La robótica aplicada al ser humano ha dado sorprendentes resultados, pero con el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) y los avances de la neurotecnología, con los que se podrían mejorar las capacidades físicas de los humanos, se deberá acelerar el paso en la implementación de medidas éticas, para evitar que esta tecnología pudiera generar desigualdades o quebrante derechos humanos.
Christian Peñaloza, doctor en Neurociencia Cognitiva y director del Instituto de Investigaciones en Tecnologías Emergentes Mirai Innovation en Osaka, Japón, afirmó que los desarrollos plantearán nuevos dilemas éticos en el mundo.
“Pudiera ser que algunas personas puedan realizar más de una tarea a la vez, una segunda tarea realizada por el cerebro por medio del control de un brazo robótico. Ya estamos hablando de cómo potencializar el cuerpo humano y quizás en el futuro podamos crear tecnología para aumentar todas las capacidades del cuerpo”.
Parte del trabajo del instituto Mirai, además del tema ingeniería y mecatrónica, se centra en cómo operar y controlar los robots y que sirvan para la interacción robot-humano, pero un tema que despertó el interés en el experto fue cómo utilizar esa tecnología para aumentar las capacidades de los humanos.
En el marco del panel Ética en la Inteligencia Artificial. Presentación en México de la Recomendación de UNESCO, el especialista explicó que en el caso de un robot controlado por el cerebro humano, han desarrollado sistemas con los cuales captan las señales cerebrales, utilizan la IA para encontrar patrones y decodifican la intención del movimiento para enviarla al robot.
“En el tema ético, aunque podría considerarse un poco más futurista, qué pasaría si alguien que está controlando a este tipo de androides puede incluso cometer algún crimen, tener una identidad falsa o incluso generar relaciones falsas”.
El investigador del Instituto de Investigaciones Avanzadas en Telecomunicaciones en Kioto, Japón, explicó que en el caso de los robots teleoperados (que se controlan a distancia por un humano) hay algoritmos para reconocer los gestos del operador, transmitir los movimientos, y eventualmente hacer una interacción más natural con una persona, pero es aquí donde entran los dilemas éticos.
¿Qué pasaría si se ponen este tipo de robots en ambientes humanos. Por ejemplo, si el robot es una enfermera, si pudiera estar dentro de un consultorio asistiendo a un médico o médica en una consulta ginecológica… o si la otra persona o paciente no sabe que es teleoperado?.
Con los robots humanoides, que pueden conversar con gestos faciales y movimientos corporales, cuestionó si sería ético ponerlos a interactuar con la gente y crear esas falsas expectativas, pues no se trata de un robot inteligente en sentido estricto, sino que sólo tiene ciertas capacidades.
La selección de la morfología y los comportamientos de los robots también plantean cuestiones éticas. Japón es famoso por crear muchos robots que parecen mujeres y las preguntas pueden girar en torno al género, la raza, la etnicidad, incluso podría parecer que hay una sobre-feminización.
“Como toda tecnología esto tiene un doble filo. Por ejemplo, para quién va a ser accesible esta tecnología para aumentar las capacidades del cuerpo, quizá para la gente que lo pueda pagar, eso puede generar desigualdad social y puede ser no muy bueno desde el aspecto ético”.
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