Imperativo discutir adecuadas garantías legales y técnicas.
Si bien la interactividad e interconectividad que ofrecen los asistentes virtuales presentan oportunidades considerables para el desarrollo tecnológico en el mundo, también generan desafíos importantes en materia de privacidad y protección de datos personales.
«Básicamente, un asistente virtual es un software que puede realizar tareas o servicios para un individuo. Este dispositivo escucha de forma pasiva a fin de identificar palabras clave (dichas hot word o wake word) para que se activen», refiere Luã Fergus Oliveira da Cruz.
Para ello, el dispositivo debe constantemente escuchar y procesar el sonido ambiente para poder captar la palabra de activación o «Wake Word», y cuando se conecta a otros dispositivos, los asistentes también pueden desempeñar actividades como disminuir las luces de la casa, controlar el termostato, conectar el rociador y comprobar la niñera electrónica.
En su artículo «Mi casa es su casa: el impacto de los asistentes digitales sobre la privacidad en América Latina», el especialista explica que uno de estos aparatos es el Amazon Echo, el altavoz inalámbrico desarrollado por Amazon.
Además de utilizar el software Alexa que funciona como la extensión física del asistente, este dispositivo permite la interacción por voz con la cual es posible destacar otras funciones como la capacidad de reproducir música, hacer listas de tareas, configurar alarmas, transmitir podcasts, reproducir audiobooks y proporcionar información meteorológica, de tráfico y otras informaciones en tiempo real.
La mayoría de los asistentes digitales, funcionan al oír una “wake word” que una vez que la conversación de voz es pronunciada, el Echo transita de un estado de audición pasivo a un estado responsivo, detalla el especialista en el texto que forma parte del libro «Gobernanza y Regulaciones de Internet en América Latina».
«Amazon afirma que sólo almacena y analiza el audio hablado después de escuchar la conversación de palabra. Según las configuraciones del aparato, en el estado de escucha pasiva, Echo captura y analiza todas las conversaciones que ocurren en las cercanías, pero no los registra permanentemente ni los transmite a sus servidores».
En cuanto el Echo detecta que alguien dijo la «wake word», entra en un estado responsivo, en el que graba el audio subsecuente y lo envía a los servidores de Amazon para el debido procesamiento.
Es en esta situación que los algoritmos de procesamiento de lenguaje natural de Amazon determinan si el usuario solicitó a Alexa para, por ejemplo, oscurecer las luces o pedir una pizza.
«La integración del reconocimiento de voz en nuestras vidas ofrecerá una serie de beneficios para la comodidad del día a día de los usuarios, pero también traerá preocupaciones a la protección de la privacidad».
Es importante reconocer que la voz ha sido una interfaz cada vez más útil para involucrarse con nuestros dispositivos debido a su contenido comunicativo, pero también es necesario que el mundo avance en la protección de estos datos biométricos.
La creciente prevalencia de la voz como principal forma de interactuar con dispositivos permite a las empresas que desarrollan e implementan interfaces de voz para recoger, almacenar y analizar enormes cantidades de datos personales.
Sin embargo, los usuarios no siempre entienden cuándo y de qué manera estos dispositivos están recogiendo la información, por lo que es imperativo pensar y discutir adecuadas garantías legales y técnicas a medida que los asistentes digitales se popularizan.
Es necesario garantizar que el público entienda claramente cuáles son los riesgos que pueden vincularse al uso de aparatos conectados y, particularmente, cuando estos aparatos pueden grabar conversaciones personales y cómo pueden utilizarse las informaciones obtenidas.
«El cambio de la privacidad por la conveniencia generalmente se considera aceptable para los usuarios, pero ese intercambio debe ser bien informado».
C$T-GM