Es un hecho que el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) no se va a detener y por ello, es fundamental evitar la tentación de caer en prohibiciones, y por el contrario, apostar por un marco flexible, creado con la participación colectiva y esquemas de gobernanza eficientes, acompañados de políticas públicas que equilibren las desigualdades que estas tecnologías puedan generar.
Desde la perspectiva de María Elena Estavillo Flores, directora del Centro-i para la Sociedad del futuro, es indiscutible que la IA es una tecnología con un alto poder transformador; sin embargo, es crucial evitar que se convierta en un nuevo dique que separe a las personas.
Por ello, se manifestó a favor de una regulación eficiente, flexible y cuyo diseño sea “multipartes”, con la participación del Estado, las empresas, la academia y la sociedad civil.
Durante su participación en la mesa: “Futuro, inteligencia artificial y experiencias inmersivas. ¿Cuáles son las oportunidades reales para las Telcos?”, en el contexto del foro Conecta México, la especialista advirtió que es necesario educar a las personas usuarias de las distintas aplicaciones porque además de ventajas, también existen riesgos.
En el mismo panel, Sissi De la Peña Mendoza, experta en economía digital, política pública de tecnología y regulación, coincidió en que no se debe prohibir aquello que no se entiende, pues es el peor de los caminos imaginables.
Recordó que la IA, nos guste o no, ya está en nuestras vidas y cada vez lo estará más. De hecho, los usuarios “requerimos de una manera voraz cada vez más productos y que sean inmediatos”, aunque en ocasiones no somos muy conscientes de los riesgos que el avance en estas tecnologías pueda implicar.
De ahí que es necesario “educar a los usuarios” por las implicaciones que puede tener en materia de educación, salud o seguridad por mencionar algunos ejemplos, de los que no tenemos todavía certeza.
Esto, porque la velocidad en el avance de la tecnología es tal, que cuesta trabajo asimilarlo. A manera de ejemplo, detalló que ChatGPT logró captar 100 millones de usuarios en dos meses, mientras que a TikTok le llevó nueve meses lograrlo; a Instagram dos años y seis meses; a Pinterest tres años cinco meses; a Spotify cuatro años siete meses y a Uber, cinco años 10 meses.
Con tal velocidad en el avance de la tecnología se puede presentar la tentación de prohibirlo, ante el desconocimiento, pero eso sería sumamente negativo, por lo que es mejor una regulación desde la mirada de la colaboración con todos los sectores, bajo el principio de que este desarrollo no se va a detener y por supuesto, con sus infinitas posibilidades, también implica riesgos en la seguridad de los datos con los que se alimentan estos sistemas.
Al respecto, Estavillo Flores, quien en otra época se desempeñó como Comisionada del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), coincidió en que se debe crear un marco regulatorio para dar certeza a la aplicación de estas tecnologías y evitar que se perpetúen rasgos culturales como la discriminación, al momento de alimentar a las inteligencias artificiales con los datos que ya se encuentran disponibles en los repositorios.
El reto consiste en que los marcos regulatorios cuenten con una gobernanza “multipartes” y pensar en leyes que no sean demasiado detalladas. “Debe haber un marco de principios para crear mecanismos flexibles, fáciles de revisar y actualizar en la medida que se requiera; no estamos acostumbrados a ese tipo de marcos, pero es el que necesitamos para el avance tecnológico.
Porque eso es parte del por qué la regulación generalmente se queda atrás: “la escribimos como si el momento en el que se crean las reglas todo se quedara congelado para el futuro y eso no es así”, explicó.
Recordó que hay riesgos por ejemplo en materia de seguridad y en los datos personales que las personas candidatas a empleos aportan en los procesos de selección, por citar algunos. Y por ello la regulación se tiene que crear pensando en transparencia y rendición de cuentas.
Además, en otros aspectos la tecnología generará distorsiones, como el desplazamiento de trabajadores que no se han desarrollado dentro de las habilidades digitales que se requieren en el futuro cercano, y para ello se deben establecer políticas públicas, pues el mercado no va a generar los mecanismos necesarios para regular el fenómeno.
En su oportunidad, Arturo Barraza, director del laboratorio de tecnología e innovación 5G de AT&T, advirtió que la IA ya está en nuestras vidas y nadie la va a detener. Por eso, es importante que la discusión sobre cómo la regulamos, se base en criterios como la colaboración y la inclusión, para no dejar a nadie afuera.
Es importante que la academia, las empresas, los usuarios, los gobiernos y los expertos, formen parte de este debate, para que entre todos, ir conformando una sociedad que aproveche las ventajas del desarrollo tecnológico y nadie se quede atrás.
C$T-GM