Oficinas “satélites”, una alternativa más del trabajo a distancia.
Durante el confinamiento sanitario en el 2020, el sector público emprendió acciones de trabajo remoto como una medida de emergencia, el cual en muchos casos se confundió con la modalidad del teletrabajo, un esquema que exige planeación, que parte de objetivos claros sobre los beneficios, ahorros, costos y mayor eficiencia que se pueden alcanzar al anular el trabajo presencial en algunos puestos.
En su más reciente análisis el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) hace una oportuna reflexión sobre las amplias diferencias que hay entre el trabajo remoto y el teletrabajo y cómo en los primeros meses del 2020 la tasa de descargas de aplicaciones para el teletrabajo en la región de América Latina se incrementaron 3.3 por ciento.
El Teletrabajo es un concepto que implica el trabajo no-presencial de forma sostenida en el tiempo con el objetivo de generar mayor efectividad, eficiencia y mejor prestación de servicios al ciudadano de una institución pública, algo lejos de lo que fueron las medidas de emergencia asumidas para ofrecer cierta continuidad en los servicios a la población.
Implica un nuevo paradigma de gestión de los recursos humanos del Estado, se pasa de un énfasis en el “presentismo físico a una supervisión de los productos o logro de metas de los funcionarios públicos”, bajo este modelo los gerentes públicos deben aprender a gestionar mejor el talento humano, detectar los efectos de este modelo en la productividad, la satisfacción laboral, la motivación para trabajar y la autonomía para organizar tiempos y tareas, una nueva cultura laboral asociada a la producción por objetivos.
Aunque es conveniente contar con una normativa general con criterios específicos y comunes, la implementación de este esquema exige planeación por parte de cada institución, que deberá cuestionarse cómo puede llevar a cabo un programa de trabajo con objetivos y metas concretas, cuantificables y medibles alineadas con la actividad de cada puesto, las respuestas llevarán a detectar cuales son los puestos susceptibles de integrar a la modalidad del teletrabajo.
“Si bien es una alternativa de organización del empleo que da flexibilidad y puede ser beneficioso para algunos, lo importante es que no afecte el cumplimiento de los objetivos institucionales y el bien público. Por ejemplo, se ha observado que, si bien en el corto plazo el teletrabajo bien configurado puede mejorar la productividad, todavía no está claro si la reducción de interacción humana puede no ser tan beneficiosa para aquellos roles donde la innovación es un factor fundamental”.
Es importante considerar que esta modalidad debe ser “voluntaria, salvo en situaciones de emergencia que sea inevitable, conviene considerar que el impacto en la vida de las personas es variado y se puede entrar en conflicto con otros derechos laborales, caso distinto será en las nuevas posiciones que pudiera una institución crear, ahí sería pertinente adelantarlo al momento de la contratación.
Para los especialistas del BID, Mauricio García Mejía y Mariano Lafuente, el nivel de desarrollo digital de las entidades públicas y la calidad del soporte TIC son factores clave para brindar las condiciones necesarias para que el teletrabajo pueda realizarse en condiciones que mejoren la productividad.
“Un teletrabajo efectivo requiere contar con estaciones de trabajo virtuales que permitan igual desempeño en la oficina, en casa o en cualquier otro lugar donde se encuentre el trabajador”, destacan.
Advierten que el teletrabajo no representará costo cero para el Estado, pues las instituciones públicas deberán invertir en dotar de equipamiento adecuado para los funcionarios, así como en sistemas de información y comunicación (gestión documental, firma electrónica, ciberseguridad, control de productividad, telefonía IP, plataformas para trabajo colaborativo, para reuniones virtuales por videollamada.
Para los especialistas, aún es temprano para saber si se volverá al trabajo centralizado o se tendrá que seguir llevando el trabajo a casa, incluso se ignora si habrá oportunidad de implantar alternativas intermedias, como las oficinas satélites que son espacios de trabajo compartidos organizados por el mismo empleador, pero más cerca de casa, lo cierto es que el teletrabajo llegó para quedarse.
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