Cuarta Revolución exige habilidades en TICs.
Al inicio de la presente administración, se dio en México uno de los pasos más trascendentes y disruptivos de la política pública nacional: Elevar a rango constitucional el derecho de acceso a las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs), así como a los servicios de radiodifusión y telecomunicaciones, incluido el de banda ancha e Internet.
Los cambios regulatorios derivados de la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones de 2013 reconocen el poder habilitador de Internet para el ejercicio de otros derechos fundamentales como el derecho a la información; así como ser un vehículo para el conocimiento, el desarrollo económico y la pluralidad.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), en 2017 el número de usuarios de internet creció a 71.3 millones, cantidad equivalente a una penetración nacional de 63.9 por ciento que representa un aumento de 4.4 puntos porcentuales con relación al registro de 2016.
Sin embargo, la brecha digital sigue siendo uno de los desafíos más importantes para el país, pues mientras en ciudades como Hermosillo, Cancún y Mexicali ocho de cada 10 habitantes son internautas, en Tlaxcala y Tapachula apenas superan el 60 por ciento de penetración.
La brecha digital nacional tiene su propia brecha ya que en las 49 ciudades consideradas en la ENDUTIH 2017 se refuerza que el uso de las TIC es un fenómeno predominantemente urbano: el promedio de usuarios de Internet para las 49 ciudades es del 75.8 por ciento mientras que el promedio nacional es de 63.9 por ciento, lo que significa una diferencia de 11.9 puntos porcentuales.
Además del claro desafío que implica dar continuidad al trabajo hecho y colocar nuevos incentivos para que más mexicanos puedan ejercer su derecho de acceso a las nuevas tecnologías, el entrante gobierno federal está obligado a dar un nuevo y trascendente paso: garantizar que la conectividad sea un motor eficaz para elevar la productividad, el conocimiento y el desarrollo económico.
Y es que los datos estadísticos muestran que la obtención de información en línea es la actividad principal de 96.9 por ciento de los internautas mexicanos, en tanto que 91.4 por ciento usa Internet para entretenerse, nueve de cada 10 lo usa para comunicarse, 78.1 por ciento para acceder a contenidos audiovisuales y 76.6 por ciento para ingresar a redes sociales.
La dimensión del reto es mayúsculo si se considera que de acuerdo con estimaciones del Foro Económico Global hacia el año 2020, la Cuarta Revolución que supone un cambio radical en el modo de vivir, trabajar y relacionarse, generará la pérdida de 7 millones de empleos que serán considerados superfluos e innecesarios.
El organismo internacional también apunta que la ola de avances revolucionarios en áreas de inteligencia artificial, robótica, Internet de las Cosas, vehículos autónomos, impresión 3D, nanotecnología, biotecnología, ciencia de materiales, almacenamiento de energía y computación cuántica, creará nuevas fuentes de empleo, todas las cuales exigirán nuevas habilidades y conocimientos.
El Reporte Sobre el Futuro de los Empleos de la organización señala que sin una acción urgente y específica para organizar la transición y contar con trabajadores con la formación necesaria, los gobiernos tendrán que lidiar con más desempleo y desigualdad.
Ello demuestra que la prisa por la inclusión digital no es ociosa, y si bien hay esfuerzos importantes desde el propio gobierno federal y la iniciativa privada, la historia de la política pública en la materia da cuenta de cómo el centro de la atención ha sido elevar la penetración de Internet pero sin incluir las habilidades digitales como una pieza elemental.
Para especialistas como Alejandro Canales, en los últimos 20 años se ha procedido por ensayo y error mediante programas como Red Escolar, Enciclomedia, Habilidades Digitales para Todos, el Programa de Inclusión y Alfabetizacion Digital (Piad) que más tarde se llamó “Mi Compu.mx”; y, el más reciente, Aula @prende 2.0.
«En todos los casos, por diferentes motivos y con justificaciones muy variadas, los programas no han sobrevivido el cambio de administración e incluso los cambios se han producido en un mismo periodo gubernamental», señala el investigador universitario en su artículo Las TIC en la escuela se (des)@prende(n).
Al inicio de un nuevo sexenio y en el umbral de la Cuarta Revolución, es claro que la inclusión digital es incompatible con el asistencialismo a través del cual se regalan tabletas y se instalan aulas en las que una computadora es usada al mismo tiempo por tres o hasta cinco estudiantes.
Que casi siete de cada 10 mexicanos usa internet es sin duda una buena noticia, pero en la frescura del nuevo sexenio vale hacer un par de preguntas ¿Por qué el entretenimiento y no la obtención y generación de conocimiento es una de las actividades más asistidas por los internautas? ¿El nivel de productividad per cápita ha crecido al mismo ritmo que la penetración de Internet?.
C$T-GM