¿Emergencia sanitaria venció resistencia al cambio?.
La pandemia llegó a América Latina en medio de una coyuntura de modernización en los poderes judiciales; por un lado, el uso cada vez mayor de juicios orales y por otro, la introducción de la tecnología, no solo con expedientes digitales para los juicios sino también para la gestión administrativa que representa eficiencia y mayor acceso remoto a la justicia.
“La justicia es uno de los servicios más importantes del Estado. Sin embargo, la mayor parte de estos servicios ha sido suspendida a lo largo de América Latina y el Caribe durante el confinamiento. En muchos países de la región, transcurrieron más de 60 días sin servicios judiciales”, refiere Mauricio García Mejía, especialista Líder en Modernización del Estado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
En el texto Justicia y COVID-19: 3 formas de impartir justicia durante una pandemia, subraya que en la mayoría de los países sólo se mantuvieron operativos algunos juzgados para atender asuntos penales, adolescentes infractores, violencia intrafamiliar, temas penitenciarios y algunos casos de carácter constitucional.
“Algunos países se beneficiaron de oleadas modernizadoras. Se esperaba que esta ola se extendería pronto al resto de la región, donde aún predominan los juicios escritos en expedientes físicos. Lastimosamente esa ola no llegó aún a muchos países. ¿Puede continuar la modernización de la justicia? ¿Cómo se puede adaptar la nueva justicia oral y digital para sobrevivir en el mundo post-pandemia?”.
En opinión del especialista, la pandemia le ha dado un impulso importante a la necesidad de redoblar los esfuerzos para la transformación digital en las cortes, en particular al uso del expediente judicial electrónico y las audiencias orales virtuales en juicios.
Así, refiere que la adaptación de cada país ha seguido un curso diferente, dependiendo de cómo pondera los riesgos sanitarios, legales, tecnológicos, de transparencia, entre otros, y de las capacidades preexistentes de su sistema judicial.
“La emergencia parece haber vencido también la resistencia al cambio que ralentizaba los procesos modernizadores. La nueva normalidad judicial nos está demostrando a todos que oralidad y digitalización sobrevivirán juntas y saldrán fortalecidas”.
Mauricio García Mejía subraya que la oralidad aporta celeridad a los juicios y la digitalización permite la continuidad del servicio. En este caso, la pandemia ha resultado un catalizador positivo lo que sin duda es una buena noticia en medio de la crisis.
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