Ante la velocidad en el desarrollo y el alcance global de las nuevas tecnologías, con sus ventajas y riesgos, es necesario que los Estados encuentren nuevas formas de regular, con más agilidad, cooperación internacional y entre sectores, tomando en cuenta factores como la sustentabilidad, el crecimiento económico, la ciberseguridad y la adopción de lenguajes comunes, sin perder la eficacia en la regulación.
En ese sentido la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), identifica cinco “tensiones” que se deben resolver en los marcos regulatorios que ahora ya no deberían centrarse tanto en la cobertura y la conectividad significativa como hasta ahora, sino en contar con los habilitadores que se requerirán en el futuro como el funcionamiento eficaz de 5G o el internet de las cosas (IoT), advirtió Carlos Lugo Silva, Oficial para las Américas de la UIT.
Al hablar sobre “El futuro de la regulación digital” en el marco del Wireless Technology Summit 2024 (WTS) organizado por 5G Americas, el experto señaló que mientras América Latina se ubica en un desarrollo regulatorio intermedio en comparación con el mundo, es evidente que surgen paradojas o “tensiones”, como las llama la UIT, al momento de crear normas para regular las telecomunicaciones.
Se trata de cinco vías en las que se debe resolver qué camino tomar: la primera es la regulación rápida contra la regulación lenta; la segunda está relacionada con los métodos “fuertes” contra los “suaves”; la tercera es el criterio de vigilancia contra la construcción de ecosistemas; la cuarta es la sostenibilidad contra el crecimiento económico y, por último, la regulación nacional contra la regulación global.
En todos ellos se debe discutir hasta qué punto se debe tomar uno u otro camino o bien cómo combinarlos, para que la regulación resulte eficiente y, sobre todo, que se tome a una velocidad pertinente, entendiendo que el avance de la tecnología deja siempre atrás al desarrollo de la reglamentación y por lo tanto, se tiene que encontrar el justo medio entre flexibilidad y seguridad jurídica.
Para ello, la UIT recomienda adoptar cinco ejes de trabajo que pueden ayudar a solventar estas tensiones o paradojas: establecer un liderazgo ambidiestro; puntear los silos y romper la insularidad; desarrollar un lenguaje común; replantear las agendas políticas y aumentar las habilidades para llegar a un conocimiento más profundo de la nueva normalidad.
En términos prácticos, esto significa que los líderes políticos deben combinar métodos tradicionales con enfoques y técnicas experimentales como los sandbox y los laboratorios de política, asumiendo la ambigüedad y la incertidumbre como parte del proceso; eliminar las regulaciones aisladas y pensar en la regulación como un todo evolutivo.
También, deben ponerse de acuerdo en la terminología, para llegar a acuerdos de alcance global con agendas transversales, así como revisar las agendas políticas y hacerlas más operativas, entendiendo que algunas tecnologías requerirán, sí o sí, acuerdos globales para su regulación.
Esto lleva al último punto, que consiste en aumentar las habilidades y mejorar el conocimiento de la nueva normalidad que el desarrollo digital impone.
Carlos Lugo indicó que, además, se deben tener en cuenta algunos retos importantes, como la regulación de plataformas digitales con alcance global y en ese sentido, planteó la pregunta “¿será que las regulaciones actuales seguirán siendo vigentes?”, sin olvidar otros aspectos que se deben regular como el metaverso, las emisiones de carbono, el derecho al olvido, la Inteligencia Artificial y la ciberseguridad, todo lo cual obligará a encontrar mecanismos innovadores de regulación.
En ese sentido, en el futuro de la regulación digital, es previsible encontrar reguladores que dejen de estar aislados de la industria, sino que operen como ecosistema, sin que por ello pierdan su independencia o autoridad para imponer normas y donde debe haber una coordinación normativa entre reguladores, con decisiones consultadas y armonización de normas locales con internacionales.
C$T-GM