Es momento de recordar a los seres queridos que han partido de este mundo, pero también de colocar una ofrenda para aquellos datos y activos digitales olvidados en el ciberespacio, los cuales como especie de zombies o fantasmas digitales, pueden deambular por las redes debido a que nadie dispuso qué hacer con ellos, olvidando que aún después de la muerte, la vida digital es un objetivo de riesgos y ciberamenazas.
“Aún con el deceso de las personas, la filtración de datos personales y el robo de identidad, seguirán más vivos que nunca. Esto por su rentabilidad para la ciberdelincuencia y el mercado negro de la web, pero también porque es más probable que las plataformas digitales abandonadas caigan en manos de criminales que no dudarán en explotarlas”, destaca el más reciente análisis de la firma especializada en ciberseguridad Kaspersky.
Aunque poco tangible, un estudio de la firma mostró que 31 por ciento de los usuarios en México, admitió que las aplicaciones y servicios online que habitualmente utilizan saben todo sobre ellos, Quiénes son, dónde están, cuáles son sus actividades diarias e intereses, información personal crítica que se almacena en línea y permanece ahí, incluso después de que una persona muere.
Esto implica un gran riesgo, pues incluso los deudos llegan a despreocuparse de esa información, de protegerla, dejan de actualizar el software o los parches de seguridad. Y aunque existen otras herramientas para almacenar información, como las memorias externas, su vida útil es de alrededor de cinco a 30 años; por lo que se necesita transferir los activos digitales a medios más modernos conforme la tecnología evoluciona.
Para los especialistas de Kaspersky, si existiera una verdadera cultura digital, se debería establecer la vigencia del testamento digital, con el propósito de prevenir y proteger la información y privacidad, así como una concientización de que la digitalización toca todos los ámbitos de la vida, incluyendo la muerte.
“Yo, como uno de los ciudadanos digitales que pasa hasta 6 horas al día conectado en Instagram, Facebook, Twitter, YuoTube TikTok, nombro a la persona de mi mayor confianza como heredera de mi huella digital, es decir, de mi información personal recopilada por estas y otras apps, así como de todos mis activos digitales que hayan sido almacenados en Internet desde que me convertí en un usuario en línea, para su eliminación total”, sería la última voluntad más idónea de un internauta.
Esto es más necesario pues en vida, al menos 35 por ciento de los mexicanos “siente que no tiene el control sobre el destino de sus datos en línea (solicitudes de búsqueda, enlaces abiertos, mensajes y archivos enviados, etc.) y, con mayor razón, tras su muerte, este control sobre su información se vuelve nulo”.
El testamento digital cobra importancia cuando se recuerdan casos en los cuales, familiares de alguna persona fallecida, han solicitado a las empresas digitales acceder a la información digital o cuentas de sus seres queridos para cancelarlas, pero las normas y políticas de protección de datos personales impiden a las compañías compartir esta información con terceros sin el permiso del propietario, por lo que ésta puede permanecer en el limbo.
Aunque empresas como Google y X (antes Twitter), han establecido que borrarán cuentas inactivas, esta medida resulta insuficiente pues regularmente fotos y mensajes en chats privados seguirán apareciendo en los buscadores, algo que no debería suceder si estuviera vigente el testamento digital, destacó Judith Tapia, gerente de Producto para el Consumidor para México en Kaspersky.
“Es común preguntarnos qué pasa después de que morimos, qué sucederá con nuestra familia o las pertenencias que dejamos atrás, pero no qué será de los restos de nuestra vida digital. ¿Quién podrá heredar tu billetera de bitcoin o tu perfil de Facebook y hacer un buen uso de ellos? Pensar en esto y en toda la información que hemos compartido en línea para plasmar nuestra voluntad sobre lo que queremos que se haga con ella, como en cualquier otro testamento tradicional, es muy importante para resguardarla y que no circule en el ciberespacio como un alma en pena vulnerable a las ciberamenazas”
C$T-EV