Además de aspirar a convertirse en una marca próxima a las productoras locales, Netflix busca rehuir de etiquetas y ser un servicio que cada espectador perciba como algo distinto, en función de sus gustos, como por ejemplo fan del anime, cine fantástico, del thriller y de los documentales, entre otros factores sociodemográficos.
De acuerdo a Antoni Roig Telo, profesor colaborador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el servicio de Netflix apoya su estrategia en factores como el territorio o el idioma.
“Y, probablemente, es aquí donde la estrategia de Netflix se diferencia más claramente de otras plataformas que tienden a priorizar contenido de carácter global, con apuestas puntuales por contenido local. Se puede decir que, aunque de distintas maneras y con no pocos obstáculos y fracasos, Netflix sembró unas semillas que han acabado germinado en tiempos de pandemia”.
Para el docente de la UOC, Netflix aspira a ser también algo distinto y próximo para las empresas productoras locales. La compañía suele desembarcar en un territorio estratégico observando con atención hábitos de consumo, pero también su sector audiovisual, y así establecer relaciones con el mismo.
Lo que sí parece ser claro, dice Antoni Roig, es que Netflix, en su determinación por evitar etiquetas fijas, busca asegurar una fuerte presencia en su catálogo de producciones comerciales, con conceptos claros y vendibles.
Por eso hay quien considera que existe una especie de estilo Netflix, a base de talentos y fórmulas conocidas y fáciles de vender, por ejemplo, a través de géneros populares como la comedia, la acción, el terror o la ciencia-ficción.
Roig Telo habla de los experimentos que ha realizado Netflix y explica que en 2015 empezó a experimentar con largometrajes originales. Buscaba, por un lado, mantener ese mismo espíritu rompedor con sus series, y así ampliar su catálogo y fidelizar a sus suscriptores.
Por otro lado, quería verse legitimada por la industria a través de estrenos en salas y presencia en los principales festivales internacionales de cine, lo cual no ha resultado fácil, porque han surgido importantes tensiones con exhibidores cinematográficos y festivales por su política de lanzamientos simultáneos en cines y plataformas.
Los analistas debatían hasta qué punto Netflix podría dinamitar las estrategias tradicionales establecidas de estrenos de cine, basadas en la existencia de un margen temporal entre el estreno en salas y en formatos domésticos para asegurar un tiempo de exclusividad.
“Esta cualidad fluida de Netflix facilita lo que denominamos una colaboración capilar con productoras locales, en muchas ocasiones –no siempre– pequeñas o medianas. Se trata de películas de costos en general reducidos y que permiten a las productoras asegurarse una financiación o, si la producción está acabada, reducir riesgos derivados de los costos de promoción y distribución internacional” añade el profesor de la UOC.
A la vez Netflix fomenta otro tipo de producciones de origen independiente, diferentes, de bajo presupuesto y a menudo compradas en festivales. Y le podemos añadir un tercer tipo: producciones ambiciosas, más arriesgadas, que se apoyan en nombres de prestigio que pueden obtener premios.
Tal es el caso de películas como Roma, de Alfonso Cuarón, El irlandés de Martin Scorsese, Okja de Bong Joon-Ho, Da 5 Bloods de Spike Lee, El juicio de los 7 de Chicago, de Aaron Sorkin o Mank, del propio Fincher.
“Todas estas estrategias juntas, crean una red realmente extensa y compleja y de éxito para la empresa”, concluye el docente de la UOC.
C$T-EVP