Dormir bien es tan esencial para la salud como la alimentación o la actividad física; sin embargo, la crisis sanitaria por COVID-19 detonó diferentes trastornos y hábitos que influyeron en la calidad del sueño de los mexicanos, poniendo en riesgo su salud física y emocional.
De acuerdo con la Encuesta de Hábitos del Sueño realizada por Luuna, en la que participaron mil 200 personas, el 74 por ciento señaló que duermen menos de ocho horas diarias; 43 por ciento reconoció que ve la televisión antes de ir a dormir, mientras que el 37 por ciento aseguró que duerme peor después de la pandemia.
Más del 50 por ciento aseguró que tiene algún trastorno, siendo el insomnio el padecimiento más común y mencionado por al menos 25 por ciento de las personas participantes; en tanto que 70 por ciento sostuvo que la principal razón de no dormir bien es el estrés y la ansiedad.
En este escenario, Javier Velázquez, director de la Clínica del Sueño de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), es contundente al afirmar que la recomendación es simplemente no usar dispositivos como los teléfonos o tabletas antes de disponerse a dormir, pues las pantallas brillantes tienen el poder de retrasar el proceso natural para conciliar el sueño, para el que es importante la oscuridad.
“Esa costumbre de llevarse el teléfono, la laptop o tablet a la cama, a pesar de que estén las luces apagadas, es estar expuestos a esa luz tan intensa que tiene un efecto directo sobre nuestros mecanismos de sueño-vigilia… para dormir se debe procurar que la luz se vaya atenuando como sucede en la naturaleza, para no retrasar el rendimiento de los ritmos circadianos”.
A partir de la pandemia, el tiempo frente a las pantallas se incrementó de manera sustancial y en el caso de las niñas y niños este cambio de hábito estuvo impulsado por la necesidad de continuar sus clases vía remota, seguir el programa Aprende en Casa, entregar tareas y tener las clases con sus maestros y maestras a través de plataformas digitales, así como para entretenimiento.
Ante ello, el especialista explicó que entre los menores de edad se ha visto una creciente mala higiene del sueño, un fenómeno que tiene que ver con horarios y buenas condiciones para dormir y que propicia que duerman poco y mal.
Sin embargo, añadió, esa restricción del sueño es provocada por distintos “disparadores” como la ansiedad, que puede ser detonada por programas de televisión, que además de la luz de la pantalla, generan angustia o estrés que no abonan al descanso de los menores.
En la charla virtual “La importancia de un sueño reparador para despertar mejor”, realizada para conmemorar el Día Mundial del Sueño, este 18 de marzo, Javier Velázquez advirtió que existen riesgos importantes para la salud.
En México, donde hay altos niveles de obesidad, está bien definido que la restricción del sueño favorece la aparición de diabetes; y en quienes padecen migraña puede fomentar la aparición de episodios de esta enfermedad.
“Dormir bien tiene que ver con la calidad de vida de las personas… Es la fórmula más barata, más accesible, para lograr una calidad de vida excelente y una salud muy duradera, al prevenir enfermedades y ayudar al sistema inmune… si existen dificultades, no hay que exponerse en pantallas brillantes en las horas del sueño, esa es la indicación tajante”.
C$T-GM