También integran Aprendizaje Profundo.
Inspirada en los miembros biónicos que le devolvieron la capacidad para seguir luchando a los Skywalker, el Instituto de Tecnología de Georgia le ha permitido al músico Jason Barnes volver a su más grande pasión tras un un accidente laboral en el que perdió su extremidad superior derecha.
Y aunque no se trate de sostener un sable láser, el músico de jazz sin duda alguna encontró complicaciones previas a la solución presentada por la institución, que a diferencia de la mayoría de las prótesis, le da la habilidad de mover cada dedo de manera individual.
De acuerdo a la desarrolladora de hardware NVIDIA, el control individual de cada uno de los dedos es posible gracias a la combinación de aprendizaje profundo con unidades de procesamiento gráfico (GPU) aceleradas y una máquina de ultrasonido, generando oportunidades para realizar actividades diarias como sostener un tenedor.
De manera similar a otras prótesis, el brazo biónico de Barnes también utiliza sensores de electromiograma que detectan impulsos eléctricos en sus músculos, disminuyendo el “ruido” generado por las señales que dificultan la determinación de qué dedo se quiere mover a partir de la máquina de ultrasonido.
Al integrar una sonda de ultrasonido en el brazo, el equipo entrenó una red de aprendizaje profundo que analizara y detectara los movimientos del músculo, creando un algoritmo que predijera qué dedo movería el músico de 28 años.
El llamado “Brazo de Star Wars” es la segunda prótesis con inteligencia artificial del profesor de música norteamericano, ya que en primera instancia había generado una hecha en casa que le permitiera utilizar la baqueta para tocar batería, aunque el control de la velocidad y del rebote del mismo no era controlable.
El trabajo de Barnes sirvió como inspiración para Gil Weinberg, director fundador del centro para la tecnología musical del Instituto, quien se encuentra en la búsqueda por cambiar la manera en que pensamos sobre la música a partir de la creación de tecnologías de IA que compongan y toquen canciones.
A partir de la experiencia previa, el investigador creó una prótesis que no sólo le permitió al músico tener más control de la baqueta, sino que también integró una extra que improvisa ritmos basados en la música que hay en el cuarto con la capacidad para tocar más rápido que cualquier baterista en el mundo.