El suicidio, cuya prevención se pone en el centro cada 10 de septiembre, representa un problema de salud pública importante, pero a menudo descuidado, rodeado de estigmas, mitos y tabúes. Cada año, más de 700 mil personas se quitan la vida tras numerosos intentos de suicidio, lo que corresponde a una muerte cada 40 segundos. ¿Qué rol están jugando fenómenos como el estrés laboral y actividades como el home office?
Desde que la OMS declaró al COVID-19 como una pandemia en marzo de 2020, más personas han experimentado pérdida, sufrimiento y estrés lo que les puede llevar a tomar la decisión deliberada de quitarse la vida.
Por ello es que en el Día Mundial para la Prevención del Suicidio es oportuno reflexionar sobre los factores de riesgo que, de forma acumulativa, aumentan las posibilidades de que una persona recurra a la conducta suicida; entre ellos se encuentran las barreras de acceso a la atención de salud, catástrofes, las guerras y los conflictos, intentos de suicidio anteriores y uno que aumentó desde la pandemia: el estrés laboral.
Un dato alarmante es que México se convirtió en el país con mayor nivel de estrés laboral en el mundo, pues 60 por ciento de las personas que trabajan lo padecen a consecuencia de factores como horario y entorno laboral, agravados por el home office, de acuerdo con el estudio “Estrés Laboral en México”, realizado en septiembre pasado por la Asociación de Internet MX y OCCMundial.
Y es justo esta modalidad de trabajo a distancia, que si bien, vino a ofrecer una alternativa contra el desempleo de la población y para mantener salvaguardada su integridad frente a los contagios, se convirtió en un factor que obliga a abrir la conversación sobre la relación que mantienen las y los colaboradores con sus superiores en el ámbito laboral y el impacto que generan ciertas prácticas como el exceso de tiempo frente a las pantallas, la extensa duración de las videollamadas, la falta de una división clara entre los momentos destinados al trabajo y a la vida personal y la dificultad de atender a la familia mientras se trabaja.
Además de ver afectadas necesidades tan básicas como comer o ir al baño, y desencadenar problemas de salud como gastritis, colon irritable, sobrepeso u obesidad, las personas que se dedican a trabajar vía remota suelen sentirse aislados, tener pocos incentivos relacionados con la productividad creativa, poca comunicación con mandos superiores y compañeros y, por ende, escasa socialización.
Cuando el estrés laboral ya es prolongado desencadena en el denominado síndrome del burnout, el cual ocurre cuando la persona ha sufrido agotamiento emocional debido a largas jornadas laborales, entregas a contrarreloj y sin tiempos de descanso, lo que se suma al desconocimiento sobre cómo resolver los problemas que se van generando y llegar a pensar que los recursos con los que cuenta no son suficientes o sentir que ya no hay alternativas para la resolución.
De hecho, el talento humano que se dedica a trabajar en el ámbito de las tecnologías son quienes tienen mayor riesgo de padecer este síndrome. De acuerdo con un estudio realizado por Yerbo, dos de cada 5 profesionales de la tecnología están en alto riesgo de desarrollar agotamiento emocional y de este total, 42 por ciento quiere dejar su empresa dentro de los próximos seis meses por falta de bienestar mental.
Y no son los únicos profesionales que han pensado en esa alternativa, si ponemos atención en los clásicos “memes” y “tik toks” o incluso en las conversaciones cotidianas, podemos escuchar o ver quejas relacionadas con el maltrato por parte de superiores en el ámbito laboral, el ambiente tóxico en la oficina, el tan aclamado “ya quiero que sea viernes” o “sólo faltan 50 años para jubilarme y que se acabe este sufrimiento”. ¿Entre broma y broma, la verdad asoma?
Estas expresiones son reflejo de lo que está ocurriendo en la realidad: las personas se encuentran incómodas, agotadas, con hartazgo de sus ambientes laborales, lo que poco a poco y casi de manera silenciosa va mermando su salud mental.
