Modelo educativo híbrido exige inversión de TIC.
La crisis provocada por la pandemia generó una interrupción sin precedentes de clases presenciales que ha afectado a más de 160 millones de estudiantes en América Latina y el Caribe, escenario en el que si bien muchos gobiernos recurrieron a diferentes modalidades de aprendizaje remoto, el necesario acceso a dispositivos tecnológicos, a la conectividad y la brecha de habilidades digitales agudizó la desigualdad.
“A pesar de los riesgos que conlleva la reapertura gradual de las escuelas, hay un creciente consenso de que la educación presencial se debe reanudar lo antes posible para evitar consecuencias más graves en el largo plazo”, destaca el estudio “Reabrir las escuelas en América Latina y el Caribe: Claves, desafíos y dilemas para planificar el retorno seguro a clases presenciales”.
El documento elaborado por la Unesco y el BID, destaca que la modalidad de la educación remota aumentó 62 por ciento entre el primer y segundo trimestre de 2020 en la región; sin embargo, el desarrollo y el acceso a estas soluciones tecnológicas están condicionados por las restricciones socioeconómicas y las brechas digitales.
En la presentación del estudio, expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), coincidieron en que si bien las modalidades de educación remota, son la solución más factible para las circunstancias de la pandemia, este esquema puede agravar la exclusión pues no asegura la continuidad de los aprendizajes para todos.
Si bien muchos gobiernos recurrieron a diferentes modalidades de aprendizaje remoto mediante el uso de tecnologías como plataformas en línea, correos electrónicos, videoconferencias, radio y televisión, no todos los alumnos y docentes están capacitados para el uso de esas herramientas.
Además, hay estudiantes que no cuentan con acceso a dispositivos tecnológicos o a conectividad, lo que ha dejado al margen a una parte de la población estudiantil, sobre todo de las zonas rurales, y ello necesitará de recursos para atender las necesidades más apremiantes y avanzar hacia una reapertura basada en inclusión, equidad y no discriminación.
Así, los países latinoamericanos enfrentan desafíos importantes de planificación para que el regreso a las aulas pueda llevarse a cabo de manera segura y eficiente, y deben asumir ciertos costos financieros que dependen de su situación sanitaria y del estado de sus sistemas educativos previo a la pandemia.
“La modalidad de educación remota ha sido claramente protagonista de la educación en tiempos de pandemia y que sabemos, por las recomendaciones y por lo que los países están haciendo, que cuando las clases vuelvan a ser presenciales seguramente lo harán en algún formato que va a combinar educación presencial y educación remota”, además de la necesidad de reorganizar los espacios escolares, destacó Alejandro Vera en conferencia de prensa virtual.
Por ello, tres dimensiones de recursos deberán considerarse para la reapertura: en la de escuelas seguras, explicó, se requiere mejorar la infraestructura, acceso al agua y saneamiento, a fin de ofrecer condiciones básicas de higiene, sobre todo cuando 3.1 millones de estudiantes de nivel primario carecen de servicios de agua potable en el hogar y en la escuela.
Otros son los recursos humanos, en específico los docentes, ya que para una futura implementación de modelos híbridos educativos se necesitaría pensar en la formación, disponibilidad, asignación y condiciones laborales de los docentes, además de considerar si existe personal que está dentro de la población de riesgo y qué porcentaje sería afectado por licencias.
Y la última dimensión, detalló Vera, se refiere a los recursos tecnológicos, como el de acceso a Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y conectividad, lo que significa un enorme desafío para los gobiernos de la región, sobre todo en zonas rurales.
Si bien las plataformas en línea han sido el recurso más usado, por 85 por ciento de los países, hay 46 por ciento de las niñas y niños de entre cinco y 12 años de edad que vive en hogares que no tienen conexión a Internet. Por otro lado, 62 por ciento de las escuelas de nivel primario y 75 por ciento de las escuelas de nivel secundario disponen de equipamiento informático.
Alejandro Morduchowicz, especialista Líder en Educación en la División Educación del BID, enfatizó que debe reconocerse la urgencia y la relevancia del financiamiento, porque los efectos de una baja inversión no se sentirán en el corto plazo, pero sus consecuencias se verán en unos años y el impacto será en la calidad de vida de las generaciones futuras. Hay dos temas clave para el escenario de reapertura: el financiamiento de la educación y el acceso a la conectividad y a las TIC.
En ese sentido Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO) Santiago, hizo un llamado a ampliar la voz para que los gobiernos que están aprobando presupuestos pongan a la educación como un tema prioritario para atender en el 2021.
Aunque la suspensión de clases presenciales no implica que se haya interrumpido la educación como tal, sí ha puesto en riesgo los avances logrados para el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible numero cuatro, así como las metas previstas para el 2030, expuso.
“Este año los presupuestos ya estaban aprobados o asignados desde 2019, por lo que el sector educativo público no ha sentido todavía el gran impacto de los recortes en su presupuesto, pero sí se va a sentir el año entrante”, aseguró.
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