Los satélites son fundamentales en campos como la meteorología, las telecomunicaciones, navegación, defensa y vigilancia de riesgos naturales; sin embargo, el crecimiento exponencial de satélites genera que la órbita terrestre se esté convirtiendo en un entorno cada vez más concurrido y competitivo.
De hecho, en un estudio publicado en septiembre pasado, un grupo de astrónomos, entre ellos algunos de la Unión Astronómica Internacional, advierten de que el brillo excesivo de los primeros satélites Qianfan supone un riesgo importante para la investigación astronómica y la observación del cielo nocturno.
Para luchar contra la contaminación de la órbita terrestre, varios científicos piden la creación de un organismo internacional encargado de hacer cumplir una serie de normas y procedimientos en el ámbito de las actividades espaciales.
Y es que en la última década, refiere Statista, el número de satélites activos en órbita aumentó drásticamente una vez que SpaceX comenzó a desplegar su constelación de satélites Starlink en 2019.
Desde entonces, la compañía aeroespacial fundada por Elon Musk ha desplegado más de 6 mil satélites en el espacio. Con este proyecto, SpaceX pretende proporcionar acceso a internet de banda ancha en todo el mundo, eventualmente con 12 mil satélites estacionados en la órbita terrestre baja.
“El número de satélites en órbita seguirá creciendo exponencialmente en los próximos años, a medida que se desplieguen otros proyectos de constelaciones de satélites a gran escala”.
A principios de agosto, China lanzó los 18 primeros satélites de su constelación Qianfan, que podría incluir más de 15 mil satélites para 2030, mientras que Geespace, filial del fabricante de automóviles chino Geely, anunció a principios de septiembre que su proyecto cuenta ya con 30 satélites activos. Geespace planea construir una constelación de casi 6.000 satélites en órbita y describe su proyecto como «el equivalente privado chino de Starlink».
Sin embargo, la congestión de la órbita terrestre no está exenta de problemas: además del creciente número de riesgos de colisión, los miles de satélites y desechos espaciales actualmente en órbita empiezan a estropear la vista a los astrónomos.
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