Las múltiples aplicaciones de la Inteligencia Artificial (IA) se experimentan en la vida diaria, desde los algoritmos para publicidad o las rutas de tránsito; en la educación se están aplicando, pero son menos conocidos los usos y beneficios que tienen en la comunidad escolar y docente, y aún no existe un consenso general sobre cómo debe aplicarse en las instituciones educativas.
Las herramientas, métodos, condiciones y contextos de la enseñanza van evolucionando, y en esta etapa que vive el mundo de la Cuarta Revolución Industrial sería un desperdicio no echar mano, con el debido cuidado, de las tecnologías transformadoras como la IA, la robótica, el Internet de las Cosas (IoT), la Realidad Aumentada (RA) y la Realidad Virtual (RV), entre otras.
Desde el aula equipada con pizarras de madera en 1900, en la que se escribía con tiza de cal, hasta las pizarras blancas acrílicas, populares 90 años después; pasando por los rotafolios con papel bond, proyectores de presentaciones y videocaseteras VHS, hasta las computadoras personales y tabletas electrónicas, la tecnología ha sido llevada a las aulas, pero ninguna se compara hasta el momento con la IA.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) destaca tres ámbitos que conforman el vínculo que existe entre IA y la educación: aprender con IA, es decir, usando las herramientas de esta tecnología en las aulas; aprender sobre la IA, enfocándose en sus tecnologías y técnicas; prepararse para la IA, para comprender su potencial.
Ante la fuerte crisis educativa derivada de la pandemia en América Latina, que hasta abril del 2020 dejó fuera de las aulas a casi mil 600 millones de niños y jóvenes a nivel mundial, y que en México significó que medio millón de estudiantes no regresaran en el 2022 a clases presenciales, la IA tiene un papel relevante contra la deserción escolar.
El uso de Inteligencia Artificial (IA) en el sistema educativo es impresionante, recalcó Cecilia María Vélez White, exministra de Educación de Colombia, para quien el uso de los datos se reflejó en el aumento de la matrícula en el país sudamericano, ya que fue útil para localizar a los estudiantes que están fuera del sistema, así como en temas de calidad y eficiencia.
“Para retener a los niños y mirar las variables que pudieran estar incidiendo en la deserción es muy interesante y es donde más desarrollo del uso de modelos se ha hecho, pero en calidad es impresionante… Estamos tratando de darle la vuelta al sector: cómo partir de la necesidad del niño para desarrollar sus competencias, es un cambio pedagógico importantísimo… a partir de lo que ya tienen”.
No obstante, algunos especialistas también reconocen que esta tecnología debe aplicarse con un enfoque de Inteligencia Aumentada, es decir, que destaque la colaboración de la IA con las capacidades humanas, para mejorar los aprendizajes en el aula, además de determinar estrategias para actuar en caso de riesgo de abandono escolar.
Libertad y ojo humano
Cecilia Llambi, Ejecutiva principal, Dirección de Proyectos de Desarrollo Social de CAF, afirmó que con datos se puede tener esa medida de riesgo o predicción del abandono escolar, aunque las inasistencias o notas no pueden aportar más sobre por qué los niños y niñas no van a la escuela.
“Uno puede con todos esos datos tener esa medida de riesgo, pero en realidad la causa última del abandono a veces no está en el dato… pueden ser muy variadas… Si bien la IA es una herramienta sumamente poderosa y ayuda a identificar, se precisa también del ojo y la inteligencia humana para poder completar ese diagnóstico y establecer mejor las intervenciones”.
De ahí que para la experta se deben sumar los esfuerzos del personal de la escuela, desde docentes, psicólogos y todo el que tenga un rol para completar un diagnóstico y generar estrategias para usar la Inteligencia Artificial con cautela.
“Tenemos varios ejemplos de cómo puede ser el aprendizaje personalizado, el aprendizaje inteligente adaptativo; no hay duda que puede ayudar a técnicas más rutinarias… También es importante que como sociedad sepamos de qué estamos hablando, que la población aprenda de la IA, a convivir junto con la IA, porque hay muchos elementos éticos”, acotó Valtencir Mendes, Jefe de Educación de la oficina Regional de UNESCO para América Latina y el Caribe.
Uno de los aspectos en los que el especialista hizo hincapié, fue en el uso de algoritmos para crear perfiles basados en las preferencias y/o consumo de contenidos en las plataformas de streaming y dar con ello recomendaciones, y que en el caso de la educación podrían limitar la curiosidad.
“Tenemos que preguntarnos ¿Queremos sólo estudiar o aprender lo relacionado a nuestra última formación?… Si tenemos un algoritmo siempre haciendo recomendaciones basado en lo anterior, quizás nos quite un poquito ese elemento de la libertad humana, la curiosidad, las ganas de salir un poco de la predicción… En algunos casos es muy bueno poder orientar, pero con cautela”.
Para la UNESCO, la sinergia entre la educación y la Inteligencia Artificial, tiene que considerar el Consenso de Beijing sobre lo aprobado durante la Conferencia Internacional relacionado con la Inteligencia Artificial en la Educación realizada en Beijing en mayo de 2019.
Este documento reafirma el enfoque humanista del despliegue de las tecnologías de la IA en la educación para mejorar la inteligencia humana, proteger los derechos humanos y promover el desarrollo sostenible.
En noviembre del 2021 los miembros de la Conferencia General de la UNESCO adoptaron la “Recomendación sobre la ética de la inteligencia artificial”, una “brújula guía ética” para el uso de esta tecnología, estimulando la investigación e innovación que afiancen los derechos humanos y las libertades fundamentales.
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