ante un acto sexual, ya que algunos de estos dispositivos son wearables, con una vulnerabilidad que permitiría que cualquiera dentro de cierto rango pueda utilizarlos.
Aunque la mayor de los países cuenta hoy en día con un marco legal que tipifica varios tipos de ciberdelito, aún no ha llegado el punto de evaluar nuevas formas de abuso que se desprenden de sistemas digitales que poco a poco se han incorporado a la intimidad de una gran cantidad de usuarios, alerta la compañía de seguridad cibernética.
Sobre su funcionamiento, cabe recordar que la mayor parte de estos equipos poseen la capacidad de ser controlados vía Bluetooth Low Energy (BLE) desde una app instalada en un teléfono inteligente, cuyo protocolo posee requerimientos de potencia muy bajos y un aceptable rango de alcance en las comunicaciones, interoperabilidad en el mundo de los fabricantes de chipsets, y todo en un tamaño reducido.
Para esta investigación o White Paper, la firma se basó en dispositivos como el Max de Lovense (masturbador masculino) y el Jive de We-Vibe (vibrador para parejas controlado por Bluetooth), para determinar el nivel de seguridad en aplicaciones para Android y analizar en qué medida se garantiza la confidencialidad de los datos de los usuarios.
Y aunque la práctica del sextech llegó para quedarse y evolucionar, la primera recomendación de ESET es no olvidar los peligros que podría acarrear para la privacidad e intimidad de los usuarios y para minimizar sus riesgos, sugiere en lo posible, evitar compartir fotos o videos en los que se pueda ser identificado y no publicar en Internet tokens de control remoto.
Recuerda también que si no se planea el acceso a otros usuarios para controlar el dispositivo sexual de forma remota a través de internet, se deben eludir las aplicaciones que ofrecen esta posibilidad a través de Bluetooth Low Energy (BLE) sin crear una cuenta de usuario.
En este punto, aconseja el anonimato en la medida de lo posible y rehuir a registrarse en las aplicaciones sexuales con un nombre o correo electrónico oficial que permita identificar a la persona, incluso crear una nueva cuenta de correo para utilizar exclusivamente con estas apps.
Asimismo, leer siempre los términos y condiciones de las aplicaciones, prestar especial atención a los apartados que hablan sobre la recolección de datos por parte de la empresa, y la forma en que los procesan; además, los fabricantes sin políticas de privacidad deberían ser evitados.
Otra recomendación es revisar sus políticas con frecuencia para comprobar si hay actualizaciones y visitar periódicamente el sitio web del fabricante en busca de cambios que no hayan sido anunciados a través de la aplicación.
No está de más considerar el uso de estos juguetes sexuales inteligentes en un entorno protegido y evitar utilizarlos en lugares públicos o con circulación de personas (como hoteles), así como apagar el dispositivo y deshabilitar el Bluetooth mientras no esté en uso.
De igual forma, descargar las apps de control y probar sus funcionalidades antes de adquirir el dispositivo puede brindar al usuario un panorama de qué tan segura es la aplicación.
Proteger siempre los dispositivos móviles que se utilizan para controlar estos gadgets, mantenerlos actualizados e instalar una solución de seguridad en ellos, así como asegurar con contraseñas fuertes la red Wi-Fi hogareña que se utiliza para conectarse, algoritmos de cifrado seguros y actualizar con frecuencia el firmware del router puede abonar al uso seguro de estos juguetes sexuales inteligentes.
Por último, ESET sugiere utilizar los motores de búsqueda para averiguar si el modelo de interés ha tenido vulnerabilidades graves en el pasado, si existen parches y si hay actualizaciones frecuentes por parte del desarrollador.
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