¿Los resultados? Más consumo de sustancias como el alcohol o el cigarro, menos tiempo de disfrutar de la compañía con los seres queridos, más sedentarismo y menos tiempo y ganas para realizar ejercicio, trastornos del sueño, menos motivación, menor cuidado de la salud y la lista puede seguir hasta llegar a intentos de suicidio o el suicidio consumado.
Es preocupante que en muchas ocasiones las y los empleados no se den cuenta que padecen estrés laboral o burnout pues piensan “es lo que tengo que hacer, para eso trabajo” dejando de lado el cuidado de su salud mental, pues ven todas las tareas a realizar como algo normalizado, incluso se ha llegado a pensar que una persona “exitosa” es aquella que más ocupada está o que tiene más labores a su cargo.
Por ello es importante que se haga visible este problema, sobre todo dentro de las empresas y que las personas logren identificar este padecimiento a tiempo, pues podría volverse un factor de riesgo que podría desencadenar en una lamentable decisión contra su vida.
Mauricio Sauri, gerente Regional Oriente/Sureste de OCCMundial, sostiene que a raíz de la pandemia el estrés laboral se incrementó en la mitad de los profesionistas, principalmente por temor a perder el empleo, en el 42 por ciento a contagiarse al acudir a la oficina, el 34 por ciento por la necesidad de obtener ingresos extra, 33 por ciento a causa de las mayores exigencias de desempeño, y 30 por ciento porque no se respetan las horas de trabajo.
De acuerdo con el estudio, para el que se encuestó a casi 11 mil personas, la mitad de las empresas no realiza acciones para reducir el estrés laboral de su personal y son los propios empleados los que buscan la manera de reducirlo a través del descanso, 53 por ciento; actividades físicas, 48 por ciento, y actividades recreativas, 28 por ciento.
Esto es un contexto alarmante si se considera que no todas las personas tienen la oportunidad de desarrollar estos recursos y por el contrario enfrentan diversos tipos de estrés y presiones que van desde lo laboral, la familia, el desencadenado por la inseguridad, problemas económicos, y un sinfín de factores de riesgo asociados a las sociedades modernas que alimentan padecimientos como la depresión, casos extremos como la ideación suicida o lamentablemente, el suicidio.
Cuando la salud mental del talento humano no se atiende, la afectación trasciende a la empresa misma, pues en el camino se va deteriorando la productividad, el entusiasmo, la innovación y van creciendo hábitos como el de la procrastinación; todo ello, generando un círculo vicioso que se repite una y otra vez.
Por su parte, los servicios de salud cada vez se encuentran más saturados de personas que buscan resolver los problemas emocionales a causa del estrés teniendo como resultado una larga lista de espera que pone a las personas en un riesgo aún más elevado de tomar el suicidio como una opción.
Esto es alarmante y por lo tanto es necesario alzar la voz y hacer más para que las personas puedan gozar de servicios de salud mental, que tengan acceso a mejores condiciones laborales, así incentivar que exista mayor colaboración y entendimiento entre los equipos de trabajo.
Desde luego que hay pasos que las personas pueden realizar para disminuir el estrés como el hacer ejercicio, conversar con su red de apoyo sobre sus emociones, tener periodos de descanso, alimentarse de forma sana, realizar alguna actividad recreativa, y tratar de encontrar un equilibrio entre lo laboral y lo personal.
También resulta útil buscar que la modalidad de trabajo en casa, se combine con actividades al aire libre, con actividades recreativas y físicas, y en conjunto con otras personas; sin embargo, si no se mejora el contexto donde las personas superan las ocho horas de jornada laboral sometidos a permanentes momentos de estrés, estos intentos pueden verse disminuidos debido a que la persona permanece en el ambiente que la está enfermando.
Es importante que las empresas volteen a ver cómo se encuentra la salud emocional de sus colaboradores y sobre todo que vean con total seriedad las acciones que pueden realizar para crear ambientes equilibrados, sanos y productivos. Las organizaciones pueden convertirse, ya no en un elemento de exposición para sus empleados, sino en un factor protector para que se reduzca el número de personas que piensen en el suicidio como una única salida.
C$T-GM